30. Quinn.

50.9K 3.8K 2.9K
                                    



QUINN

Toco el delicado collar que adorna mi cuello por quinta vez en los últimos tres minutos. El corazón de oro se encierra entre mis manos. Desde que mamá me lo dio, no me lo he sacado. Sigue envuelto en mi, recordándome a papá y que a pesar que lo tengo lejos de mi, esta cerca en realidad.

Le echo un vistazo a la ventanilla del avión. Me gusta sentarme del lado del pasillo porque es más cómodo salir y entrar, pero solo tenían este asiento disponible.

El vuelo de Portland a San Francisco es corto, ni siquiera son dos horas. Hay once vuelos diarios de este tramo y quizás mas, he tomado el de las ocho de la noche porque Zack, mamá y Matthew se van a Miami a las diez, entonces les pareció conveniente que yo me vaya antes.

Resulta irónico que ellos tres estén yendo a Miami antes que yo, pero su agenda es diferente. Como las vacaciones de las fiestas ya han empezado oficialmente, las vengo a pasar con papá como es prometido. Rick y Nate también estarían llegando hoy. Del otro lado de la moneda más reluciente, los Gallagher van a instalarse en Miami solo para después tomarse un avión a Nueva York, y como es costumbre —para Matthew y Zack— pasar las fiestas en el hotel Plaza plagado de gente rica y comida extravagante, como yo lo pasé el año pasado.

Así que me quedan algo así como dos semanas en San Francisco para pasarlas con papá. Este es el primer año desde el divorcio donde tuvimos que dividir el tiempo que pasamos juntos. Vivo con mamá y paso Acción de Gracias con ella. Pero el verano y las fiestas, son de papá.

En mi cabeza, la mesa de navidad esta completa con todos nosotros. Nuestra disfuncional familia que peleaba más de lo que vivía pero todos. Este año será diferente y puedo sonar muy patética, pero me desalienta.

El capitán avisa que estamos próximos a aterrizar, por lo que me coloco el cinturón. La señora a mi lado se acomoda en su lugar pero no deja de hojear la revista que no ha soltado durante todo el viaje. Es sobre chismes y ese salseo Hollywoodense que a todos nos gusta de vez en cuando.

Veinte minutos después, la sacudida que da el avión me hace abrir los ojos. Ya hemos tocado suelo, la señora a mi lado suelta un suspiro de alivio y guarda su revista a la cual ya le quedan pocas hojas sin leer.

Al ser un vuelo económico porque no le veía sentido al pasaje costoso que mamá quería comprarme para un vuelo tan corto y tonto, es un lío salir con toda esta gente. Aferro mi bolso Gucci, elegido para este viaje y cuando camino por la manga que conecta al avión del aeropuerto, noto por las paredes cristalizas como llueve afuera. Envuelvo mejor mi bufanda, como si eso me fuera a dar menos frío. Pasar el invierno en Portland, es suficiente crudo. San Francisco no se queda atrás.

Espero a que mi equipaje llegue en silencio, mientras me mando mensajes con Rick, quien me dice que ya esta afuera esperándome. Hay muchas cosas buenas en este viaje, entre ellas, volver a ver a los pesados de mis hermanos. Ya no los veo tan seguido como el año pasado y me duele porque ellos son demasiado importantes en mi vida.

Mi maleta es una de las primeras en salir, gracias a los santos dioses. Salgo disparada hacia las puertas y esquivo a muchas personas y trabajadores sosteniendo carteles con nombres de personas que no conozco. Rick no me falla estando casi al final de todos.

Esta parado de brazos cruzados, con un gran abrigo color negro, vaqueros gastados y unas botas Timberland negras. También usa un gorro de su equipo de hockey favorito, los Bruins. El amarillo hace un buen contraste.

Sonríe cuando me ve y es jodidamente contagioso, me echo acorrer hasta llegar a él y salto a sus brazos.

—Te extrañe, idiota —murmuro embriagada en la seguridad y el sentido a hogar que me dan sus brazos. También extrañaba sentirme así.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now