17. El turista violento que roba novias

130K 11.6K 9.3K
                                    

Estaba besando a Drake.

Bien, que no cunda el pánico. Aquí no estaba sucediendo nada que no pudiera controlar. Sólo tenía que respirar hondo y…

¡Estaba besando a Drake!

AAAAAAH.

Intenté no demostrar en el exterior todas las emociones que estaba sintiendo en ese momento y me aferré a su hombro. Cuando finalmente nos separamos, me sentí un poco atontada, como él hubiera tomado todos mis pensamientos y los hubiera sacudido dentro de mi cabeza.

Pero, si debía de ser honesta, así era como me sentía cada vez que estaba cerca de él. Sólo que ahora esa sensación era potenciada al cien por culpa del maldito beso.

Cuando pude ver su rostro, me encontré con sus ojos del azul más intenso fijos en los míos. Sentí su mano, cálida, contra mi mejilla, e incliné la cabeza ligeramente para dejar que acunara mi rostro. Debía de verme como una estúpida, mirándolo tan embobada.

No me importaba.

Él, en cambio, se veía entre cautivado y sorprendido, como si acabara de descubrir algo en ese beso.

—¿Estás bien? —susurré.

Sin soltarme, separó sus labios sólo una fracción.

Mi teléfono comenzó a sonar sobre la mesa. Drake desvió su atención y cerró la boca. Estuve dispuesta a ignorar lo que sea de lo que se tratara, hasta que vi cómo su frente se arrugaba.

Solté su hombro y me volteé. Su mano en mi cintura no se movió de su lugar, incluso cuando recogí el teléfono de la mesa y desbloqueé la pantalla.

Tenía mensajes de Brenda. No uno, ni dos, sino varios. Los primeros eran de anoche, justo después de que abandoné la fiesta, y me preguntaba si estaba bien. Los últimos eran de ahora, donde me envió un “creo que tenemos que hablar” y luego me preguntó cuándo podríamos vernos.

—¿Quién es ella? —Drake se pegó más a mí para poder espiar la pantalla.

Su mentón quedó apoyado en mi hombro y su cabello me hizo cosquillas en la mejilla.

Intenté respirar. Me costó mucho.

—Una persona no grata —murmuré sin apartar la vista de la pantalla—. Estaba en el equipo de fútbol conmigo y sabía todo.

De eso no me cabían dudas.

¿Desde hace cuánto lo sabía? No tenía idea, pero si era la hermana de Cecilia, probablemente desde el comienzo. Y me lo estuvo escondiendo.

Su agarre se apretó en mi cintura, como si quisiera darme ánimos, y funcionó.

No sabía que sería de nosotros dos después de ese beso, pero no iba a negar que estaba disfrutando de los avances que él hacía. No pensaba rechazarlo en absoluto. Él me gustaba demasiado y quería ver qué tan lejos podíamos llegar.

—¿Irás a verla? —preguntó y me devolvió al presente.

Volví a enfocar la mirada en el cúmulo de mensajes y medité un momento.

De querer, no quería verla. Pero, al mismo tiempo, me preguntaba qué era lo que tanto quería hablar. Quizá sólo intentara justificar sus acciones para sentirse mejor, o quizá de verdad tuviera algo importante que contarme. Sabía que era masoquista volver para saber más al respecto. Dylan estaba saliendo con otra chica y ya está. Debía olvidarlo y dejar todo atrás.

Pero necesitaba saber el por qué, el desde cuándo, el cómo. Incluso aunque eso me rompiera aún más el corazón. Tal vez era lo que necesitaba: que alguien me lo hiciera trizas, para que ni yo, ni nadie más, pudiera volver a reconstruirlo. Así no podría volver a quererlo ni a ilusionarme, por más que quisiera.

Cambio de corazónWhere stories live. Discover now