Capítulo 31

4.2K 394 151
                                    

Pov Calle.

Habían pasado ciertos días, en realidad ni sé que jodido día es hoy.

Mi estado de ánimo cada vez decaía más y más, así cómo el dólar en Venezuela, estaba entrando en una rutina que no me convenía para nada y eso me daba miedo.

Los días pasaban cada vez más lento, cuidaba a Damon y evitaba salir de casa, los chicos hacían la despensa por mi, intentaba tomar las ofertas de trabajo pero no quería hacerlo, no me arreglaba y sencillamente pasaba en pijama todo el día.

Ni sabía cuándo fue el último día que me bañé.

No lo sé, tal vez solo estaba esperando que algún ave carroñera o el mismo diablo viniera por mi alma y me quitará este sufrimiento.

Si, el desamor.

Bien decían que las relaciones lésbicas te dejaban con la sensación de ocho divorcios, siete hijos abandonados, una alacena de alcohol vacía y escuchando canciones de Taylor Swift para luego terminar escuchando a Marisela o Selena.

Dios mío, estaba en la miseria y era patético. Ni siquiera podía dejar de llorar, pero admito que es por mi masoquismo, ya que todos los días veo la película del Eterno Resplandor De Una Mente Sin Recuerdos.

Soltaba el río de Las Amazonas por los ojos cuando Jim Carrey decía: por favor, déjame conservar este recuerdo, solo este.

Maldición, todo me recordaba a Poché y de nuevo estaba llorando, genial. Para terminar de arruinar mi vida, mi hijo me odia o al menos su pequeña indiferencia se siente cómo el maldito acantilado de dónde se lanzó Ramón por Carmen en Happy Feet.

Estaba a punto de decirle: eres mi mundo entero, mi negro.

Tal vez así me volvía a amar y no se encerraba en su habitación para hablar con María José horas y horas.

— ¿Otra vez llorando, Cal?— Cuestionó Lila, sacudí mi nariz con una toalla de papel.

— Déjame. — Me quejé, viendo la televisión y a Poché. — ¡¿Por qué lo apagas?!

Lila apagaba la televisión sin dejarme ver a la banda de Poché, claramente no la veía a ella, solo a la banda.

— Estoy harta, ya pasó un mes desde que estás así. — Reprochó Lila, bajé la vista.

— ¿Y qué?— Me defendí, me puse de pie y le arrebaté el control remoto, ella suspiró.

— Que en tu cabezota han pasado días desde que se fue Poché, pero no, llevas un mes así. — Recalcó, rodé los ojos y encendí la televisión de nuevo.

Un mes era poquito, necesitaba una vida para salir de la miseria.

— Cal, apestas, estás hecha una piltrafa humana, no luchas por el cariño de Damon y ya me estoy hartando de comprar más toallas de papel en vez de comida. — Mencionó Lila con voz hastiada.

— ¿Y qué quieres qué haga?— Inquirí apunto de lágrimas otra vez. — Mi hijo no me ama, su otra madre está al otro extremo del país y solo mira las redes, le lanzan sostenes. — Añadí molesta. — ¡Yo debería lanzarle mi sostén!

Me pare del sofá más que molesta, sintiendo los celos apoderarse de mi, haciéndome sentir aún más patética en el transcurso.

Todo este tiempo he estado pendiente de las redes, la banda de Poché y su nombre siempre es tendencia cuando hacen una presentación y eso era bueno, la gira estaba siendo un éxito, a pesar de todo siempre les iba a desear éxito y me alegraba por ellos.

Así coincidimos || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora