37. Esperan por mí

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De alguna manera terminamos los cuatro juntos, sentados uno al lado del otro en la oficina del director. Drake y Dylan por razones obvias debieron ocupar los asientos de las puntas, por lo que Cecilia y yo acabamos sentadas una junto a la otra.

Pude sentir su ira salir de su cuerpo durante todo el tiempo que estuvimos ahí encerrados los cuatro mientras éramos regañados y luego recibíamos una extensa charla sobre el bullying, la convivencia y la violencia escolar.

Como si eso fuera poco, luego el director se tomó la libertad de aconsejarnos que dejáramos de lado las relaciones románticas y nos enfocáramos más en los estudios. Yo era una de las mejores de mi clase, pero no pensaba decirle eso, porque sabía que corría el riesgo de alargar más la conversación. Así que me limité a hundirme más en mi asiento, completamente roja.

—Por supuesto, los directivos de su institución deberán de encargarse de ustedes. —El director apuntó su mano con la palma hacia arriba y las puntas de sus dedos nos señalaron a Drake y a mí—. Ellos decidirán el castigo que les corresponda.

No dije nada. No iba a gastar energía defendiéndome cuando lo que creyera no influiría en mi castigo final.

—Y ustedes, muchachos. Estoy tan decepcionado de ustedes. —Negó en dirección a Dylan y Cecilia—. Ese comportamiento. Me han avergonzado a mí, a sus profesores y a todos sus compañeros. Y ni hablar de sus padres, que están esperando afuera por ustedes.

El director señaló la puerta de su oficina. Desde adentro no se podía ver el exterior porque no había una sola ventana, pero debíamos creerle.

Y así fue.

Después de ese regaño nos hizo salir y afuera nos encontramos con nuestros padres.

Tanto los padres de Dylan como los de Cecilia estaban en el lado derecho de la puerta, mientras que papá y el entrenador de nuestro instituto aguardaban en el lado izquierdo. Cuando nosotros salimos, ellos tuvieron que entrar. Papá simplemente pasó su mano por mi cabello sin decir nada antes de desaparecer dentro de la oficina.

Afortunadamente no nos quedamos los cuatro a solas, pues allí estaba mi antigua profesora de arte haciendo guardia. Y Nora.

—Hola, amor. —La mujer me sonrió y sus ojos se achicaron. Ella estaba parada junto a la profesora de arte y sostenía entre sus brazos su abrigo y el mío.—. Debes de estar cansada. Toma asiento. —No estaba cansada de esa manera, pero no iba a decirle que no a Nora jamás, por lo que ocupé uno de los asientos del lado izquierdo de la oficina y Drake ocupó el vacío a mi izquierda—. Ah, tú debes de ser Drake. Yo soy Nora, la novia de Marcus.

Drake no supo qué responder. Se enderezó en su asiento y abrió y cerró la boca un momento antes de formar un "encantado" que ella respondió con un "pero qué niño tan educado" que lo hizo sonrojarse.

Lo sé, Drake. Yo también caí a sus pies en menos de diez segundos.

La profesora de Arte les ordenó a Dylan y Cecilia que ocuparan los otros dos asientos libres, a la espera de que nuestros tutores salieran. Esta vez fue Cecilia quien ocupó el asiento de la otra punta, por lo que Dylan acabó a mi lado.

Miré al extenso pasillo que se alargaba frente a nosotros e iba revelando la hilera de puertas que daban a los salones. Las luces ahora estaban encendidas y aún se oía la música y las voces de quienes aún no regresaban a sus casas. Me sentía afortunada de que el instituto estuviera desierto por dentro, porque de otra manera esto sería demasiado vergonzoso.

—Espero que estés contenta con todo lo que has hecho —murmuró Cecilia.

La profesora dijo su nombre en advertencia. Nora nos pidió que no peleáramos.

Cambio de corazónWhere stories live. Discover now