Capítulo 41

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buen lunes, mis queridas.

"Sweet Caroline
Good times never seemed so good"
Traducción:
"Dulce Caroline,
los buenos tiempos nunca parecieron ser tan solo buenos."

—Sweet Caroline, Neil Diamond.


ASHTON.

Una vez que termino de encerar cada parte de la superficie de la tabla, arrojo el pedazo de cera que queda en la caja y levanto la tabla de la mesa, inspeccionando el resto de ella. Tengo buenos recuerdos con ella. Sigue cubierta en calcomanías de mis viejos sponsors al ser una que use en algunas competencias.

Dejo la tabla de nuevo en la mesa cuando la puerta que conecta esta habitación con el garaje se abre, y Caroline entra por ella.

Frunzo el ceño al verla.

—¿No te habías ido? —cuestiono.

Mi hermana tiene su cabello castaño atado en una coleta, sus gafas de lectura puestas y una sudadera que parece ser de Frank. Luce como si se hubiera vestido con las luces apagadas.

—Sí —confirma. Cierra la puerta tras ella, dejándonos solos.

El día después de la fiesta de compromiso, mi hermana y Frank se fueron de viaje a una ciudad cercana para pasar unos días allí antes de volver a New Hampshire. Al parecer, la ciudad era demasiado cercana para que esté en frente de mí ahora mismo.

—¿Y entonces? —replico, limpiándome las manos con un trapo limpio para quitar los restos de cera.

La rutina se siente tan familiar. Ponerme el traje de neopreno con su familiar olor sintético, elegir la tabla, limpiarla, prepararla con cera. Recuerdo todo como si fueran movimientos impregnados en mi memoria muscular.

—¿Qué estás por hacer, Ashton? —pregunta en un tono de voz cauteloso.

Su mirada no es acusadora, sino que está cargada de preocupación. No me hace falta divagar mucho para entender por qué está aquí y no en un hotel perdido en el medio de la nada junto a Frank.

—Algún día tengo que volver —me alzo de hombros, intentando aliviar la pesadez de la situación.

Caroline muerde el interior de su mejilla y se cruza de brazos como si estuviera intentando resguardarse.

—¿Y ese día tiene que ser hoy? —inquiere en un hilo de voz que logra tirar los hilos de mi corazón.

Respiro hondo. Dejo el trapo sobre la mesa y volteo hasta enfrentarla por completo. Puedo leer a mi melliza como la palma de mi mano, y ahora mismo, está intentando ocultar sus nervios a pesar de que puedo ver como están queriendo salir a flote desesperadamente.

—Me siento listo. No quiero seguir dejando que este... Miedo me controle más tiempo —respondo con la verdad sabiendo que siempre puedo ser completamente honesto con Caroline. Siempre y cuando esa honestidad no la dañe—. Pensé que te sentirías orgullosa.

Asiente rápidamente.

—Lo estoy. Créeme. Estoy tan orgullosa de ti y de todo lo que creciste que a veces lloro con tan solo pensarlo —sentencia, haciendo que un escalofrío me recorra de pies a cabeza con su admisión—. Solo que... Estoy preocupada, ¿sí? Tengo miedo de que por estar en una buena racha, de repente creas que puedes hacerlo todo y que... No lo sé, luego todo caiga encima de ti. Tengo miedo, ¿sí? Tengo tanto miedo que cuando mamá me llamó para contarme, prácticamente me paralice. No quiero que nada malo te pase de nuevo.

No puedo evitar sonreír un poco.

—Entonces podemos decir que la conexión de mellizos existe.

La mirada de Caroline se endurece, pareciera que me está enviando dagas.

Los secretos que escondemos. (LIBRO 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora