40. Quinn.

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QUINN

En lo último que pienso antes de dormirme es en lo único que no debería estar pensando. Jason. Cierro mis ojos y su sonrisa maliciosa se aparece en mi cabeza. Por más que intente pensar en otra cosa, mi mente siempre vuelve a él, a su rostro y a su forma de hablar. No de una forma platónica, no estoy desarrollando sentimientos ni me gusta Jason, sé como se siente eso y esto no lo es. ¿O sí? En este último tiempo me estuve sorprendiendo hasta a mi misma. Pienso en él constantemente porque me llama mucho la curiosidad. Cambió. Aunque tal vez yo nunca me di el tiempo de conocerlo bien antes, nunca le di el famoso beneficio de la duda. ¿Siempre fue así de gracioso y juguetón? ¿Siempre tuvo temas interesantes de los cuales charlar? ¿Tan buen gusto musical?

Doy otra vuelta en mi cama y vuelvo a oír el sonido de los truenos rompiendo en llanto en el cielo. El temporal no ha parado aún, ya lleva dos días. Sí pude volver a mi casa luego de ese día encerrada con Jason. A pesar de todo, no me quejo. Pasé una buena tarde con su compañía y eso me inquieta bastante. Tal vez sea mi ansiedad hablando.

¿Lo peor de todo? Es que mi mente vagabundea pensando en la próxima vez que lo veré.


Cuando me despierto la mañana siguiente, gruño en voz alta. Hoy es lunes y no quiero levantarme de mi cama, no quiero despegarme de las sabanas. Menos aún cuando oigo el ruido que ocasionan las gotas de lluvia contra mi ventana. 

—Quinn, ya estás grande para que tenga que venir a levantarte —me regaña mamá cuando abre la puerta de mi habitación. Abro un ojo para verla, está envuelta en su bata de seda negra y sostiene una taza de té en su mano.

—¿Hay clases a pesar de clima? —murmuro enterrándome más entre mis almohadas.

—Sí. Te quiero abajo en diez minutos.

Deja la puerta abierta de par en par porque sabe que lo detesto. Me preparo psicológicamente en mi cabeza, preguntándome si de verdad necesito las clases de historia de la señora Podds. No, creo que no. Sin embargo, diez minutos después estoy con el uniforme puesto y mis ojeras lo mejor disimuladas posible.  Reviso mis mensajes mientras bajo las escaleras. Liam sigue sin responderme.  ¿Se está vengando de mi porque no le estoy contestando seguido últimamente?

Una vez que estoy desayunando con mamá abajo, no encuentro señales de Zack por ningún lado. Su asiento está vacío y no hay rastros de que haya estado aquí antes.  Pensé que estaría molestando por aquí dado a que ahora "trabaja".

—¿Y Zack? —le pregunto a mi mamá mientras revuelvo mi café con una cuchara.

—¿Ahora lo buscas? —inquiere con las cejas en arco mientras corta con cubiertos su baguette—. Dejó su trabajo, debe estar durmiendo.

No sé porqué no estoy sorprendida.

—¿Puedo usar tu auto hoy? —le pregunto a mamá luego de agradecerle a Lily por servirme el desayuno. Afortunadamente, mamá asiente.

—Creo que ya es tiempo de que te compre un auto —insinúa ella como si fuese tan casual como decir que necesitamos comprar más pan. Me ahorro decirle que en realidad, lo iba a comprar Matthew. No ella.

» Elige un modelo y podemos ir a una concesionaria uno de estos días —afirma.

—¿De verdad? —le pregunto con la emoción subiéndome por las entrañas.

—De verdad. Compartir auto no es lo ideal. Además, Matthew estuvo insistiendo en ello pero no sabría como reaccionarías. No quiere que pienses que intenta comprarte.

Alzo mis cejas pero no refuto la idea. Tiene un punto, si eso hubiese pasado, pensaría que quiere ganarme con dinero.

—¿Dónde está Matthew ahora? —le pregunto me concentro en comer rápido mi desayuno, no tengo todo el tiempo del mundo.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora