Epílogo

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Jamás me gustaron los bailes escolares. Eran aburridos, encontrar un vestido me estresaba y la única manera de que la pasaras bien era si ibas con tu grupo de amigos o tu pareja. La primera opción, por razones obvias, jamás me funcionó.

Intenté ir una o dos veces con Dylan cuando comenzamos a salir, pero él siempre acababa juntándose con su grupo de amigos y yo era demasiado tímida como para participar en las conversaciones, así que acababa sentada en algún rincón oscuro mientras leía algún fanfic en mi teléfono hasta que Dylan recordaba que yo existía.

Por eso, cuando las chicas comenzaron a hacer planes sobre el vestido para el baile de invierno, sobre cómo iríamos y qué haríamos antes, me puse nerviosa. Ellas dieron por sentado que yo asistiría y me dio mucha pena decirles "chicas, no quiero ir. No me gustan los eventos sociales".

Afortunadamente para mí, durante un almuerzo en la escuela, los chicos decidieron que iríamos como grupo y no por separado. Después de todo, Erik no tenía pareja y él era el único de nosotros con un auto propio.

—Tal vez, si fuera más amable con las chicas, podría conseguir una cita —lo critiqué el día del baile, porque para eso estábamos los amigos.

Levanté los pies sobre el escritorio de Drake y me mecí en su silla. No había vuelto a la habitación de Drake desde la primera vez, porque tanto él como yo preferíamos pasar el rato en mi casa. Desde la última vez que estuve aquí, la decoración había cambiado un poco. Ahora se veía más como la habitación de un ser humano, habían rastros de su personalidad: algunos pósters de películas en la pared y páginas que parecía haber fotocopiado de libros muy viejos con información de sucesos antiguos, su uniforme de fútbol colgando de la puerta de su armario. De su estantería habían desaparecido todos los trofeos de Lindsay y ahora en él se lucían algunas baratijas y cajas pequeñas. Incluso tenía las cartas de exodia juntas y enmarcadas.

Aquello me pareció una muy buena señal.

Galia y Macy cuchicheaban dentro del baño de la habitación de mi novio mientras terminaban de maquillarse para el baile y Drake estaba sentado en el alfeizar de su ventana, con su traje ya puesto, leyendo un libro.

Drake con traje era una bendita desgracia. Se había puesto una camisa que a mi parecer era más transparente y más ajustada de lo que debería ser y la llevaba con los primeros botones desabrochados. Tanto su saco como su pantalón eran de un azul marino que hacía ver su cabello y sus ojos mucho más claros de lo que ya eran.

Al oír lo que dije, levantó la mirada de su libro y me levantó una ceja.

—No es que Erik no consiga cita, Sabionda. —Respondió divertido—. Es que no quiere una.

—¿Por qué no querría? —preguntó Galia desde el baño, chismosa.

En ese momento se oyeron los pasos de alguien al llegar. La puerta de la habitación de Drake estaba abierta, por lo que ambos vimos a Erik aparecer en la entrada con una corbata en la mano. La que se había olvidado en su auto.

—No tengo ganas de pasar todo el baile con una desconocida cuando simplemente puedo ir con amigos —dijo mientras entraba—. ¿Cómo era el nudo de la corbata?

—Déjame ayudarte.

Drake bajó del alfeizar de un salto, al rescate de su amigo, y le ayudó a acomodarse y anudarse la corbata mientras Erik resoplaba.

—Lo estas haciendo mal.

—¿Cómo sabes que lo estoy haciendo mal?

Drake se agachó para ver mejor el cuello de su amigo sin dejar de trabajar en la corbata. Erik gesticuló algo con las manos que no tenía sentido.

Cambio de corazónWhere stories live. Discover now