Capítulo 16

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16 de Febrero de 1614

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16 de Febrero de 1614

La noche anterior, Gracia le dijo a Zaid que ahora que estaba recuperándose, creía conveniente que abandonara sus aposentos y se instalara en el de los huéspedes; era demasiado riesgoso que continuara allí con ella. Ana les dijo que había escuchado rumores en las cocinas sobre la supuesta identidad del «extranjero» y que era extraño que la señora lo tuviera en sus habitaciones. Ana las calló, diciéndoles que la salud de ese hombre estaba en peligro y que lo único que hacían era curarlo. La doncella dijo que quienes habían estado cuchicheando dejaron de hacerlo, pero que si deseaban acallar los rumores para siempre, no bastaba con eso, sino que había que demostrarles que Zaid no tenía ningún trato distinto al de cualquier invitado.

El chico aceptó de inmediato, por ningún motivo deseaba que ellas tuvieran problemas por causa suya, de modo que Gracia consiguió la llave de la habitación de huéspedes y trasladaron a Zaid entre ella y su doncella.

Ya tenía cuatro días en ese lugar, suficiente tiempo como para descubrir que no había baño en esa inmensa casa, sino una especie de letrina a la que las muchachas llamaban «necesarias» y que olía terrible incluso a decenas de metros antes de llegar y estando aun la puerta cerrada; aprendió que nadie podía darse un buen baño porque el agua limpia era demasiado escasa, a cambio subían una palangana con agua de lluvia que calentaban previamente en el fogón y usaban paños de lino para frotarse el sudor y la suciedad del cuerpo. También en ese tiempo comprendió que las mujeres eran tratadas como si éstas no sirvieran para otra cosa que no fuera casarse y tener hijos, aunque en realidad eran quienes hacían que todo funcionara. Por esa razón, la mayoría quería estar casada con un hombre que tuviera fortuna, pues así se casaran con el amor de sus vidas, debido a la cultura de esos tiempos, siempre iban a ser tratadas como personas inferiores.

Zaid comenzó a extrañar a su familia, a sus amigos, a su entorno; los días soleados que había en México, los rosados atardeceres que pasaban desapercibidos frente a sus ojos, la sensación de libertad que tenía al ir de un lugar a otro. Comenzó a echar de menos las duchas calientes que tomaba antes de bajar a desayunar o los momentos apacibles en que iba al baño a hacer sus necesidades; ciertamente, este sitio era gris, sin rastro alguno de sol, todos los días hacía mucho frío, había aguaceros constantemente —si no había lluvia, permanecía nublado— y la casa era casi imposible de calentarse, por estar construida con piedra.

Aunque, también había encontrado que, ahí, en Irlanda del 1614, estaba ella... Había descubierto que su presencia era similar a cuando veía el atardecer sentado en la arena a la orilla del mar junto a su familia. Sentía la misma calidez, la misma paz, la misma inspiración para componer música, con la excepción de que esta chica era más hermosa que el mismísimo sol, y lo había descubierto todo en cuatro días. No, de hecho fue cuando la vio por primera vez. Ese día se sentía como hipnotizado cuando la miraba a la cara y el efecto persistía cada vez que ella le hablaba o le explicaba algo.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora