16. Mermelada de arándano

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Desperté con una mano en el pecho de Drake.

Por un momento olvidé todo lo que había sucedido la noche anterior y me llevé la sorpresa de mi vida al sentir bajo mi mano los latidos de su corazón, su pecho subiendo y bajando con la paz que sólo tiene alguien que duerme.

Entonces, recordé los últimos hechos: él rescatándome en el bar, la cena, su beso en mi mano, la conversación por teléfono.

«Sophie, haría cualquier cosa que me pidieras».

Sentí calor en todo el rostro, avergonzada, pero afortunadamente él seguía durmiendo.

Drake estaba boca arriba, con sus rizos caídos hacia atrás y la manta hasta la cintura. Su mano aún se aferraba a la mía con suavidad y sus labios se habían separado sólo una fracción. Sus cejas, gruesas y rubias, estaban relajadas. Así, visto desde arriba y con la luz del día que entraba por la ventana, parecía el príncipe de un cuento de hadas.

¿Acaso él debía ser despertado con un beso?

—¿Ese es tu amigo?

La voz de mamá me hizo levantar de golpe. Solté el agarre de Drake y me senté en el sofá. Las mantas cayeron a un lado y de repente sentí frío.

Mamá estaba parada detrás del sofá y miraba a Drake mientras comía un yogur. Ya no llevaba puesto el traje de ayer, sino algo más relajado: una simple playera de algodón negra y pantalones del mismo color.

—¡Mamá! —susurré y me llevé la mano al pecho—. No me asustes así.

Ella rodó los ojos y continuó comiendo. Su cabello estaba perfectamente peinado, aunque ella lo tenía tan corto y lacio que no le costaba mantenerlo perfecto. Yo, por otro lado, al llevarlo siempre trenzado y quemarlo con el tinte, acababa con el cabello repleto de nudos cada vez que despertaba.

Me llevé las manos a la cabeza y comencé a painarme con las manos.

—¿Este es el chico del que me hablaste? —lo señaló con la cuchara—. Es más lindo que Dylan.

Le eché otra mirada a Drake, aún en el suelo. Su mano seguía sobre su pecho.

La noche anterior había puesto en aviso a mamá de que un amigo se quedaría a dormir. No di muchos detalles porque 1) no quería, y 2) estaba un poco ebria y me costó teclear el mensaje. Pero esa era la razón por la que ahora mamá no estaba gritando porque había un extraño en el piso de su living.

Le di un segundo pensamiento a lo que dijo sobre Dylan y comencé a tener dudas.

Desde que había llegado el día anterior, mamá jamás lo había nombrado, algo que era raeo. Ella sabía que él era mi novio y, de hecho, siempre que la visitaba me preguntaba cómo se encontraba.

¿Y ahora hacía ese comentario?

—Mamá… —Apoyé el brazo sobre el respaldo, aún hablando en voz baja para que Drake no oyera. Mamá me levantó una ceja—. ¿Papá te dijo algo sobre Dylan?

Ella abrió los ojos de golpe y, sin responder, huyó hacia la cocina.

Me puse de pie de inmediato y rodeé el sofá para seguirla. El piso se sintió frío contra las suelas de mis pies y caminé lo suficientemente rápido como para que los pasos se oyeran como aplausos graciosos.

—¿Cuál sería el problema si me hubiera dicho algo?

—¡¿Papá te dijo algo?!

Me sentí traicionada. Podía entender que le dijera a mamá cosas sobre mí, como mi desempeño en clases. Pero ¿Por qué la ponía al tanto de algo tan personal que yo no le había querido contar?

Cambio de corazónWhere stories live. Discover now