Capítulo 29.- Bajo mis lágrimas.

876 55 11
                                    

Harry.

Aaaaah ya quería que el narrará, me muero, empieza lo mejor.

Eran las dos de la mañana, me encontraba aún en el gran edificio de mi padre, tratando de trabajar, pero mi mente sólo estaba concentrada en la información que me había soltado Zayn, después de que salió de la casa del imbécil de Alejandro.

Tengo tantas jodidas e explicaciones que darles, pero no encuentro las putas palabras para llevarlo bajo control.

Zayn y yo sabemos que no esta bien, ella vivió a las drogas, Zayn pudo notarlo en su cuerpo, en su mirada perdida, él la dejó, su madre la dejó, y yo también.

Apoye mis codos en el gran escritorio negro, para esconder mi rostro en mis manos, me acoste en mi silla, soltando un gran respiro. _____ volviste.

No puedo más, joder, tengo que verla, no puedo estar sin verla. Me levanté de golpe y fui al sofá que se encontraba en mi oficina, o en mi gran oficina tipo Penthouse.

Tome mi saco negro, y me lo coloque, acomodando mi corbata, pase mis dedos por mi cabello, para volver a acomodarlo.

Salí del gran edificio, el ascensor tardó un minuto en dejarme en el gran estacionamiento.

Sólo quedaba mi auto, como de costumbre, camine hacia el y subí, el gran motor de mi Mustang Hellcat negro, llegó a mis oídos, saque un cigarrillo y lo encendí.

Arranque, me coloque el auricular de habla en el oído, no quiero tener otro accidente por llevar el teléfono en mano.

Ya faltaba menos para llegar a la casa de Alejandro, donde ella se encontraba, sólo podía recordar las malditas imágenes del daño que le hice, ella tenía una herida en su codo, y yo lo sabía, no puedo creer que la furia me cegara tanto como para no dejarme ver que la lastime cuando la lance contra el piso.

Después de que me fui a Londres, ya había pasado el tiempo, yo no soy si tenía que regresar y volver a verla, pasaron 7 meses para ser exactos.

Yo había hablado con mi padre y mi madre, ambos se enteraron de la situación y mi papá me necesitaba en sus negocios, tenía que distraer mi mente, tenía que dejar de pensar en ella cada maldito día, así que decidí trabajar con él.

Si mi padre llegase a tener algún problema de salud, el que se quedaría con todo su legado sería yo. Ahora que cambie, soy millonario, más astuto, atractivo, audaz y muchísimas cosas más que un hombre de negocios como yo daría por tenerlas.

Pero al regresar a New York, Alejandro se disculpó conmigo, lo cual el no tenía porque hacerlo, le pregunté por ella y me dijo que nadie sabía nada sobre la mujer de mis sueños, vendió su casa, y se fue.

Me instale en la casa de Alejandro, me hacía falta despejarme de tanto trabajo, así que no me caen mal las buenas fiestas que hace.

Un día me encontraba sentado en la acera, frente a la casa de Alejandro, donde tiempo atrás, Zayn, _____ y yo estábamos drogados, ella lanzó sus tacones para correr y tuvimos que hacer un baile exótico Zayn y yo, para que nos dejarán salir de la comisaría, ya que ella no pudo con sus encantos porque el cabrón era gay.

Reí al recordar aquel momento, en que ella nos veía con mucha atención, mientras que alguna risa se escapaba de sus labios, y que al salir, ella no podía dejar de reír, porque decía que nunca lo olvidaría.

En todo el trayecto bajo la lluvia, no me permitió pensar en nada más, estacione el auto fuera de la casa de Alejandro, la lluvia llegó aún más fuerte.

Mi teléfono comenzó a sonar, lo cogí y apague el motor del auto.

Llamada entrante.
Zayn.

-Joder, sólo han pasado tres horas desde que no te veo y ya me extrañas.

Perdóname |H.S| |Z.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora