Capitulo 68

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Milagro Navideño de 1976
Capitulo 68

MAÑANA DEL 25 DE ENERO DE 1977, CASA DE LA FAMILIA GOMEZ-SANABRIA

Luisita abrazaba por detrás a su novia que se abrazaba a los brazos que la rodeaban mientras las dos dormían plácidamente cuando el sonido lejano de un teléfono despertó a la rubia que abrió lentamente su ojo izquierdo centrando como pudo la vita en una de las estrellas que pintó en el techo de la habitación justo encima de su cama. Al principio a Luisita le costó darse cuenta de que tenia el cuerpo de su amada Amelia entre sus brazos, no se dio cuenta hasta que abrió su otro ojo encontrándose una melena castaña delante. Aquella visión dibujó una sonrisa aún más grande en su cara a la vez que enterraba su cara en el cabello de su amada esnifando aquel particular y único olor de la mujer que tanto amaba.
Amelia seguía durmiendo plácidamente mientras Luisita disfrutaba del olor de su novia y de la sensación de tener de nuevo su cuerpo entre sus brazos pero una inusual sensación provocada por unos inusuales ruidos provenientes de la casa la puso en alerta. Muy a su pesar consiguió desenlazar su cuerpo del de Amelia y se levantó de la cama, se agachó para dar   tierno beso en la frente de Amelia que sin despertarse se giró llevándose con si las mantas para seguir durmiendo. El movimiento dejó a la vista el trasero desnudo de Amelia, Luisita lo miró con mirada lujuriosa y acercó lentamente su mano con intención de acariciar la suave y aterciopelada piel de la morena cuando escuchó decir a su madre a través de la puerta “dios mío Marce, dios mío”. Luisita cerró su mano cerrando los ojos y mordiéndose el labio, recolocó las mantas para tapara el cuerpo de Amelia y salió de la habitación después de contemplar sonriente la imagen de su novia durmiendo en su cama.
En el salón familiar Marcelino abrazaba a Manolita dándole un beso en la frente cuando Luisita entró desperezándose.
LUISITA: Muy buenos días!!!
El matrimonio se giró para mirar a su hija. Luisita vio la cara de preocupación de ambos y la cara llena de lágrimas de su madre y se acerco a ellos preocupada.
LUISITA: Mama! Papa! Que pasa?
MANOLITA: Una desgracia hija, una desgracia.
Luisita miró asustada a su madre que permanecía en shock y después miró a su padre que más calmado dirigió a las dos mujeres al sofá para contarle a su hija todo lo sucedido en el despacho de abogados la noche anterior sin separarse ni un milímetro de su mujer.
LUISITA: Pero entonces… no entiendo papa…y están todos… ya sabes?
MARCELINO: No, no, no…. No hija por desgracia algunos compañeros de tu madre perdieron la vida, otros salieron ilesos y otros resultaron heridos de gravedad.
Manolita se llevó las manos a la cabeza echándose a llorar y padre e hija la abrazaron cada uno de su lado. Así fue como Amelia los encontró cuando llegó poniéndose la bata y decidió dar media vuelta para volver a la habitación. Amelia no sabía que era lo que había pasado pero intuía que aquel 25 de enero traía algo horrible consigo y al entrar en la habitación empezó a vestirse.
Luisita escuchó el ruido de una puerta y en silenció se separó de sus padres para ir a su habitación donde se encontró a Amelia de espaldas a ella semidesnuda, cerró la puerta suavemente y se acercó intentando no hacer mucho ruido para no alertar a su novia. Se acercó y la abrazó por la cintura apoyando la barbilla en su hombro e inspirando profundamente. Amelia cerró los ojos asustándose ligeramente antes de dejarse envolver por los brazos de su amada y apoyando su espalda sobre el pecho de la rubia.
