Capítulo 35

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Pov Poché.

Sentí las uñas de Daniela clavarse en mi nuca, mientras la otra mano la empuñaba tomando el borde mi camiseta sin dejar de besarme con frenesí.

Devoré su boca e introduje mi lengua dentro de la suya, sacando un jadeo de su garganta haciendo temblar cada una de mis terminaciones nerviosas.

De pronto se separó de mí, con respiración agitada colocando una mano en mi pecho.

— María José, esto no está bien... — Murmuró sin verme a los ojos.

Daniela negó con su cabeza sobre mi mejilla queriendo alejarse, rápidamente ajusté el agarre de su cintura.

— ¿Y estar sin ti está bien?— Inquirí, tomando su mentón para verla a los ojos.

La vi vacilar y tragar grueso, Calle sacudió su cabeza y comenzó a alejarse, suspiré viéndola irse.

— Carajo. — Murmuré enfadada conmigo misma.

Lo había arruinado y todo por celos, pero era inevitable no hacerlo, aún la seguía amando y no podía verla con alguien más que no fuera conmigo.

Comencé a caminar para dirigirme a la fiesta, pero detuve mis pasos en seco al verla frente a mí otra vez.

— ¿Pasa algo?— Cuestioné al verla morder su labio inferior. Estaba nerviosa.

Calle no respondió, solo abrió y cerró su boca.

— ¿Amore?— Vacilé frunciendo las cejas.

Al parecer solo así pudo reaccionar, me quedé estática al verla dar pasos grandes y quedar a centímetros de mi boca, me tomó de la chaqueta y se abalanzo sobre mi boca.

Correspondí el beso deseoso y húmedo, colocando mis manos en su espalda baja. Calle se separó de mí y sus ojos chispeaban y estaban completamente oscuros.

— Adorata... — Dijo en un susurro sensual y a la vez sereno.

Parpadee sintiendo un escalofrío por toda mi espina dorsal, con la respiración acelerada solo pude tomar del cuello a la castaña frente a mí y besarla con desenfreno.

A pasos torpes dimos en un lugar reservado contra las rejas que separaban una maleza del zoológico, prohibiendo el paso.

Sin importarme que hubiera una fiesta a unos metros con niños e invitados, mordí el labio inferior de Calle con fuerza y ella con sus manos debajo de mi camiseta enterró sus uñas en mi espalda baja.

En la cúspide del averno, con mi excitación pasando la estratósfera y mis sentidos totalmente embriagados por la mujer enfrente de mi, bajé mis manos a sus nalgas para amasarlas con deseo.

— Me vuelves loca. — Declaré.

La alcé y su espalda pegó contra la reja, mientras lamía su cuello y escuchaba sus jadeos entrecortados.

Impaciente subí el borde de su suéter y lo dejé en su pecho enrollado para dejar sus senos a mi disposición, gruñí al ver que no traía sostén.

— ¿Por qué no traes sostén?— Inquirí tomando uno con mi mano, ella jadeó. — Dejas mucho a la imaginación.

— ¿Estás teniendo algún problema en este momento?— Replicó empuñando sus manos en mis hombros.

— No, pero nadie puede apreciar mi comida favorita. — Declaré tomando ambos pechos y masajearlos, apreciando cómo encajaban en mis manos.

— Cállate y bésame, idiota. — Demandó Daniela colorada.

Sonreí con picardía y acerqué mi rostro a sus pechos desnudos, sentí la saliva espesa mientras pasaba la punta de mi lengua en su pezón erecto, ella relamió sus labios entreabriéndolos para respirar pesado.

Así coincidimos || TerminadaWhere stories live. Discover now