Capítulo 27

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19 de Febrero de 1614

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19 de Febrero de 1614

—Francisco... Francisco, despierta.

Sanja le daba golpecitos gentiles en la mejilla para despertarlo. Él comenzó a parpadear.

—¡Creo que lo logramos, Francisco! —La albina estaba eufórica.

—¿Q-qué...? —Él claramente estaba desconcertado.

—Tenemos que apresurarnos, la luz del día se va.

Francisco se puso en pie con dificultad, se sentía mareado. Intentó dar un paso y se desequilibró, por poco se cae. Sanja se apresuró a sostenerlo.

—¿Amor, estás bien? —Se preocupó.

—S-sí... creo que sí —se llevó una mano a la nuca.

El chico sintió húmedo su cabello, se llevó la palma de la mano frente a sus ojos y vio sangre.

—¡Rayos! Estás herido —rodeó a su novio para verle la nuca y le revisó el cuero cabelludo con cuidado. Llevaba el pelo un poco largo y la herida no se notaba a simple vista, pero la encontró. Tenía clavada una pequeña piedra, del tamaño de un guisante.

—Ughh... espero que esto no te duela mucho, amorcito —dijo Sanja.

—¿Qué tengo? —Preguntó asustado.

—Nada, sólo una piedrita, espera... —con cuidado la pellizcó entre sus dedos y la sacó. Continuaba saliendo sangre— ¿Te sientes bien?

El cielo se estaba tornando oscuro, el sol se estaba poniendo. El frío arreció.

—S-sí... estoy bien. Hay que irnos, hace mucho frío.

Sanja encontró el cristal a unos cuantos pasos de donde ellos se situaban y lo cogió. Lo metió a la mochila de Francisco.

Estaban en una especie de claro y había muchos árboles alrededor.

—Según Zaid, debemos avanzar hacia la colina y desde ahí visualizaremos la casa.

El muchacho asintió y tomó la mano de su novia.

Comenzaron a caminar, se escuchaban las hojas y las ramas secas crujir bajo sus zapatos. Los dos estaban usando sus tenis Converse. Los de él rojos, los de ella blancos, impolutos, como su piel.

—Ah, ahí está la colina —dijo ella luego de un rato de caminar.

El sol ya se había ocultado. Se escuchaban distintos sonidos nocturnos, como lechuzas y cigarras.

La colina ahora se erigía frente a ellos, a unos doscientos cincuenta metros. Comenzaron a subirla, Francisco se veía cansado, Sanja pensó que el golpe lo había afectado un poco más de lo que él decía, pero estaba comportándose muy valiente, no se estaba quejando ni había dicho nada referente al miedo o algo por el estilo, y eso era un gran avance.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora