Capítulo 42

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"Happiness is a butterfly
Try to catch it like every night
It escapes from my hands into moonlight"

Traducción:
"La felicidad es una mariposa
Intento atraparla como todas las noches
Se escapa de mis manos hacia la luz de la luna"

—Happiness is a Butterfly, Lana del Rey.


ASHTON.

Siento la energía seguir recorriendo mis venas, a pesar de que ya no estoy surfeando o siquiera me encuentro cerca de la playa. Es ese tipo de adrenalina que puedo sentir hasta en la punta de mis dedos y hace que mi corazón lata con fuerzas aún cuando todo terminó. El mismo sentimiento que tenía después de una buena sesión de surf, solo que multiplicado.

Ahora, tiempo después de haberme dado ducha, tengo la tarea de vigilar a Luca mientras Isabella termina de empacar las cosas de ellos dos, así podemos empezar a cargarlas en la camioneta. Tenemos planeado irnos un poco después de almorzar si es que todo sale como planeado.

—¡Pero yo también quiero! —exclama Luca saltando de aquí para allá en la sala de estar principal. Alza con una mano su auto de juguete y lo lanza al suelo con fuerzas—. ¡Quiero una tabla! ¡No un auto!

Apuesto a que cuando tenga 16, va a arrepentirse de decir eso.

Fury está intrigado con el berrinche, porque sigue a Luca a cada paso que da.

—¿Sabes nadar? —le pregunto desinteresado desde mi lugar en el sofá.

Luca se queda quieto en su lugar. Descansa sus manos en su estómago y tuerce su cabeza hacia un costado.

—Eh... Sí —miente en un titubeo.

—¿De verdad? —arqueo una ceja pretendiendo asombro.

Él se balancea en sus pies.

—Sí —responde fingiendo estar más seguro—. Sí sé.

—Bueno, vamos. Te tiro en la parte profunda de la piscina —anuncio levantándome del sofá.

Luca se sobresalta en su lugar. Fury ladra a su lado ante el repentino movimiento.

—Eh... —balbucea el niño. Es bastante inteligente para sus tres años. Quiero ver hasta dónde es capaz de llevarlo—. Okey. Vamos.

Tengo ganas de suspirar.

Le extiendo mi mano. Lo último que necesito es que no sea tan inteligente como le doy crédito y salga disparado hacia la piscina.

Con precaución y sospecha, Luca se acerca a mi hasta sujetar mi mano con fuerza. Inmediatamente la retiro al sentir algo pegajoso en ella.

—¿Qué...? —repongo.

Luca parece no notar nada extraño porque junta sus cejas con confusión.

Agarro su mano y lo obligo a abrir su palma. Entrecierro mis ojos al ver el caramelo pegado color rojo.

—Luca —lo reprimo—. ¿Hace cuánto tienes esto?

—¿Qué cosa? —inquiere jugando al desentendido.

Y es cuando recuerdo que Isabella no lo deja comer dulces sin supervisión. Obviamente va a negarlo hasta el fin de los tiempos con tal de no ser atrapado. Suspiro pesado.

—¿Quentin te dio dulces?

—¡No! —responde al instante y abre sus ojos como platos.

Quentin le dio dulces.

Los secretos que escondemos. (LIBRO 1 y 2)Where stories live. Discover now