CAPITULO XL - Me Mentiste.

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- Llegamos, bella durmiente -el tono serio de Mirlos me despertó.

Abrí mis ojos con asperezas, sintiendo el roce de mis pestañas con la tela del pañuelo que hacía que todo se viera negro.

- ¿Puedo ver ahora? -pregunté.

- Umm... Aguarda un segundo.

Oí el sonido de la puerta del auto abrirse para posteriormente cerrarse. Sentía que me encontraba ante el cumpleaños más intrigante de toda mi vida; siempre se trataba de lo mismo: un desayuno con algunos miembros de mi familia por la mañana, una pequeña fiesta por la tarde y, listo, de regreso a la rutina. Sin embargo, este no era el caso... O el año.

La puerta a mí lado se abrió.

- Muy bien... -Mirlos tomó mis manos y me ayudó a bajar del vehículo-. Cuidado con el pie... Eso es... Aquí vamos...

- ¿Tampoco puedo saber mi ubicación? -pregunté en tono burlón una vez hube descendido.

- No... -balbuceó como si estuviera en un funeral. Mirlos se situó a mis espaldas para desatar el nudo del pañuelo-. No es eso, sino que... No creo que el lugar sea un misterio.

Unos segundos pasaron hasta que le oí decir <<Sorpresa>>, sin emoción alguna.

Cuando el pañuelo cayó y pude abrir mis ojos, sentí que mis piernas comenzaban a aflojarse.

- ¡Cuidado! -Los brazos de Mirlos me atraparon antes de que me desvaneciera-. ¿Estás bien? - preguntó con las manos sobre mis mejillas-. Podemos regresar, Paix, no hay problema. Yo no quería que esto...

- No, está bien -musité con mirada perdida, apenas consciente de mis movimientos.

Ámirov.

Estábamos frente a su casa. No tenía dudas al respecto: misma fachada, misma rotonda con una fuente en el medio, el césped cortado a la perfección... era su casa. Ésta, era su casa.

La siguiente pregunta que se formó en mi mente fue cómo y por qué. ¿Cómo se relacionaba Ámirov a Mirlos? Y... ¿Por qué no me había dicho nada al respecto?

- Tú... -miré a Mirlos con mis cejas juntas-. Nunca me dijiste que...

- No lo sabía -antepuso sus palabras-. Ya te haba dicho yo que las fuentes utilizan alias y que no revelan su identidad. No lo supe hasta hace una semana.

- ¿Una semana?

Mirlos asintió nerviosamente.

- Sí. Es un poco complicado, pero puedo explicártelo. El día de la votación, la primera, pensé que todo esto del sistema se vendría abajo y jamás obtendríamos la mayoría. Por eso insistí en reunirme con todas mis fuentes y parte de los miembros de la misión ArcaNoé. Todos los invitados asistimos al encuentro, pero algo no parecía encajar; eran doce invitados, mas habían once personas ubicadas en la mesa.

- ¿Eso qué tiene que ver con...?

- Ámirov era una de mis fuentes anónimas -intervino- y miembro de la misión ArcaNoé a la vez. Cuando me di cuenta de ello, le pregunté si podíamos reunirnos en privado y él accedió.

- ¡¿Te reuniste con él y no me lo dijiste?! - Gruñí.

No podía creerlo. En verdad que no podía creer que Mirlos me hubiera mentido de aquella manera. ¿Ocultarme algo tan importante cuando varias habían sido las veces que me había visto llorar por él, sin saber qué había querido decir con su nota?... Me sentí terrible. No. Terrible, no, me sentí traicionada. Una vez más. 

Mirlos negó con su cabeza, casi desesperado por hablar:

- Yo no...

- ¡Me mentiste!

2033Where stories live. Discover now