Capitulo 63

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Nota personal: Perdonad por haber tardado tanto en escribir otro capítulo pero he estado un poco liada estas últimas semanas, la semana pasada he estado de viaje y quería haber terminado este fic antes de irme pero no me dió tiempo por eso os pido perdón. Esta historia la terminaré dentro de poquito, uno o dos capítulos a los sumo, pero planeo escribir una secuela pero tengo que adelantarme un poquito para no atrasarme tanto como con este. Que me enrollo... Que perdón por haber tardado tanto y espero que os guste

Milagro Navideño de 1976
Capitulo 63

LA TARDE DEL 24 DE ENERO DE 1977, EXTERIOR DE LA ANTIGUA CASA DE IGNACIO Y MARIA

Amelia estaba hablando con los actuales dueños de la casa mientras Luisita se acercaba a la cabina telefónica de la acera de enfrente para llamar al Asturiano.
PELAYO: Bar El Asturiano dígame.
LUISITA: Abuelo! Abuelo soy Luisita.
PELAYO: Hola charrita, dime.
LUISITA: Abuelo necesito que me haga un favor.
Amelia se despidió de la pareja y se acercó a Luisita quien al verla la rodeó con un brazo haciéndole sitio para que ambas compartieran el auricular.
PELAYO: Charrita si está al alcance de mi mano lo haré, cuéntame.
LUISITA: Abuelo Amelia y yo tenemos una estupenda noticia que contar a toda la familia.
PELAYO: Estupenda noticia hija mía tus padres estar…
LUISITA: No lo entiende abuelo. Le he dicho a TODA la familia y eso lo incluye a usted.
PELAYO: Charrita pero yo tengo que atender a los parroquianos, no puedo cerrar el bar así por así.
LUISITA (alterada): Abuelo pero no puede usted
Amelia podía ver la desesperación en los ojos de la rubia y decidió intervenir.
AMELIA: Pelayo? No podría usted arreglárselas para que toda la familia cenáramos juntos hoy?
PELAYO: Lo intentaré Amelia hija pero no prometo nada.
LUISITA: Abuelo por favooorrrr que lo que tenemos que contarles es muy importante!
AMELIA: Cariño mío no atosigues a tu abuelo (risa de Pelayo)
PELAYO: Tranquilas charritas. Me comprometo a cenar con toda la familia esta noche en casa, es más, me voy a encargar personalmente de preparar la cena.
AMELIA: No Pelayo, faltaría más…. Déjenos a nosotras encargarnos de la cena.
LUISITA: Jajajaj Amor mío no te ofendas pero no quiero tener a toda la familia intoxicada mañana.
Amelia bajó la mirada sabedora de sus malas artes culinarias. Luisita apartó momentáneamente el auricular del que salía la voz de su abuelo para acercarse a su novia y darle un tierno beso en la mejilla acariciándolo después para quitar la marca del pintalabios. Amelia levantó la mirada para mirar a su Luisita a los ojos mordiéndose el labio y las dos se perdieron la una en los ojos de la otra.
PELAYO: … y luego de postre había pensado hacer una mousse de limón que le gusta tanto a Amelia, te apetece charrita? Charrita? Luisita? Amelia?
Amelia señaló el auricular que Luisita tenia en la mano pero Luisita seguía absorta en los ojos de su novia por lo que Amelia le quitó el teléfono de la mano.
AMELIA: Pelayo nosotras confiamos en usted, cualquier cosa que decida estará estupendo.
PELAYO: Muchas gracias charrita. Yo me encargo. Le diré a Marcelino que me releve para yo poder ir a preparar la cena y vosotras disfrutad de vuestro tiempo juntas hijas.
LUISITA: Muchísimas gracias abuelo, es usted el mejor!!! Nosotras nos encargamos de traer a mama a casa porque últimamente no hay quien la saque del bufete.
AMELIA: Ay si!!! Me muero de ganas de ver el despacho con todo lo que le he oído a Manolita.
PELAYO: Bueno pues parece que tenemos un plan en marcha.
LUISITA: Abuelo a que hora debemos estar en casa?
PELAYO: Déjame ver (Pelayo miró el reloj del bar) que os parece que empecemos a cenar a las nueve, para que no se haga tarde para los pequeños.
Luisita se había descentrado de la conversación jugueteando con un ricito de Amelia y recorriendo su mano arriba y abajo por el brazo de su chica.
AMELIA: Perfecto Pelayo, nosotras nos encargamos de recoger a Manolita y estar allí antes de las nueve para cenar con toda la familia.
Amelia no paró de intentar llamar la atención de Luisita para que se despidiera de su abuelo pero no lo conseguía por eso le dio un suave codazo.
LUISITA: Ay Ameliaaaa…. (Amelia le señaló el teléfono con la mirada) Ay abuelo que muchas gracias por todo.
PELAYO: es un placer charrita. Ahora aprovechad para dar un paseo las dos con cuidado de no llamar la atención demasiado porque aunque el chaparro haya muerto sigue teniendo esbirros sueltos.
AMELIA: Si Pelayo no se preocupe que tendremos cuidado. Hasta luego.
Amelia colgó el aparato y dejó salir el aire mirando a Luisita quela mirada con ojos de enamorada.
AMELIA: (mordiéndose el labio) Guapa!!! Cielo mío como tengo tanta suerte de tenerte en mi vida?
LUISITA: Amor mío recuerdas cuando te dije que la persona que escribió el libro en que dice fulanito para menganita se había olvidado de escribir mi nombre? (Amelia asintió) Puede que esa persona se olvidara pero ya se ha encargado tu Luisita de dejar constancia de que Amelia es para Luisita.
Amelia la miró con los ojos entrecerrados y expectante.
LUISITA: Ven conmigo amor que quiero enseñarte una cosa.
Luisita entrelazó su brazo al de Amelia y empezaron a andar en dirección contraría al trabajo de su madre.
AMELIA: Cariño mío tu madre no trabaja en Atocha?
LUISITA: Si cielo mío pero tenemos tiempo y quiero enseñarte una cosita.
Amelia se dejó contagiar con el entusiasmo de su amada y agarrando más fuerte el brazo de la rubia siguieron andando.
Las chicas siguieron andando hablando de como se imaginaban su futuro hogar, como decorarlo, como se imaginaban su vida en un año, dos años, cinco, diez, quince, veinte años….
Amelia ya no sabia en que punto de Madrid se encontraba porque Luisita la embelesaba tanto que no sabia ni donde andaba. Pero Luisita se paró de repente con una sonrisa en la cara. Amelia miró a su alrededor, estaban en un pequeño parque infantil con unos pocos árboles, unos columpios, un tobogán… lo típico en un parque infantil.
AMELIA: Cariño que hacemos aquí amor?
LUISITA: Amor mío tengo que confesarte una cosa cariño. (avergonzada) Vamos a sentarnos, ven.
Luisita agarró la mano de Amelia y la llevó hasta un banco un tanto apartado detrás de un gran árbol.
AMELIA: Que te pasa cariño? Me tienes preocupada.
LUISITA: Tranquila amor mío, no es nada malo.
Luisita estaba nerviosa y se notaba, se metió el pelo detrás de las oreja y tomo aire para tranquilizarse. Amelia vio su nerviosismo y le tomó las manos para darle un besito y acariciarle la mano.
AMELIA: Cariño mío tranquila, soy yo, puedes contarme lo que quieras.
LUISITA (tomando aire profundamente): Amelia yo lo pase muy mal cuando te fuiste a Paris y yo me quede aquí y en casa querían ayudarme pero sentía que me agobiaban y por eso pasada la primera semana me marchaba a dar largos paseos para estar sola sin que nadie me preguntara como estaba o que nadie me mirara con pena. Un día sin saber como me encontré en este parque y me senté en este mismo banco viendo como jugaban los niños, mira tu que tontería con las veces que he estado en el parque con mis hermanos. Me senté en este banco y vi llegar a una mujer joven con una niña pequeña y me quedé mirándola. Al día siguiente, sin sabe como, mis pies me trajeron aquí y volví a ver a la misma mujer y me di cuenta de que el resto de las madres la daban de lado. Al siguiente día mis pies volvieron a traerme aquí como si quisieran enseñarme algo. Era una época rara y deje que el destino marcara mi camino… A lo tonto me encontré viniendo aquí a diario y fijándome siempre en aquella mujer y como la quería su hija. Pasado un tiempo me animé a hablar con aquella mujer y preguntarle porque siempre estaba sola y porque el resto de madres la dejaban de lado. Aquella mujer se llamaba Eugenia y me contó que era madre soltera y por eso la daban de lado. Poco a poco Eugenia y yo empezamos a tener más confianza y me contó que el padre de su hija María José nunca fue su pareja sino que fue alguien que la forzó y eso hizo que ella se escapara del pueblo por vergüenza. Yo le hablé de como mi gran amor y yo nos tuvimos que separar aunque nos siguiéramos queriendo.
AMELIA: Le contaste a Eugenia de mi?
LUISITA: No llegué a decirle quien eras amor pero si le conté de nuestra historia de amor y llegó un día en el que me contó que se había atrevido a mandar una carta a su casa. Carta que obtuvo respuesta poco después pidiéndole que volviese. Eugenia dudo un poco si volver o no por que pensaría Alfonso, su antiguo novio. Un día Eugenia me pidió que me quedara un ratito con María José mientras ella llamaba a Alfonso. Esa niña es un amor Amelia y mientras jugaba con ella te me apareciste sentada en este banco y de repente yo era más mayor y María José se había convertido en un calco tuyo con tus ricitos que venia corriendo donde ti llamándote mama. Sin yo darme cuenta una lágrima recorrió mi mejilla y María José me devolvió a la realidad limpiándome la lagrima con su manita y dándome un abrazo cariño.
AMELIA: Cariño…. Lo siento mucho cielo mío… Perdóname  por
LUISITA: Por que Amelia? Por quererme y hacerme tan feliz? No removamos más el pasado cielo mío, estamos juntas y tenemos una casa nueva y eso es lo que importa cariño.
AMELIA: Que voy a hacer contigo cariño? Es imposible quererte más… Te besaría si no nos detuvieran por ello.
LUISITA: Pues espérate a llegar a casa amor mío. Quieres que termine de contarte la historia de Eugenia?
AMELIA: Por supuesto cariño mío. Y ten por supuesto que te voy a comer enterita cuando lleguemos a casa.
LUISITA: Vale pues entonces aceleremos la historia cariño.
AMELIA: Jajajajaj
LUISITA: Bueno pues cuando Eugenia volvió al parque a recoger a María José me contó que Alfonso le pidió que volviera al pueblo, que la seguía amando y estaría encantado de ser el padre de María José, que aún sin conocerla ya la quería y estaba deseando conocerla. Una semana después las tres nos despedíamos entre lágrimas, aún recuerdo la manita de María José diciéndome adiós desde la ventana del autobús. Al día siguiente volví al parque, me senté en este banco y vi escrito en este árbol los nombre de Eugenia y Alfonso por lo que decidí escribir nuestros nombres por si terminábamos juntas como Eugenia y Alfonso.
Luisita bajó la mirada avergonzada mientras Amelia la miraba enamorada y se levantaba a buscar la marca de Luisita. Amelia encontró las iniciales A.L y L.G dentro de un corazón y recorrió cada marca con su dedo. Amelia se giró alargando su mano a Luisita que se levantó para acercarse al árbol con Amelia. Amelia entrelazó sus dedos para recorrer las iniciales juntas mientras susurraba “siempre” en el oído de Luisita y le daba un beso en la sien después de comprobar que nadie las veía. Luisita se dejó llevar un momento por su amor y besó ligeramente la comisura del labio de la morena.
LUISITA: Te quiero mucho amor mío.
AMELIA: Yo también te quiero cariño mío.
LUISITA: Cielo mío que te parece si pasamos juntas la noche en nuestra nueva casa?
AMELIA: Nada me gustaría más cariño. (mordiéndose el labio)
LUISITA: Pues entonces vayamos a buscar a mi madre al trabajo para ir a casa de mis padres.
AMELIA: A casa de tus padres? Dirás tu casa no?
LUISITA: (negando con la cabeza y en tono provocativo) Hoy dormiré en MI casa amor mío.
AMELIA: (provocativa) Pues ya estamos tardando…
Luisita la miró de reojo y aprovechando que no había nadie allí a esas horas le dio un manotazo en el trasero, hecho que hizo dar un saltito a Amelia. Luisita entrelazó su brazo con el de su novia y ambas fueron caminando por las calles madrileñas hacia en despacho de abogados donde trabajaba Manolita sin saber que no muy lejos de allí Valverde y sus hombre planteaban un atentado contra el mismo despacho.

Fin del Capítulo 63

Milagro Navideño de 1976Where stories live. Discover now