13. Cena bajo la luz de la cocina

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Macy, Erik y yo pasamos la siguiente hora buscando en cada libro todas las secciones que mencionaran algo relacionado al tema que íbamos a exponer. Al parecer, el club se preparaba todos los años para realizar una presentación en un evento anual que se realizaba a fin de año y duraba varios días.

En un día normal, la idea de tener que cargar con otra responsabilidad cuando ya me encontraba tan ocupada me habría puesto de mal humor. Pero este no era un día normal. No,e, este era el día en el que perdí la cabeza.

Todo en lo que pude pensar mientras anotaba páginas de libros y descripciones en una libreta era en él. En su cabello rubio, sus ojos azules, su sonrisa tierna mientras acariciaba mi cabeza y ese estúpido —muy estúpido— apodo que me puso.

«Puede ser que no me guste», pensé mientras me comía las uñas «A lo mejor sólo estoy reconociendo que es lindo».

¡No! ¿A quién estaba engañando?

Él me gustaba. Verlo me hacia sonreír y cada vez que lo tenia cerca, mi corazón daba un vuelco.

—Tengo que irme.

Me levanté de golpe de mi asiento, faltando sólo diez minutos para que acabara la hora, y salí del aula sin despedirme ni dar explicaciones. Macy dijo algo que sonó a regaño un regaño, pero no la escuché.

Avancé a paso rápido por el pasillo de la escuela, ahora desierto, y me tapé boca, como si con eso pudiera ocultar mi sonrojo. Todo lo que pude oír fue el repiqueteo de mis zapatos por el suelo encerado. O tal vez era el golpeteo de mi corazón contra mi pecho, a punto de salirse.

No podía ver a Drake así. No sabía qué me estaba pasando, pero hasta que lo descubriera, tenía que evitarlo.

Aproveché mis diez minutos de ventaja y tomé el autobús hasta casa. Una vez que llegué y finalmente estuve sola, me dejé caer en el suelo de la entrada y me cubrí el rostro con las manos.

—¡¿Qué voy a hacer?!

Comencé a dar vueltas por toda la casa. La escalera de madera se quejó cada vez que descendía, nerviosa, sin propósito alguno.

¿Cómo iba a mirarlo a los ojos ahora? ni siquiera sabía como se suponía que debía de solucionar este problema. Aún estaba en pleno proceso de ruptura, y tampoco es como si quisiera que las cosas avanzaran entre nosotros ahora mismo. Tenía muchos problemas que solucionar.

+Por que tenia que ser tan inoportuno!

Mi teléfono vibró en mi mano cuando iba por la quinta vuelta alrededor de la cocina. Por un momento temí que fuera un mensaje de él o, peor, de mi ex. Pero no fue de ninguno de los dos.

Mamá: ¿Será que mi hija vendrá a verme algún día?

Mamá: ¿O moriré de vejez antes de ver su rostro otra vez?

Mamá: Tal vez si la quito de mi testamento eso la haga reconsiderar lo que es verdaderamente valioso en la vida.

Mamá: Yo, por ejemplo.

Tomé un descanso de mi crisis amorosa para responderle algo rápido:

Sophie: Deja de hablar sola.

Mamá: Esta niña, tan malagradecida. Y pensar que yo le había comprado regalos.

Tomé asiento en la mesa, interesada.

Sophie: ¿Qué regalos?

Mamá: Ven a verme y descúbrelo.

—Ah, el chantaje —murmuré.

Cambio de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora