Maldito Romeo - Leisa Rayven

2.8K 29 7
                                    

▪ A quién diablos voy a engañar? Sí, claro, puedo interpretar una obra apasionada con mi examante, que me rompió el corazón, no una, sino dos veces. No hay problema.

▪ Encima aparece con un aspecto más atractivo que nunca. Qué asco

▪ Cada vez que he confiado en él ha acabado rompiéndome el corazón.

▪ -¿Todo bien? -Marco enarca las cejas.
-Sí. Genial -digo risueña, y es como remontarme al primer año en la escuela de arte dramático, diciendo lo que otros quieren oír para que estén contentos aunque yo no lo esté.

▪ Tiene una de esas caras que te hace detenerte cuando estás hojeando una revista. No es el prototipo de guapo; es más bien fascinante.

▪ siempre me cuidaba de ser la Cassie que esperaban que fuera: feliz, afable, complaciente; lista, pero no intimidatoria. Guapa, pero no deseada. La que hacía de intermediaria cuando a alguien le gustaba un chico, pero nunca la que le gustaba.

▪ Cuanto más tiempo paso con él, más invade mis sueños. Me resisto a recordar, pero él se cuela

▪ Después, me abraza como si no deseara soltarme jamás

▪ Qué estúpida, romántica e ingenua soy. Yo veía lo que deseaba ver. Sentía lo que deseaba sentir.

▪ -¿No es ese el sentido de la vida? ¿Encontrar a la única persona del mundo que sea tu pareja ideal?
-En realidad, Taylor, el sentido de la vida es no morir. Romeo y Julieta fracasaron en ese sentido.

▪ -Una opinión no tiene por qué ser cierta para nadie más en el mundo que para ti. Deja de intentar agradar a todos y di simplemente lo que piensas, joder.

▪ Me dan ganas de abofetearte porque olvidas todo lo que te hace ser una tía simpática, divertida y... Cassie, te conviertes en una especie de Autobot complaciente que intenta ser lo que la puta gente espera en vez de ser tú misma.

▪ -¿Sabes? Un sabio dijo en una ocasión: «El amor no puede encontrarse donde no existe, ni ocultarse donde realmente existe». Piensa en ello.

▪ -No puedo interpretar este papel, Taylor. Soy incapaz.-Erika opina lo contrario.
-Sí, bueno. Erika se engaña a sí misma. Piensa que soy alguien que no soy.
-O quizá tenga fe en quien puedas llegar a ser.

▪ -Ya puede tener toda la fe del mundo; lo único que soy capaz de ofrecerle es un maldito Romeo.
-A lo mejor eso es lo que quiere. El Romeo perfecto es aburrido. Es más interesante observarle luchar contra sus emociones. Ya sabes, que supere sus inseguridades.

▪ -A veces la gente levanta murallas, no solo para mantener a los demás fuera, sino también para comprobar quién se molesta en derribarlas, ¿entiendes?

▪ -¿Por qué tienes que decir esas cosas?
-¿El qué?
-Esas cosas que hacen que me gustes. Me da rabia, joder.

▪ Sé que está a punto de decir algo profundo, sabio y que va a cabrearme a base de bien. Diga lo que diga, tendrá razón. Siempre tiene razón. No soporto eso de él.

▪ -Si encuentras la manera de perdonarle, entonces tal vez..., solo tal vez..., puedas dilucidar cómo volver a ser feliz. Con o sin él en tu vida.

▪ Quiero dejar de obsesionarme contigo. Duele demasiado.

▪ El amor es una debilidad.
Eso no es lo único que Holt me enseñó, pero sí lo que mejor recuerdo.

▪ -¿Algo de lo que te he dicho esta noche hace que me odies un pelín menos?
-Puede.
-¿Un poco o mucho?
-Un poco.
-Entonces ha valido la pena.

▪ Ahora todo va mal porque tratamos de canalizar nuestra atracción enfermiza a través de nuestros personajes.
Fingimos no sentir.

▪ -Querida Cassandra, a veces no es cuestión de intentar arreglar algo que se ha roto; a veces es cuestión de empezar de nuevo y construir algo distinto. Algo mejor.

▪ Yo intenté convencerme a mí mismo de que no quería nada de ti y acabé perdiéndolo todo.

▪ De repente me encuentro muy cansada. Tengo la sensación de que siempre estoy luchando por estar con él, mientras él lucha por apartarme de su camino.

▪Esta es la sensación que produce el amor: que ya no eres tu propio dueño; que te arrastra de lo que sabes a lo que sientes.

▪ -Solo he tardado tres años en darme cuenta de que el hecho de no decirla no me ayudaba a negar mis sentimientos. Amarte o no amarte no dependía de una palabra. Era un mero hecho.

▪ -No tienes ningún miedo a esto, ¿verdad? -pregunta en voz baja. Me hace gracia.
-Por supuesto que sí. Me aterroriza. Tú me aterrorizas. Pero no lo bastante como para pensar que no mereces la pena.

▪ Al sentarnos, me dejo caer pesadamente y cierro los ojos. Siento un fuerte vacío de congoja dentro de mí y, aunque no lo he notado hasta ahora, supongo que ya lleva ahí tiempo. Es la parte de mí que desea a alguien especial, alguien que me quiera lo bastante como para ser valiente. Alguien que me estreche entre sus brazos hasta que no se distinga dónde acaba él y dónde empiezo yo.

▪-No puedo vivir sin ti y, por encima de todo, no quiero. Así que adelante, despotrica todo lo que quieras, pero aquí estaré cuando hayas acabado. ¿Entendido?

▪ No sé por qué me sorprendo tanto. ¿Acaso pensaba que mi discursito bajo la lluvia iba a disipar todas sus inseguridades? Ni yo soy tan ingenua.
Y sin embargo aquí estoy, a las dos de la mañana, dolida porque no me ha llamado ni me ha mandado un mensaje.

▪ Deja de pensar en él de una vez. Si viene en mi busca, que venga. Y si no...
Bueno, si no...
Doblo las piernas contra mi pecho tratando de aplacar el creciente dolor que me oprime.
Si no... la vida continúa. Estaré bien. Estaré bien.

▪ -Te amo, Cassie. No quiero, pero así es.

▪- Estás rodeado de personas que te quieren, a pesar de tu insistencia en apartarlas de tu vida.

▪ Es una locura que pronunciando una simple palabra pueda hacerme tan feliz que da vértigo. Y ni siquiera se trata de una palabra especial. Es una simple y manida palabra de dos sílabas para saludar, y sin embargo noto que una sonrisita bobalicona me cubre toda la cara como el papel de pared barato.

▪ -En Europa, a pesar de que siempre estaba rodeado de gente, jamás me he sentido más solo que durante el tiempo que pasé lejos de ti.

▪ Francia es preciosa. Hoy me he quedado debajo de la torre Eiffel y he mirado hacia arriba. Muy pocas veces en mi vida me he sentido tan pequeño. El día que te dejé fue una de ellas.
Te echo de menos.

▪ Yo despotricaba y echaba pestes sobre el amor a primera vista porque me parece una gilipollez como la copa de un pino. Pero el primer día que te vi en las audiciones para The Grove ocurrió y fuiste mi perdición sin ni siquiera pronunciar palabra.

▪ Aunque sé que piensas que volver a quererme es como un lance de dados y que tienes todas las de perder, deja que te diga una cosa: soy una apuesta segura. No podría dejar de quererte aunque lo intentara.

▪ ¿Que si todavía me da pánico que me hagas sufrir? Claro que sí. Probablemente igual que a ti.
Pero soy lo bastante valiente como para saber que definitivamente merece la pena correr el riesgo.

Nota: ¿Ya leyeron este libro? ¿Que les pareció? ¿Les gusto? Me gustaría saber su opinión. Saludos !

Frases de librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora