36. Él y yo no somos tan distintos.

95.7K 8.7K 3K
                                    


Aprovechamos el caos que se generó dentro de la cancha para escabullirnos afuera. Un chico de un metro ochenta y seis y una chica de cabello azul no se veía como la dupla más discreta, por lo que temí que alguien pudiera seguirnos. No obstante y en contra de todo pronóstico, conseguimos mezclarnos entre la multitud.

Por fortuna conocía este instituto de memoria después de haber estudiado mis primeros años aquí. Sabía qué caminos eran más transitados y cuáles no, o qué sitios estaban más ocultos a la vista de cualquiera.

Corrimos sólo hasta que nos alejamos lo suficiente. Luego, para no llamar la atención, caminamos hasta una de las puertas traseras del instituto.

La abrí y los dos entramos a la cocina. Todo estaba oscuro y ordenado, como si nunca hubiera sido habitado. Una de las canillas del lavabo goteaba y el sonido del agua golpeando contra la pileta vacía llenaba el silencio de la sala.

—Ven —susurré.

Estreché su mano y los dos cruzamos el comedor. Corrimos por varios pasillos hasta que encontramos el gimnasio, el único de los salones que no estaba cerrado con llave, y nos sentamos debajo de las gradas. De esa manera, cualquiera que pasara por delante de las puertas no podría vernos.

—No puedo creer que lo golpeé. —Drake apoyó la espalda contra la pared y tomó una larga bocanada de aire, exhausto—. Nos he metido en problemas a los dos.

—Yo también lo habría golpeado si eso no fuera violencia doméstica.

Apoyé las manos sobre mis muslos y tomé aire. No me di cuenta de que estaba temblando hasta ese momento y no sabía si era producto de la pelea entre ellos dos, o todo lo que me habían dicho.

Yo sabía que jamás me había llevado bien con la mayoría de los estudiantes de aquí, pero aún así los conocía. Había compartido almuerzos con ellos, clases e incluso algunas conversaciones. Y, sin embargo, no dudaron en reírse de mí frente a todos mientras era humillada.

—No puedo creer... —Me pasé el antebrazo por el rostro con furia. Mis ojos ardían y no podía ver con claridad—. Todos se estaban burlando de mí.

La voz me falló al final de la oración y antes de que pudiera terminar de hablar, los brazos de Drake ya me estaban cubriendo. Él apoyó el mentón sobre mi cabeza y me dejó hundirme en su pecho.

—Lo siento mucho, Sophie. —Deslizó su mano por toda mi espalda en busca de reconfortarme—. No llores por ellos. No lo valen.

—¡Pero tú no la escuchaste! —Apoyé las palmas en su pecho e intenté separarme, pero él no me dejó, así que cerré las manos en su camiseta con furia—. No escuchaste lo que ella dijo. Todo este tiempo...ni siquiera cuando éramos novios. No es sólo que me engañó y ya no me quiere. —Intenté separarme de nuevo y esta vez sí pude. Di un paso hacia atrás y me sequé las lágrimas con la parte baja de las palmas—. Es que nunca me quiso. Nunca. Y yo jamás lo vi.

Ese estaba siendo un golpe muy grande a mi autoestima. Porque yo siempre había creído que, como persona, jamás había sido interesante para nadie. Por eso la gente no quería pasar tiempo conmigo, por eso no tenía amigos. Y el saber que incluso mi ex novio sólo estuvo conmigo a la fuerza...

¿Cuánta más lástima iba a dar?

—Debió de haber algo mal con él si nunca te quiso.

—Sólo dices eso porque eres mi novio. —Sacudí la cabeza. Quería dejar de llorar, pero las lágrimas seguían saliendo—. Y ahora estoy llorando por él delante de ti otra vez. Por dentro seguro me odias.

—Yo no soy Dylan. Ya te lo he dicho. —Me advirtió. Su tono se volvió repentinamente más serio y sentí que me estaba regañando—. No me gusta que me compares con otras personas.

Cambio de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora