Capítulo 6

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#LunesDeSecretos

"I'm perfectly fine, I live on my own
I made up on my mind, I'm better off bein' alone
We met a few weeks ago
Now you try on callin' me, baby, like tryin' on clothes"

Traducción:

"Estoy perfectamente bien,
vivo por mi cuenta.
Tomé una decisión, estoy mucho mejor estando sola.
Nos conocimos hace unas pocas semanas,
ahora ya estás intentando llamarme "cariño", como quien se prueba ropa."
—King Of My Heart, Taylor Swift.

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AGGIE.

Cuando me despierto, son las nueve de la mañana y creo haber dormido sólo cuatro horas. En algún momento de la noche, las lágrimas se detuvieron y el sueño me ganó.

Me estiro en mi cama y suelto un suspiro al recordar que Ashton pasó su primera noche aquí. No puedo olvidarme ni un segundo de ello.

Luego de hacer mi rutina de todos los días en el baño, me cambio a mi ropa deportiva y salgo de la habitación terminando de acomodar mis zapatillas. Salir a correr cuando hace frío no es lo ideal pero es parte de la rutina.

Me detengo en seco al llegar a la sala de estar. Ashton está durmiendo en el sofá. No sé por qué pensé que estaría despierto. El sofá no es cómodo y se nota por su postura extraña. La manta que lo cubría se deslizó hasta la mitad de su torso. Concentro mi mirada en esa parte de su cuerpo, recorriendo su cuello, hombros, clavícula y pectorales. Pensé que tendría tatuajes en esa zona, pero no hay nada.

Por último, subo mi vista a su rostro. Luce tan pacífico e inofensivo al dormir. Casi te parece imposible que se pase todo el día con la expresión aburrida y el ceño fruncido.

—Siento que me estás mirando hace demasiado tiempo —suelta de repente en una voz adormilada y gruesa. Mi cuerpo entero se sobresalta y doy un paso hacia atrás como si acabaran de abrir la jaula de los tigres.

—Imbécil —mascullo con el corazón aún acelerándose por el susto. Giro sobre mis talones y camino hacia la cocina para no darle tiempo de ver como mi rostro está ardiendo.

Tengo que dejar de servirle en una bandeja de plata este tipo de situaciones a Ashton.

Respiro profundo e intento distraerme haciendo el café.

Es imposible ignorar cómo se acerca a mi. No le doy el lujo de voltearme, sino que me estiro a buscar un vaso y lo relleno con agua fresca.

—Nunca dije que mirar fuera malo —explica en un tono burlón.

Ya aprendí mi lección sobre caer en la trampa.

—Tienes que dejar de inflar ese ego. ¿Y qué si estaba mirándote? No todos los días un desconocido duerme en tu sofá —pongo mis ojos en blanco. Llevo el vaso a mi boca y volteo a mirarlo. Por lo menos se puso una camiseta.

—Tienes razón, no todos los días un desconocido que luce como yo duerme en tu sofá —se alza de hombros.

Nos miramos por unos segundos antes de empezar a reírnos. Estas conversaciones pueden ponerse muy ridículas y ayer aprendí lo fácil que es terminar riéndonos de sus comentarios. Tal vez sea nuestra forma de ir rompiendo el hielo, quién sabe.

—Voy a reírme cada vez que hagas uno de esos comentarios —le advierto.

—Apenas puedo aguantar la risa cuando yo los hago, Rubiecita —repone.

Los secretos que escondemos. (LIBRO 1 y 2)Where stories live. Discover now