43. Quinn

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QUINN

Dejo la ventanilla del auto abierta mientras conduzco. El sol mañanero es el más molesto de todos, los rayos logran escurrirse de manera perfecta para intentar dejarme ciega. Entrecierro mis ojos por un buen rato hasta que me acuerdo de que en mi bolso, dentro de un perfecto estuche están mis lentes de sol.

En un semáforo, me los pongo y recargo mi espalda contra el asiento mientras chequeo en el GPS de mi celular cuanto me falta para llegar. Veinte minutos aproximadamente, el camino hacia la Univesidad de Miami es bastante largo. Conduzco con música e ignorando los mensajes de Key preguntándome donde estoy. Va a tener que perdonarme por no llevarle los lapices, pero yo no puedo ira tomar ese examen. Es obvio que Everdeen va a llamar a mamá porque no aparecí hoy y porque mi inasistencia no tiene justificación previa, pero ella no puede hacer nada más que gritarme por teléfono. A estas alturas, ya debe estar en Nueva York con Matthew.

Cuando aparco en un espacio vacío dentro de la universidad, respiro profundo y bajo la mirada a mi falda. Ni siquiera pensé en cambiarme de ropa, realmente voy a resaltar mucho por el campus. Tampoco pensé muy a fondo si Rick de verdad quiere verme, pero sé que toma la mayoría de sus clases a la mañana.

No es muy buena idea, ahora que lo pienso.

Pero no conduje media hora hasta aquí para nada. Por lo menos voy a saludar a mi hermano, a quien no veo hace una semana. Le envío un mensaje, preguntándole a qué hora sale de clase y donde. Me responde a los tres minutos, bastante confundido pero me da la información que quiero. Su clase termina en una hora y está en un edificio cerca de un Starbucks. Nunca estuve aquí antes, conozco como luce por afuera y el parque de estacionamiento porque fueron varias las veces que Seth me trajo aquí para buscar a Rick o a Jess.

Me bajo del auto sintiéndome estúpida con el uniforme y pretendiendo que las gafas son un escudo que va a protegerme de las miradas. Camino como una tonta por todos lados intentando encontrar el Starbucks más cercano. Finalmente, detengo a una chica que camina con libros abrazados a su pecho y me responde que la famosa cafetería está a unos cuantos metros, rodeando el edificio con la enredadera de plantas. El campus tiene mucho verde, muchos árboles y las edificaciones bajas. Nada muy moderno, pero me resulta cálido.

Atravieso un camino rectangular y largo, el cual esta acompañado con palmeras de los lados. Diviso al final, un Starbucks un poco escondido en la esquina. Me cruzo con muchas personas, quienes me miran de pies a cabeza. Ignoro las miradas, llego hasta el Starbucks y observo de reojo el lugar que está casi vacío. El chico detrás del mostrador está aburrido mientras que acomoda el frasco de las propinas. A su lado, la barista se mira las uñas con aburrimiento. Llego y pido un café. Me siento en una de las mesas a esperar a Rick, le envío un mensaje diciéndole que me encuentre aquí.

Reviso todas las llamadas perdidas de Key, suspiro en lo bajo. No puedo creer que me sienta culpable por no haberle llevado los lapices. En un mensaje de texto, le explico brevemente dónde estoy y porque no puedo presentarme en Everdeen hoy.

Media hora después, alguien carraspea frente a mi. Elevo la mirada de la pantalla de mi celular y me quito los auriculares.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta Rick frunciendo el ceño. Veo que se ha dejado la barba, pero no ha dejado de vestirse con colores oscuros y de llevar el pelo revuelto. Se sienta en la silla a mi frente.

—Buenos días a ti también —suelto sarcástica.

—No me quejo de la visita pero, ¿por qué no estás en el colegio? Me enteré de que mamá está en Nueva York pero eso no significa que puedas faltar cada vez que quieras —me sermonea. Cruza sus brazos sobre la mesa. Luce como si las horas de gimnasio finalmente están haciendo efecto.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now