47. Quinn.

36.5K 3K 1.1K
                                    

QUINN

Me tiro de espaldas a la cama y cierro mis ojos. Tengo sueño, pero en mi cabeza prometo no dormirme, simplemente voy a descansar un poco la vista. Fury salta a mi cama, cosa que me sorprende porque no hace eso seguido y se recuesta a mi lado. Abro solo un ojo para comprobar que de verdad saltó. Sí, lo hizo.

Entrelazo mis manos sobre mi estómago mientras repaso mentalmente qué explicación le daré a mamá sobre Fury. Dentro de una hora estará en casa y no puedo ocultarle a Fury para siempre, ya ha pasado una semana desde que lo tengo. Hice prometer a Lily y a Zack que no le digan nada a Natalie antes de que llegue.

Si le cuento la historia completa, ella va a pensar que lo hice para impresionar a Jason. Natalie tiene esa forma superficial de entender este tipo de cosas. Aunque no voy a mentirme a mi misma, sí me sentí mal por haber malinterpretado las cosas en aquella conversación con Jason y para enmendar las estupideces que salieron de mi boca acepté a ir al refugio sin haberlo pensado demasiado. Pero apenas vi a Fury echado en esa jaula de olor moribundo y con el pelaje sucio, quise llevármelo.

Ayer mi terapista me dijo que quizás acepté a un perro con cáncer porque su debilidad y merced me recuerdan a mi misma. Entonces, sí Fury se salva, metafóricamente, yo también. Entonces yo le alcé una ceja y le respondí que no era así, que lo adopté porque quise y sin una razón de trasfondo tan grande como esa. Ella me dio la misma mirada que me viene dando hace un mes y asintió. Luego me dijo que un perro sería bueno para mi humor y que me haga compañía. Me sentí como una señora de noventa años cuya familia se olvidó completamente de ella y necesita la distracción amorosa de un perro.

Tocan la puerta de mi habitación e inflo mi pecho de aire. Esa es Natalie, oigo la puntas de sus tacones hacer ruido contra el suelo hace unos cuantos segundos. ¿Cómo puede ser que haya pasado una hora? Fury a mi lado ni siquiera se inmuta. Acaricio su pelaje justo cuando la voz irratada de mamá me pide que abra.

Eso hago y me ocupo de salir para que no vea a Fury durmiendo como los dioses en mi gigantesca cama y comience a chillar. No sé que opina mamá sobre los perros pero deduzco que por algo no tuve uno nunca en mi vida.

Natalie me rodea con sus brazos apenas la veo. Noto que tiene puesto su atuendo "de viaje", el cual consiste en unos jeans ajustados, tacones color rojo innecesariamente altos y un blazer del mismo color arriba de una blusa color negro. Lleva su cabello en una coleta y un maquillaje muy sutil.

Inhalo su perfume a rosas, es lo único que no ha cambiado en ella desde que se casó con Matthew.

—¿Cómo estuviste? No te perdiste ninguna cita al doctor ni a la psicóloga, ¿verdad? —interroga en medio del abrazo.

—No, Zack se encargó de llevarme a todas.

—Bien. ¿Tú cómo estuviste? —se separa y me toma de las manos. Sube las suyas por mis hombros, algo que hace seguido. Cree que no me doy cuenta pero está midiendo con sus propias manos si he ganado peso o no, cosa que sí hice. Estoy a poco de recuperar mi peso normal.

Escanea mi rostro con ojos fugaces para detectar algún cambio, pero no lo encuentra. Solo se fue una semana, nada ha pasado. Sin embargo, no deja de sorprenderme. Se casó con Matthew Gallagher y algo parece haberle hecho "click" en la cabeza. Su modo perra se apagó por completo y fue reemplazado por esta madre amorosa a la cual aún, después de tanto tiempo, me sigo acostumbrando.

Capaz si es taaaaan amorosa, no tenga problemas con Fury.

—Mamá, tengo que decirte algo.

—¿Qué cosa? —inquiere apenas termino de hablar y la noto tensa. La entiendo, si viene de mi, puede esperarse desde un embarazo hasta que asesiné a alguien y ahora necesito un abogado.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora