Capítulo 29

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Pov Narrador.

Días atrás.

Un hombre entraba a su apartamento en Los Ángeles después de haber desaparecido un cuánto tiempo, para así dedicarse a su trabajo en la liga de fútbol europeo. Armando Linguini había dado en el blanco al irse de la ciudad después del escándalo que montó hace meses atrás por su infidelidad.

No obstante, siempre pasó pendiente de cada cosa que hacía su ex pareja la castaña, más de alguna vez se contuvo en llamarle y preguntarle cómo estaba, en todo el tiempo fuera de la ciudad, él había recapacitado y comprendido que había actuado mal.

Pero tristemente era un jugado de fútbol que no había ido a terapia cómo el Dibu Martinez, el tipo había generado un tipo de obsesión con su ex pareja.

No exageraba, el tipo muy bien podría actuar para el papel de Verónica en los padrinos mágicos diciéndole a un muñeco de Trixie Tang “¿por qué no puedo ser tú?” claramente el muñeco era María José.

Ya que él no podía tener a la castaña y su ego de hombre estaba herido porque su reemplazo era una mujer, se había dedicado a investigar a su ex pareja, él sabía que nunca había tenido un pedazo de la castaña en su vida, ni siquiera una cuarta parte, era por eso que quería saber más de ella.

Intereses, relaciones, amigos, padres, vínculos en el modelaje y más. Si, todo un jodido acosador, era Raquel Mendoza persiguiendo a su adorado dios griego.

Para mala suerte de toda la faz de la tierra –problablemente– Armando descubrió que su ex pareja tenía un hijo, para más desgracia el tipo se había puesto en contacto con el padre de la criatura, aunque eso no había salido nada bien.

Alan Stewart simplemente quiso el número de la mujer que nunca ha olvidado para darle un recordatorio de que existe, aunque por los momentos él estuviera grabando una película que lo llevará al estrellato.

En conclusión, los hijos de puta aparecen para obsesionarse con Daniela Calle, pero se perdonaba porque cualquiera se obsesionaría con la mujer.

Armando al no tener éxito con el padre del pequeño en un tipo de venganza publicitaria, dio nada más y nada menos que con Amelia Guzmán.

Triste vida y un recordatorio constante de que nuestra castaña necesitaba una limpia urgente.

La puerta del departamento de Armando sonó y él miró su reloj, sonrió al ver la puntualidad de la chica, se dirigió a la puerta y abrió esta.

— ¿Armando?— Dijo Amelia desconfiada.

— El mismo, por favor pasa. — Replicó el futbolista dándole paso a la chica a su hogar.

— Creía que serías más...

— ¿Guapo?— Mencionó el futbolista con arrogancia.

— No, creía que serías más guapo, pero eres feo. — Reveló Amelia, encogiendose de hombros.

A Armando no le pareció el chiste, al contrario para Amelia había sido más que divertido.

— ¿Te ofrezco algo?— Ofreció dejando el mal chiste de la chica de lado.

— Agua está bien.

El futbolista fue a la cocina y comenzó a servir el agua, una vez tuvo el vaso listo se lo dio a la chica, la cual veía el penthouse  con curiosidad con las manos en sus bolsillos.

Amelia tomó un poco de agua, mientras Armando aparecía con un trago en la mano y una carpeta en su mano, él le señaló el sofá y la rizada se sentó en el sofá para ver al futbolista hacer lo mismo.

Así coincidimos || TerminadaWhere stories live. Discover now