Corromper a Dorian Gray (CDLH #1) (Completa)

| | «C a p í t u l o 14» | |

I

Dorian ha remodelado la habitación que su madre utilizaba para practicar diversas artes y pasatiempos (costura, danza, etc.). El cuarto es bastante amplio y tiene un gran ventanal con vista a los jardines laterales de la mansión. Allí, ahora se ha dispuesto un taller artístico con todo el mobiliario que un artesano podría necesitar. Ha comprado también materiales varios e incluso trajes especiales que son fáciles de limpiar. Hay elementos que llegarán recién en algunas semanas porque son importados desde otros reinos, pero el sitio se encuentra listo y funcional. Un atelier nuevo, el sueño de cualquier artista de clase baja.

Mi protegido ha convencido a los hermanos Hallward de mudarse a la mansión. Al principio, Basil se mostró reticente, pero terminó por aceptar la oferta al pensar que, de esta forma, podría darle un mejor futuro a su hermano menor. Firmaron un contrato de mecenazgo. Ninguno de los dos artistas podrá crear obras para otras personas, sino que deberán limitarse a los pedidos de Dorian. Tienen permitido dejar volar su imaginación, pero no podrán vender lo que hagan a nadie, salvo que su mecenas así lo ordene o lo permita. Es, en pocas palabras, un pacto de exclusividad.

Los Hallward y su talento le pertenecen a la familia Gray.

No se debatió una fecha de caducidad del contrato. Su validez comienza hoy mismo y acabará solo cuando ambas partes así lo crean conveniente. Dorian no quiere dejarlos marchar. Sus obras son bellas y él aprecia la hermosura más que el dinero o que cualquier otra banalidad.

Con falso pesar, mi protegido les habló de los deseos de sus padres y de todo lo que él les debe; dijo que quiere honrarlos con esculturas junto a sus tumbas. Aseguró, además, que el difunto Oscar Gray había discutido ya con él la posibilidad de contratarlos a ambos como artistas exclusivos de la familia, que estaba prevista la decisión. Por último, y con una triste sonrisa pintada en su semblante, Dorian repitió su mentira sobre el motivo por el que ha removido su retrato de forma temporal. Basil aceptó sus palabras sin atreverse a opinar; supuso que el duelo sería extenso.

Sin saber exactamente qué esperar, los hermanos Hallward empacaron sus escasas posesiones y abandonaron el hogar que los vio crecer. Se llevaron consigo las obras de su padre, algunas herramientas y unos pocos cambios de ropa. El resto, se vendió en el mercado de pulgas del puerto de Alangtrier.

La sorpresa de los artistas aumentó al arribar a la mansión Gray. La propuesta completa y por escrito les ha resultado increíble. Ninguno de ellos puede creer todavía que la enorme cantidad de beneficios que obtendrán es real: habitaciones propias, un taller en el que no deben pagar alquiler, un baño privado, tres comidas al día, ropa y la libertad de crear cualquier obra que deseen cuando no tengan encargos pendientes de su mecenas.

"Demasiado bueno para ser verdad", piensan.

Como si lo anteriormente mencionado fuera poco, recibirán un pago extra por cada obra que les sea encargada y podrán pedir cualquier herramienta o material que necesiten para llevarlas a cabo.

A esta hora de la noche, los artistas ya están instalados en el taller. Los observo de vez en cuando, sin prestarles mucha atención. El pintor trabaja en su primer pedido: el escudo de la familia Gray, para entregarle al rey mañana por la tarde. No sabe cómo hará para terminarlo a tiempo, pero lo hará. No puede fallarle a su mecenas.

Suspira constantemente. Basil supone que tarde o temprano extrañará su libertad, pero no puede negar que las comodidades técnicas le ayudarán a mejorar su estilo. En algún rincón de su mente, sabe que lo que ocurre es demasiado bueno y que nadie es tan caritativo: algún interés o motivo más debe haber, una regla que no ha leído quizá. Leyó el contrato varias veces y no encontró problema alguno. Él sabe lo básico de lectura y de escritura, así que entiende que es posible que haya pasado por algo algún juego de palabras.