Un beso en París - Stephanie Perkins

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▪ Esto es todo lo que conozco de Francia: Madeline y Amélie y Moulin Rouge. El Arc de Triomphe y la torre Eiffel, aunque no tengo ni idea de cuál es su función

▪ Es difícil hacerlo salir al mundo exterior cuando se pone a leer.

▪ -Tu primer fin de semana sola, sin padres, en París. ¿Y tu plan es pasártelo en tu habitación?

▪ Las luces de la ciudad se reflejan en las ondas del agua. Inspiro profundamente. Es precioso.

▪ -Ponte encima de la estrella y pide un deseo.

▪ La cosa que no debería querer, la cosa que no puedo tener.

▪ -Me gustas -dice.
Mi cuerpo se ha quedado rígido.
-Y no como amiga.

▪ ¿Tenemos que hablar de ello o es mejor que haga como si nunca hubiera sucedido?

▪ Daría lo que fuera por estar en casa.

▪ Paseamos por la orilla del Sena. Hay luna llena y las farolas están encendidas.

▪ -Volvamos a casa -dice, y la palabra hace que mi corazón lata con fuerza.
Casa. Mi casa también es su casa.

▪ Deja caer la cabeza contra mi hombro. No me atrevo a moverme. Empieza a salir el sol y el cielo se tiñe de rosa y naranja. Me recuerda a un sorbete.

▪ No quería que pasara, pero pasó.

▪ Ojalá estuviera en París.

▪ Me he enamorado de mi mejor amigo.

▪ Ahora entiendo por qué la gente no para de hablar de París en primavera.

▪ estamos en el mejor parque de todo París, pero yo creo que es el mejor parque del mundo entero.

▪ Ojalá los amigos pudieran cogerse de la mano más a menudo, como los niños que veo por la calle.

▪ Es tan guapo, tan perfecto... Estoy mareada. Mi corazón late, mis pulsaciones se aceleran. Inclino la cabeza hacia él, que replica con un gesto idéntico. Cierra los ojos. Mis labios están a punto de rozar los suyos.

▪ -Golpea la puerta con más fuerza-. Anna, por favor. Tenemos que hablar.

▪ ¿Hasta cuándo aguantarán mis sentimientos antes de romperse?

▪ El silencio es ensordecedor.

▪ A veces creo que hay un número limitado de oportunidades para estar con alguien, y nosotros lo hemos estropeado tantas veces -bajo la voz- que ya no hay nada que hacer.

▪ No tengo palabras. Me quedo mirando los tejados de París.

▪ Atardece y una brisa cálida entra por mi ventana.

▪ Tiene los labios suaves como el terciopelo y nos besamos hasta que las farolas se encienden.

▪ La mayoría de la gente saldría corriendo.
-Yo no soy la mayoría de la gente.

▪ Porque tenía razón. Para nosotros dos, «casa» no es un lugar. Es una persona.
Y estamos en casa.

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