Capítulo 30

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21 de Febrero de 1614

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21 de Febrero de 1614

Habían salido muy temprano, cuando aún no salía el sol. Las nubes en el cielo se iluminaban de vez en cuando, anunciando una tormenta, pero las lluvias eran tan frecuentes en esa parte del mundo, que Zaid ya comenzaba a habituarse.

Habían cogido un par de caballos, uno para él y otro para Gracia. Durante el camino no hablaban, pero el silencio era cómodo entre los dos. Sólo se escuchaba el galopar de los animales.

La casa de Sir Payne estaba situada en el condado de Longford, en Irlanda. Gracia le había advertido a Zaid que para llegar a Dublín el camino sería largo, la última vez que había ido a visitar a su padre junto a Sir Payn, habían hecho más de seis horas de viaje. Él ni siquiera lo pensó para aceptar, iría con ella así estuvieran a días de distancia. Siempre y cuando ellos obtuvieran la bendición del padre de Gracia para estar juntos, cualquier esfuerzo habría valido la pena.

Sin embargo su falta de experiencia montando, le estaba pasando factura en las ingles, a cada minuto era más doloroso continuar, pero aún así no se quejó. Con lo poco que conocía a Gracia sabía que si se quejaba, ella se sentiría culpable por haberlo llevado con ella y él no quería eso.

Llovió con fuerza, pero la tormenta no duró más que alrededor de una hora. Ambos chicos traían una capa para cubrirse del viento y la lluvia, pero no fue suficiente y al final estaban helados y empapados. Las nubes de pronto se disiparon y el sol apareció al fin, los árboles y caminos quedaron expuestos con la luz y ambos se sintieron más seguros y un poco más cálidos que antes.

Pasaron cerca de un lago, Gracia habló por fin.

—Este es el lago Owel —Zaid asintió, tomando nota mental—. Debemos detenernos para que los animales descansen y beban un poco de agua.

Ella no tuvo problemas al bajar del caballo, pero Zaid estaba tan acalambrado, que hizo un gran esfuerzo al apearse.

Gracia lo miró preocupada.

—¿Estás bien?

—¿Hmmm...? Ah, sí, estoy bien —caminaba con las piernas un poco abiertas, intentar cerrarlas le dolía mucho.

Ambos llevaban la mitad del camino recorrido, quizás les habían dado las ocho de la mañana.

Gracia agachó la cabeza apenada.

—Lo siento —le dijo.

—¿Lo sientes?, ¿por qué? —preguntó confundido, su voz salió ligeramente más ronca de lo habitual.

—No debí aceptar que vinieras, no estás habituado a montar a caballo —en su rostro había algo que Zaid no supo definir. ¿Acaso ella se arrepentía?

—Oye, oye —se acercó a ella y la tomó de los hombros con suavidad—, no me arrepiento por nada de haber venido contigo. Por el contrario, estoy algo agradecido de haber salido de esa casa, donde hay decenas de ojos mirándonos siempre —le sonrió.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora