CAPITULO VIII - Te lo ruego.

14.9K 1.7K 372
                                    

Contemplaba sin moverme, en completo silencio, el código de barras que me habían grabado. ¿Le pertenecía a alguien? Cuatro años atrás, algo así habría sido condenado y enjuiciado apropiadamente, pero ahora... era legal. Peor aún, era uno de los negocios más prósperos en la gran mayoría de las áreas del mundo, como un gran circo.

Di un respingo en cuanto sentí que Wynn había dejado sus dedos sobre mi hombro.

- Ve -señaló con su barbilla en dirección a la salida.

Miré hacia la puerta y fruncí el ceño. Estaba entreabierta y el sujeto se había ido. No sé por qué, pero, me inquieté al creer que le perdería el rastro y salí despedida hacia el pasillo. Probablemente porque tenía miedo. ¿Era legal agredir a tu Proguer por no seguirte a todos lados? Preguntas como esa comenzaban a formularse en mi mente, siendo el temor un nuevo compañero: el temor a decir o hacer algo de más, y ser castigado por ello.

Pero, si no desobedeces, ¿cómo conseguirás que te expulse de A-City?, pensé.

No tenía idea de cómo lo conseguiría.

Cuando abandoné la sala de registro, miré a mi alrededor y divisé la silueta del aristócrata, quien caminaba con pasos pausados y sin prisa a través del pasillo. Emprendí un ligero trote hacia él y cuando lo alcancé desaceleré mi andar entorpecido, quedando a sus espaldas, caminando en silencio detrás de él.

¿Qué se supone que haga? ¿Debería hablarle? Quizás no pueda... tal vez requiera de su "permiso"para dirigirle la palabra. 

Me cuestionaba un montón de cosas. Si bien conocía lo que era una Proguer, nunca había sido uno de ellos y, entonces, no tenía idea de cómo actuar. Wynn había mencionado las reglas, mas nunca profundizó en ellas. Sabía que debía obedecer, pero no sabía si podía hacer lo que quisiera de no tener una orden que acatar.

¿Y eso qué importa?, mis pensamientos cobraron vida propia. La idea es que te bote a la basura, no ser el sirviente perfecto.

Sí... Sin embargo, una cosa era decirlo, otra muy diferente era estar frente a una persona que ahora podía hacer contigo lo que quisiera. Mis agallas parecían haberse ocultado frente a esa nueva amenaza, incapaces de pensar en otra cosa que no fuera conservar lo poco de vida que me quedaba.

Por su parte, el sujeto parecía ignorarme por completo. Si su intención era tener a un guardaespaldas, definitivamente se había equivocado de persona. Si quería que fuera su sombra, creo que podía hacer ese trabajo porque caminaba a sus espaldas sigilosa, como un fantasma.

De esa forma le seguí por un par de minutos, a través de los pasillos del elegante centro.

Él ni siquiera había volteado para corroborar que su Proguer estuviera allí. No era como si me importase, pero me llamaba la atención su manera de ser tan...indiferente. Daba la impresión de que era una persona muy fría; de seguro no bebía agua porque se atoraría con ella al convertirse en hielo dentro de él. Me pregunté si todos en las A-Cities serían así, si cada uno de esos costosos cupos habrían sido comprados por personas tan... distantes.

Llegamos a la recepción del centro y di un vistazo general a mi alrededor, buscando al señor Wynn, pero él no estaba. Me sentía perdida. No tenía conocimiento acerca de mi paradero o mi comprador, si podría despedirme de Wynn, cuándo abandonaría el centro Proguesser... nada. No sabía nada. Ignorancia, el peor de los sentimientos.

Cuando el aristócrata se detuvo, yo me sobresalté y quedé tiesa en mi lugar. Incluso retrocedí algunos pasos en caso de que su intención fuera regresar. Se dio vuelta pero no para dirigirme la palabra. ¿Sería hablar con un Proguer algo degradante entre los de su clase? Me lo pregunté seriamente. Comenzaba a sentir fastidio por su aparente serenidad. Aunque, no lo calificaría como serenidad sino que, era una mezcla de seriedad e inexpresividad... Sí. Eso era. Igual que un robot pero con pulso. Creo. Porque no me sorprendería enterarme de que el tipo no tenía corazón.

2033Where stories live. Discover now