28. Los pavos de foamy salvan el día

96.3K 9K 4.3K
                                    

—Estás mintiendo —repetí.

Junté las cejas en un desafío silencioso. Lo estaba retando a contradecirme. Lo que él decía no tenía sentido en absoluto. No con el Drake que yo había conocido. Y, sin embargo, había una gotita de incertidumbre dentro de mi pecho.

¿Y si yo le gustaba, pero lo que lo motivó a hacer ese viaje fue en realidad el quedar bien con mis padres?

El rostro de Drake se suavizó antes de cerrar los ojos y suspirar, como si le aliviara mi reacción.

—Por supuesto que estoy mintiendo —dijo—. Pero ahora ya sabes lo que siento. La diferencia es que lo que tú hiciste, si fue cierto.

Retrocedió un paso, como si fuera a marcharse, pero yo no iba a permitírselo.  Descolgué mi mochila del hombro y se la arrojé. Drake la tomó con sorpresa y se detuvo.

Yo arremetí contra él.

—¡¿A dónde crees que vas?! —le grité. Pude ver cómo su expresión mutaba de la confusión al terror. Él me había visto enfadada una docena de veces, pero jamás de verdad, y mucho menos contra él—. ¿Así que intentabas darme una lección? —Acorté la distancia entre nosotros y lo empujé. Drake estaba tan sorprendido que se dejó mover y tuvo que retroceder otro paso—. ¿No te bastó mi disculpa? ¿Qué pensaste? ¡¿"No se ve tan arrepentida, así que voy a hacerla sufrir un rato”?! ¡¿”Voy a jugar con sus problemas de confianza”?!

—¡No, eso nunca fue lo que quise…!

—¡No vuelvas a hacer algo así! —Le lancé mi saco, rabiosa, con los ojos llorosos. Drake usó mi mochila de escudo. Cuando la vi, intenté recuperarla—. Dame eso.

Él me entregó la mochica, apenado. Su rostro era una mezcla de arrepentimiento y preocupación, como si no hubiera esperado que reaccionara de esta manera.

Me tuve que decir a mi misma que no todos eran perfectos y mucho menos inteligentes, para no seguir atacándolo.

—De verdad lo siento —dijo. Su voz hizo eco en todo el salón de actos—. Lo siento. Sólo quería probarte mi punto. Fue una estupidez.

—¿Y qué? —Abracé mi mochila, furiosa y dolida, y ahora fui yo la que retrocedió—. ¿Acaso tu disculpa vale más que la mía? ¿Por qué tendría que perdonarte cuando tú no me has perdonado a mí?

Él se dejó caer sobre uno de los asientos de la primera fila, como si estuviera cansado. Me miró ceñudo, con las manos sobre su regazo.  Su cabello, aún mojado, se veía más oscuro y eso le daba cierto filo a su rostro.

De haber seguido de pie, se habría visto bastante intimidante, pero al estar sentado, tuvo que levantar la cabeza para verme y la imagen me recordó más a la de un niño que estába siendo regañado.

—Porque ya te he perdonado, tonta. No estoy enojado contigo —dijo y giró el rostro para no seguir viéndome—. Pero me molesté pensando que para ti esto no era la gran cosa. A eso estaba yendo cuando la conversación se degeneró.

—Por tu culpa.

—Sí —farfulló algo que no llegué a comprender, con la vista aún apartada—. Por mi culpa.

Me aclaré la garganta.

—Me alegra que hayas reconocido que tengo la razón.

Drake respiró hondo y apoyó el codo en el apoyabrazos del asiento. Finalmente volvió a mirarme.

—Lamento lo que dije. —Me extendió su mano libre. No entendí qué era lo que quería, así que dejé la mía sobre la suya. Él la llevó a sus labios y besó el reverso. Luego, descansó su rostro contra mi palma—. Esa noche de la fiesta fui a verte porque me destrozó escucharte llorar. —Cerró los ojos—. Y pensar que ahora fui yo el que lo hizo.

Cambio de corazónWhere stories live. Discover now