Capítulo 30

10.4K 1K 891
                                    

"When all is going wrong and you're scared as hell

What you gonna do, who you gonna tell?"

Traducción:

"Cuando todo está saliendo mal, y estás asustada,

¿Qué vas a hacer, a quién le vas a contar?"

—100 Bad Days, AJR

AGGIE.

Después de soltar esas palabras, tomo una profunda respiración. Miro atenta a Ashton, queriendo captar todas sus expresiones.

—¿A qué te refieres? —inquiere en un tono precavido, probablemente pensando que se me zafaron unos cuantos de tornillos de la cabeza—. ¿Tienen algo de malo?

—Un par de cosas —murmuro en un tono ácido—. Pero no es eso. Es que... Ellos no son mis padres. Me adoptaron cuando era un bebé.

—¿Y qué tiene de malo? —me pregunta.

Una pregunta lógica.

Realmente, ¿qué tiene de malo que me hayan adoptado? Nada. ¿Qué tiene de malo la adopción en general? Absolutamente nada. Me parece de las mejores cosas del mundo que niños y niñas puedan encontrar su hogar. Sé a la perfección que tu familia biológica no significa nada y que el amor puede crecer en cualquier lado.

Sin embargo, mi caso es distinto.

—Lo entenderás más adelante —le prometo—. Deja que te explique toda la historia. Nunca le conté esto a nadie, así que quizás me tropiece un poco con mis palabras.

—Aggie, tómate tu tiempo. Como quieras decírmelo, va estar bien —me asegura con una mirada reconfortante.

Asiento y respiro hondo, tomando el coraje para hablar.

—Siempre sospeché que mis padres no eran mis padres. —empiezo—. Mi apariencia física no se parece a la de ellos, y quizás esto no sea algo obvio, pero siempre me trataron como si fuera su mascota de accesorio. Nunca sentí ese amor que te dice "pase lo que pase, este es tu hogar". Tal vez sí cuando era niña, porque estaba desesperada y romantizando cada cosa que hacían. A medida que crecí, me di cuenta de que no es mi lugar. Suena tonto.

—No es tonto. Cuando tienes una corazonada sobre algo, tienes que prestarle atención —responde Ashton—. Generalmente siempre tienen razón.

Espero que sí. Llevo toda mi vida guiándome de mis corazonadas.

—Sin embargo, ignoré esos sentimientos. ¿Por qué cuestionarlo? Ellos nunca me dijeron nada. —me alzo de hombros—. Hasta un verano cuando me enteré de la verdad. Tenía quince años, era el receso entre primero y segundo de secundaria. Fui a pasar un tiempo con mis padres en París, lo de siempre. Ellos prácticamente viven allí por el trabajo de mi papá. Nunca se llevaron bien, desde que tengo uso de razón tienen una dinámica extraña. Se necesitan, supongo que se quieren en cierto nivel, pero no se aman. Les gusta vivir juntos, hacer cosas juntos, pero no el lado romántico de las cosas. Para eso tienen a sus amantes. Son... Amigos que tienen una hija juntos. ¿Es raro? —frunzo el ceño. Esto se vuelve más confuso a medida que hablo.

—Honestamente, cada quien hace su vida como quiere —se alza de hombros Ashton—. Tal vez nos resulte tradicionalmente raro. Tenemos otras ideas en la cabeza.

Asiento.

—Como sea —resoplo y continuo hablando—. Ese verano fue diferente. Estoy acostumbrada a llegar y hacer mi propia vida en París mientras ellos hacen cosas, y a veces vernos para la cena o para algún evento. Fue igual, solo que las cosas estaban más tensas de lo normal. Algo pasó durante el año, o un poco tiempo antes, y de repente no soportaban estar en la misma habitación o siquiera hablarse. —relato lo que recuerdo de ese tiempo—. Una noche, mamá bebió más de la cuenta. Colapso en mi hombro, llorando sobre que extrañaba a mi padre, que lo sentía muy distante y todas esas cosas. Tuve que ayudarla a que se cambie y que se quite el olor a licor que cargaba. Llené la bañadera, hice que se metiera en ella y cuando salí a buscar más toallas, escuché que empezó a quejarse sobre mi. Me quedé a escuchar. Dijo que fue una mala idea haber firmado esos papeles de adopción, que fui una carga a la que ella nunca debería haber aceptado, que eran muy jóvenes como para haber hecho lo que hicieron. Prácticamente, estaba llorando sin consuelo y culpándome a mi de todos sus problemas —corro una lágrima de mi rostro apenas siento que va a caer y parpadeo para ahuyentar próximas—. Era tonto. Ni siquiera pasaba tiempo con ellos. ¿Cómo puedo arruinarles la vida si nunca estaban conmigo?

Los secretos que escondemos. (LIBRO 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora