49. Quinn.

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QUINN

—Mira lo que encontré —me llama Liam cuando estoy sentada en la mesa de la cocina. Dejo mi celular en la mesa y giro la cabeza, está apoyado en la encimera de la cocina, luciendo tan guapo como siempre, solo que su aspecto por las mañanas le sienta mucho mejor. El pantalón chándal le cuelga de la cadera, luciendo su ligera V marcada en su estómago y más abajo, su cabello desordenado es simplemente... increíble. Me quedo mirándolo por un buen rato antes de fijar mi atención en lo que dice. Amo cuando no lleva camiseta puesta.

Encuentro sus ojos y él alza sus cejas, pero no dice nada. Aunque sé lo que piensa.

—¿Decías? —inquiero en un tono inocente.

—Encontré una receta de panqueques, creo que te va a gustar.

—Pensé que desayunaríamos huevos revueltos, ya sabes, lo único que sabes hacer —hablo girando mi cuerpo por completo para verlo. Liam recorre con su mirada mis piernas ya que solo tengo puesto una sudadera de Cambridge, que es suya pero ahora es mía.

—Pero esta es una buena receta —alza su celular enseñándome la pantalla encendida—. Sé que te va a gustar.

—Los panqueques no me gustan, lo siento.

—¿Hace cuánto que no los comes? Déjame que te cocine. No soy el mejor, pero le pondré esfuerzo.

—Mhm, no.

—Insufrible.

Alzo mis cejas con sorpresa, Liam se queda callado y con una expresión expectante, pero finalmente, estallo en carcajadas. Acaba de llamarme insufrible, qué tiempos.

—Cocina panqueques si quieres perder tu tiempo, yo me preparo otra cosa —le digo. Me paro de un salto de mi silla y abro el refrigerador para sacar las cosas que necesito para armarme un desayuno decente.

Mientras rompo los huevos en un tazón y los mezclo, pienso en el extraño silencio que estoy recibiendo por parte de mamá. A estas alturas, pensaría que es capaz de presentarse aquí mismo. Técnicamente, ella no conoce a Liam. Sabe quién es y lo ha visto de lejos pero nunca han hablado. Ahora, con su nueva y reluciente personalidad, no creo tener problemas en que lo hagan y se conozcan. Natalie no armó un escándalo por Fury, creo que puede pasar cualquier cosa.

—Nunca te pregunté, ¿qué tal las cosas con Malcolm? —inquiero luego de oír el sonido del choque entre la sartén caliente y los huevos.

—Bien —responde y resopla. A mi lado, está batiendo la mezcla de panqueques. Muy iluso de su parte creer que yo también voy a comerlos—. Hablamos de Olive, como siempre. La universidad, futuro y de ti.

Casi me ahogo con mi propia saliva.

—¿De mí? —logro mascullar con sorpresa y lo miro con los ojos bien abiertos—. ¿Qué han hablado de mí?

—Le conté que me rompiste el corazón.

—¡Liam! —chillo en un gran susurro y lo golpeo en el hombro con mi mano abierta—. ¿¡Por qué le has dicho eso!?

Estoy por perder la jodida cabeza cuando Liam comienza a reírse. Echa la cabeza hacia atrás y sus hombros se relajan mientras la cocina se llena de sus risas burlonas. Cierro mis ojos por unos momentos cuando me doy cuenta de que era una broma. Antes de contraatacar, chequeo mis huevos y los saco de la sartén antes de que se quemen.

—Hablando en serio, ¿qué le dijiste?

Mientras me dirijo a lavar las cosas que usé, mi mente me lleva hacia la última vez que recuerdo haber visto a Malcolm. Eso fue en una cena de beneficencia hace lo que parecen ser milenios atrás. Liam me llevó como su cita a propósito para enojar a Malcolm, a Winter Dunne, su prometida, y a la madre de ella. Y ahí estaba yo, una ilusa de pies a cabeza que pensaba que Liam y yo nos llevábamos bien.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now