CAPITULO V - Términos.

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Cuando el tiempo cedido por Wynn se agotó, dejé a Libra en la habitación bajo llave y le "ordené" que no rompiera nada. Creo que su nivel de indiferencia hacia mí ponía en tela de juicio si yo realmente era quien daba las instrucciones o no.

Bajé por medio del ascensor hasta la planta baja para reunirme con el señor Wynn en su oficina. Con cada paso que daba, una nueva pregunta surgía en mi mente: ¿Por qué mi padre había hecho eso? ¿No me quería? ¿No se sintió culpable? Por más vueltas que le diera al asunto, lo cierto es que ninguna interrogante me llevaría hacia atrás en el tiempo.

Cuando las puertas se abrieron, seguí las indicaciones de Wynn y tomé el pasillo que quedaba a mi derecha. Vi unos cuantos nombres sobre placas de metal antes de llegar al final del hall, donde la oficina del director se encontraba.

- ¡Adelante! - Oí su voz apenas llamé a la puerta.

Giré el pestillo y entré.

- ¿Te arrepentiste? -me preguntó apenas di un paso dentro del lugar.

Eso era lo que él quería; a Wynn no le agradaba mucho la idea de tener un Proguer en su centro el cual hubiera ingresado al sistema porque no tenía opción o había sido engañado, pero, no, no me había arrepentido.

Lo había pensado, repensado, meditado, reflexionado... todas las variables. Sin embargo, no estaba lista para entregar a mi padre. Sabía que muchos me tildarían de"cobarde" mas, de hacer algo como eso me aborrecería a mí misma. No podía ser como él, no me atrevía a hacer algo tan deplorable.

Miré a Wynn y negué con mi cabeza.

- No.

Después de soltar un resoplido, Wynn tiró su cabeza hacia atrás, en dirección al techo. Se quedó de esa manera por unos cuantos segundos hasta que bajó la vista nuevamente y asintió absorto en sus pensamientos.

- Muy bien... -Formó una línea con sus labios-. Si quieres arruinar tu vida a causa de un estafador, está bien. -Me señaló una silla ubicada frente a su escritorio.

Ambos tomamos asiento y quedamos frente afrente. Wynn estaba molesto. No sé si conmigo únicamente, pero se le notaba en la mirada. Mientras tanto, mi mente se había atascado en el eco de sus últimas palabras y no podía dejarlas ir:

- ¿Arruinar mi vida? -repetí. Mi mirada se perdió en el suelo, sopesando la idea hasta que volví a verle a los ojos-. ¿Tan malo es?

Me consterné cuando comencé a imaginarme a mí misma en los peores casos, bajo las peores circunstancias. Si bien ser un esclavo que sólo obedece órdenes no era algo bueno, no sabía que tan horrible podía llegar a ser, y me hice esa pregunta por primera vez en cuanto lo oí proviniendo de Wynn; el mismísimo director del centro, quien debía de saber lo que implicaba ser un Proguer con lujo de detalle.

Wynn dejó sus codos sobre el escritorio. Suspiró e hizo la comisura de su boca a un lado.

- No es que sea taan malo -dijo-. Es que, un Proguer puede vivir un cuento de hadas o una pesadilla. No hay garantías, ¿comprendes?

Lo pensé por unos segundos, pero sentí que necesitaba una explicación más amplia:

- Me temo que no.

Wynn infló su pecho al tomar una bocanada de aire.

- Un Proguer, como debes de saber, renuncia a sus derechos...

- Eso sí lo sé.

- Bien -asintió-. Tus derechos quedarán en manos de alguien más. Aquí, en el centro, nosotros velamos por la seguridad de todos y cada uno de los futuros Proguers pero, una vez que son adquiridos, su propietario será quien decidirá acerca de sus vidas, ¿entiendes? -Hizo una pausa y yo afirmé con mi cabeza-. Por lo tanto, la vida de un Proguer comienza a depender de qué tan permisible sea su dueño. Ellos decidirán por ti –me señaló–, y tú no podrás objetar ninguna orden.

2033Where stories live. Discover now