Capítulo 32

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Pov Narrador.

Un grupo de cuatro personas se encontraban en diferentes habitaciones viendo la pantalla de su celular, todos reían y hablan de banalidades por una video llamada grupal.

Caleb estaba en su habitación abrazando una almohada, prestando atención a lo que decía su... ¿Novio? ¿Qué demonios eran ellos dos? Ni siquiera él mismo lo sabía. Caleb solo sabía que se la pasaba bien con Cameron, le daba paz y lo hacía reír.

Además de gritar cómo un ciervo herido cuando estaban encerrados en alguna habitación.

«Extraño esos encerrones» Pensó el pelinegro.

Por otro lado, Cameron se carcomía la cabeza constante pensando si Caleb podría tener un sentimiento de amor hacia él, o si solo era alguien que podía pasar el rato y ya.

En su cabeza hacía un discurso en dónde le reprochaba a Caleb si era solo un trozo de carne, si solo era una pieza para llenar un vacío en su vida.

Pero cuando lo tenía enfrente, lo único que hacía era comerle la boca a besos o dejar manosear en cualquier callejón de la calle, ya que se ponía más caliente que el sol en verano. Cameron era débil.

En el otro lado de la llamada qué teníamos, oh sí, dos chicas envueltas en un poliamor, las tres mujeres habían caído por una sola y final cayeron también por la otra.

Rose le encantaba Verónica, era la mujer de sus fantasías más oscuras, un espíritu fuerte, ambicioso y muy buena en la cama, pero también estaba Lila. Dulce, tentadora, sonriente y ojos que hacían perder a cualquiera la cordura.

Las dos mujeres eran una cosa totalmente diferente, aunque Rose había visto el lado más sensible de Verónica y eso la había hecho caer más. Lo mismo había pasado con Lila, Verónica era una cosa y Rose era otra, ocurrente, efervescente y bromista mientras la otra, fuerte, decidida, sensual y consentidora.

Pero tampoco tenían algo formal, solo estaban y ya.  En conclusión eran un tipo de... ¿Somos algo pero no damos el paso para poner etiqueta?

Etiquetas, tan interesantes en la vida humana, cualquier cosa en la sociedad debía tener una etiqueta, porque al parecer así cómo una etiqueta colgaba de una prenda con un precio, nuestra vida diaria debía tener una etiqueta para saber que somos en la sociedad.

Por supuesto, debíamos tener una etiqueta colgada en la oreja cómo una vaca, especificando que somos una res solo para que alguien quiera comernos o comprarnos.

En fin, estúpidas etiquetas.

Todo era risa y risa hasta que salió un tema en especial en la llamada de los chicos.

— ¿Cómo está la cabecilla de la banda?— Se atrevió a preguntar Lila.

Por supuesto que la chica le había tomado cariño a la ex de su mejor amiga, pero también quería saber información y así de alguna forma convencer a Daniela que no solo ella se la pasa mal.

— Se la pasa encerrada, solo escribe música, vamos a ensayos y así todo el tiempo. — Le respondía Rose con tristeza.

— No creo que eso sea sano. — Comentó Cameron.

— Pues le hemos dicho a la mongo que salga y se divierta. — Soltaba Caleb. — Pero lo único que hace fuera de la rutina es hablar con Damon.

— Caleb, no le digas así. — Regañó Rose a su mejor amigo, él rodó los ojos.

— Es que es la verdad. — Se defendió el pelinegro. — A ver, mara, Daniela la mandó al diablo, no la detuvo ni nada y de paso nos metió el dedo con la demanda. — Puntualizó con voz teñida de rencor. — Casi se pierde la banda.

Así coincidimos || TerminadaWhere stories live. Discover now