CAPITULO XXII - Desparpajo.

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- Pero mira a quién vuelvo a ver después de más de treinta días -expresó el hombre al abrirse la puerta principal.

- No te educamos así -replicó la mujer a su lado.

Puedo asegurar que, cuando alguien que conoces abre una puerta y lo que ves tras ella son dos personas que lucen como su versión masculina y femenina provenientes del futuro... Automáticamente deduces que son sus padres.

Estaba de pie en la amplia recepción, petrificada, a unos pasos de la entrada de la casa. Mi rostro se había congelado al ver... eso. A mi izquierda, una señora de apariencia impecable con un sombrero realmente, hmm..., ¿cómo decirlo? Un pavo real había sido desplumado sobre aquella cosa. Sí. Tenía un traje azul profundo como la noche y ciertos brocados en dorado, sus ojos eran los mismos que los de Amirov, no había dudas. A su lado, un traje a la medida de color beige y corbata un tanto más oscura sobre una camisa blanca vestían a un hombre alto y delgado, con cabello grisáceo.

Wynn le robaría su traje..., pensé al verlo. Aún sin moverme, aún sin decir nada.

Fue  Ámirov quien les dio la bienvenida cuando ambos ingresaron a la casa:

- Mamá, papá, pasen -indicó al extender su brazo.

Su padre estrechó su mano con una gran sonrisa en la cara.

- ¿Cómo has estado, hijo? Me han comentado que no te has presentado en ningún evento social, sabes que es importante dar el nombre a conocer...

Hasta donde yo tenía conocimiento, por eventos se refería a reuniones sociales que, dependiendo de la hora establecida, podían consistir en un almuerzo, barbacoa, tomar té, un juego deportivo, un baile de salón... puras actividades aburridas. Entretanto, yo observaba atentamente la conversación, deseando permanecer excluida de por vida. 

Ámirov dejó su mano por detrás de su cuello.

- Sí, lo sé. He estado algo ocupado últimamente. 

Quien supuse que era su madre se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

- Pues tendrás que asistir algún día, Am. Muchos han preguntado por ti y están interesados en ofrecerte algunos proyectos muy interesantes.

¡¿Más trabajo?!, expresé para mis adentros. ¡¿Acaso quieren matarlo?!

No terminaba de asimilar aquel comentario cuando vi que su madre me divisó y ladeó su cabeza. <<No...>> Me puse a llorar por dentro. 

No quería estar allí con unos ricachones juzgándome; lo poco que había visto de los aristócratas había sido suficiente como para no querer tenerlos cerca. Ámirov era una excepción a la regla, pero, aún así, algunas veces también quería tenerle lejos. 

Paix, ¿qué quieres ser de grande? Oh, eso es fácil: invisible.

La madre de Ámirov se acercó a mí, con sus pasos siendo seguidos por los de su esposo, quien también me notó en la sala. Esa era la definición de "que me trague tierra"; dos aristócratas con expresión de confusión anclada en sus rostros contemplándome detenidamente.

- Y... ¿quién es nuestra invitada? -Su madre sonrió al mirarme y supuse que era una cortés forma de preguntar: "¿Qué diantres haces en la casa de mi hijo?"

La humillación comenzó a escocer por toda mi piel, sintiendo que una gota de sudor frío se formaba en mi espalda y amenazaba con humedecer mis manos ya heladas de los nervios.

- Uh...

Miré a Ámirov de reojo para pedir auxilio y él lo entendió: dio unas zancadas hasta mi lugar y quedó a mi lado, haciéndome sentir todavía más incómoda estando tan cerca. 

2033Donde viven las historias. Descúbrelo ahora