LUISITA: Buenos días mi amor (besito en el hombro y cuello)
AMELIA: Buenos días cariño mío (inhalando profundamente y posando sus manos sobre las de Luisita). Algo malo ha pasado verdad?
LUISITA: Si cielo mío, anoche hubo un atentado en e despacho de abogados de mi madre.
Amelia soltó los brazos de Luisita de su cintura y se giró para estar cara a cara con su novia mientras de agarraba la mano izquierda y acariciaba su cara con su mano derecha.
AMELIA: Madre mía Luisita! Están todos bien?
Luisita negó con la cabeza mirando hacia el suelo antes de levantar la mirada y mirar a los ojos de Amelia con los ojos vidriosos.
LUISITA: Quintero está muy grave en el hospital, Guillermo y Cristina tienen heridas leves, Doña Julia está desaparecida y el resto están todos muertos.
AMELIA (llevándose las manos a la cara): Madre mía Luisita!
LUISITA: Mi madre está en shock y Guillermo, Mateo y su familia están como locos buscando a Doña Julia.
Luisita no podía contener las lágrimas por lo que Amelia quitó las manos de ambas de en medio para abrazarla con todo su amor y cariño dándole dulces besitos mientras Luisita sollozaba.
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Pasado un buen rato la pareja apareció en el salón familiar agarradas de la mano donde encontraron a Manolita y Marcelino sentados en el sofá, Manolita con la mirada perdida en la lejanía mientras Marcelino acariciaba de arriba abajo su costado tranquilizándola. Cuando el matrimonio se percató de su presencia Manolita se levantó secándose las lágrimas con el dorso de su mano antes de fundirse en un abrazo con Luisita y Amelia, las abrazó fuertemente besándolas en la mejilla una y otra vez antes de romper el abrazo y cogerles una mano a cada una.
MANOLITA: Quiero daros las gracias a las dos.
LUISITA (a la vez que Amelia): Mama no…
AMELIA (a la vez que Luisita): Manolita no hace…
MANOLITA: Quiero daros las gracias a las dos por que si anoche no hubierais ido a buscarme no se lo que me hubiera pasado…
LUISITA: Mama, ni se te ocurra pensar en eso
AMELIA: Manolita como íbamos a imaginar que algo así pasaría?
MANOLITA: En eso te doy toda la razón hija pero nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por nuestra familia Amelia.
Luisita y Amelia se miraron antes de que Amelia hablara.
AMELIA: Manolita yo no he hecho nada más que enamorarme de este ser humano tan maravilloso que habéis criado, en todo cao yo debería agradeceros.
MANOLITA: Por supuesto que te agradezco que hagas tan feliz a Luisita y sabes perfectamente que eres parte de la familia pero no me refiero a eso, me refiero a los milagros que has hecho con Manolin y conmigo.
Amelia, Luisita y Marce se miraron intentando descifrar algo.
LUISITA: Milagro?
MANOLITA: Milagro si hija. Amelia a obrado no uno sino dos milagros este último mes, un milagro navideño en 1976 salvando a tu hermano de Valverde y sus flechas y un milagro en 1977 salvando a tu madre de ser asesinada en un atentado.
MARCELINO, LUISITA y AMELIA: No…
MANOLITA: Si. Es duro decirlo pero es así. Marce si las chicas no hubieran venido a buscarme para venir a cenar a casa en familia para celebrar la compra de su nuevo hogar yo hubiera estado en el despacho cuando esos desalmados entraron y podría estar tan viva como muerta en este momento.
AMELIA: Manolita yo no he hecho tal cosa.
LUISITA: Amor mío mi madre tiene parte de razón, encontrarte y que me quieras tanto como yo a ti tiene que ser por algún tipo de milagro.
Marcelino se encontraba de pie junto al sillón intentando contener las lágrimas mientras las tres mujeres estaban de pie junto a la mesa.
LUISITA: Papa, estas bien?
MARCELINO: Lo que estoy es agradecido de teneros a las tres en mi vida, venid aquí las tres!
Marcelino dio un par de grandes pasos para alcanzarlas y darles un gran abrazo de oso.
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MAÑANA DEL 25 DE ENERO DE 1977, LA PLAZA DE LOS FRUTOS

Luisita Y Amelia salieron del portal de casa antes de entrar al bar familiar para informar a Pelayo de que habían quedado con los aun dueños de su piso para firmar los papeles y que les dieran las llaves antes de ir al banco para hablar de la hipoteca o crédito que necesitarían para pagar la otra mitad del piso.
Las chicas salieron del bar y se encontraron frente a frente con un cabizbajo Mateo. Amelia le dio un suave codazo a Luisita cuando vio a su amigo que no las había visto porque iba mirando al suelo.
LUISITA: Mateo! Como estas? Tenéis alguna novedad?
MATEO (apenado): Hola Luisita. Hola Amelia. Nada, hemos buscado en todos lados y llamado a todos los teléfonos habidos y por haber pero nada, parece que la ha tragado la tierra. Y vosotras? No sabia que estabas aquí Amelia.
AMELIA: Vine ayer, Jacques se las ingenio para ayudarme a venir para dar una sorpresa a Luisita.
MATEO: Aaaa que bien. Os apetece tomar algo en el Asturiano y me lo contáis? No me apetece esperar en casa a que suene el teléfono.
LUISITA: Nos encantaría Mateo pero no podemos, hemos quedado con los dueños del piso en cinco minutos.
MATEO: Piso? Que piso?
Luisita y Amelia se miraron sonrientes.
LUISITA: Nuestro piso, ayer Amelia y yo compramos el antiguo piso de mi hermana María.
AMELIA: Bueno frena cariño que aun no lo hemos comprado. Lo tenemos apalabrado Mateo.
MATEO: Como me alegro por vosotras chicas. Y está por aquí cerca? Puedo acompañaros?
LUISITA: Siiii, esta a 5-10 minutos de aquí. Por supuesto que puedes venir pero estas seguro?
MATEO: Segurísimo. Por desgracia solo podemos esperar a la llamada de la policía y como no me entretenga con algo voy a volverme loco.
Amelia y Luisita se miraron y asintieron poniéndose una a cada lado de Mateo, agarrándolo del brazo antes de empezar a andar.
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Amelia, Luisita y Mateo salieron del portal de su nueva casa después de coger las llaves para evitar que volviera a pasarles lo de la noche anterior y después de haber firmado una especie de precontrato dado lo delicado de la situación y la imposibilidad de consultarlo con un abogado de confianza.
MATEO: Que suerte que habéis  tenido con los vendedores chicas y hay que reconocer que el piso es un caramelito.
LUISITA: Pues si, la verdad es que si Mateo. No veas la pena que nos dio no poder quedarnos con la casa cuando María y su familia se fueron.
AMELIA: Nos lo hubiéramos quedado encantadas entonces pero nosotras también nos íbamos a Paris.
MATEO: Y como vais a pagar la casa? Si no es mucha indiscreción.
LUISITA: Vamos a pagar la mitad en cuanto Amelia vuelva a Paris y pueda hacer la transferencia y para la otra mitad hemos quedado ahora en el banco para pedir un crédito o una hipoteca.
MATEO: Veo que lo tenéis todo bien planeado eh?
AMELIA: Pues si, estamos muy ilusionadas con nuestro nuevo hogar.
LUISITA: Mateo, nosotras tenemos que ir yendo para el banco, tu que vas a hacer?
MATEO: Pues no quiero molestaros más por lo que iré a dar un paseo ya que Fede está trabajando.
AMELIA: Si quieres venir con nosotras? A nosotras no nos importa, al fin de cuentas ten en cuenta que cara al público la casa la estoy comprando yo, nadie puede saber que la compro con mi (bajando la voz) novia.
MATEO: Pues yo encantado de acompañaros. (ofreciendo un brazo a cada una) Señoritas?
Luisita y Amelia lo agarraron del brazo y allí fueron los tres camino al banco.
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DESPACHO DE CREDITOS DEL BANCO
Amelia, Luisita y Mateo estaban sentados esperando a que el banquero los atendiera, Amelia estaba sentada en el centro ya que ella era la que debía hablar con el banquero. En aquel momento entró un hombre gordo y con muchas primaveras a su espalda con unas carpetas en la mano. Entró cerrando la puerta tras de sí, sin mediar palabra fue medio cojeando hasta su escritorio y dejó caerse en su silla. PUFF. Cuando se acomodó en su escritorio miro de forma golosa a Luisita y a Amelia antes de alargarle la mano a Mateo.
BANQUERO: Buenos días, veo que viene usted bien acompañado.
MATEO: Buenos días.
BANQUERO:  Tengo entendido que viene usted a pedir un crédito para comprar una casa con su esposa aquí presente (señalado a Amelia). Si es usted tan amable permítame su documento de identidad y en menos que canta un gallo usted y su señora tendrán su hogar donde empezar una gran familia.
AMELIA: Perdone pero
BANQUERO: No se preocupe señora, déjenos a los hombres hablar de cosas importantes, usted no debe ocupar su preciosa (mirándole de forma babosa de la cabeza al pecho) cabecita con cosas de hombres. Porque no aprovecha usted para hablar de la decoración con su amiguita.
LUISITA: Perdone usted…
BANQUERO: Esta usted perdonada señorita pero agradecería que no hablaran muy alto, aquí el señor y yo tenemos cosas importantes de las que hablar.
AMELIA (intentando mantener la calma): Usted no va a hablar nada con este señor, la persona con la que va a hablar usted sobre el crédito soy yo!
El banquero giro su cabeza para mirar a Mateo con cara de asco.
BANQUERO: Que clase de hombre deja que su mujer lleve los pantalones en su casa.
AMELIA: Sepa usted que este señor es amigo migo, no mi marido. Y además le agradecería que fuera más amable.
BANQUERO: Jajaja De verdad crees que un banco que se precie se va a prestar a dar un crédito a una mujer? (Alzando la voz) Sepa usted señorita que jamás en la vida recibirá una mujer un crédito de este banco!
Luisita estaba a punto de saltarle al cuello a aquel “señor” cuando una mujer trajeada abrió la puerta del despacho y dijo: “Martinez!!! A mi despacho!!!!”. El banquero, con su cara de asco tiró el bolígrafo que tenia en la mano y siguió a aquella mujer a regañadientes. Antes de marcharse la mujer les pidió disculpas y les pidió por favor que esperaran un momento que ella misma les atendería.
Cuando el trio se quedó a solas Luisita soltó un reprimido grito pero al ver a su novia decidió dejar apartado su enfado para tranquilizarla. Mateo las miraba sin saber muy bien que decir ya que lo vivido lo había dejado tan anonadado que no sabia como reaccionar.
LUISITA: Amelia. Amelia!
AMELIA: Esto ha sido una mala idea Luisita. Nunca debimos pensar que esta maldita sociedad…
Luisita dejó su silla y se agachó delante de su novia acariciándole la cara antes de cogerle ambas manos.
LUISITA: Amelia no! Yo estoy igual de enfadada e indignada que tu pero no dejes que ese retrogrado hunda nuestro sueño de vida. Yo quiero empezar a vivir una vida contigo mi amor!
Ante las palabras de Luisita Amelia no pudo evitar mirarla llena de amor y acariciarle la mejilla con su mano. Justo en aquel instante la puerta del despacho se abrió y la mujer trajeada de antes entró, se quedó un poco congelada al ver aquella imagen pero enseguida siguió su camino al escritorio mientras Luisita volvía a sentarse en su silla.

Fin del capitulo 68

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