TOMA 19 Y SEPARÓ A LA LUZ DE LAS TINIEBLAS, PORQUE ASÍ DEBÍA SER

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“En el principio Dios creó los cielos y la tierra.

La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: Sea la luz, y fue la luz.

Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas, porque era así como debía ser”

GENESIS

-Y tú eres tinieblas, James; y ella es luz.

-Eso no puede ser. No hay manera de que sea así.

-Es así como está escrito, James.

-¡No!

Me levanté de manera abrupta y salí de la habitación. Corrí por los pasillos de la Orden con las palabras del presidente del Consejo haciendo eco en mi interior. No podía ser. De ninguna manera podía ser así. Yo no podía ser aquél traidor que el presidente decía que era. Yo no era así. Yo era un Soldado de Luz como ellos, era tan hábil como Francis y su espada, tan rápido como el correr de Keith, tan ágil como Gabs en batalla, tan fuerte como Hardik, un prodigio como InHa. ¿Por qué ahora me decían que yo era tinieblas? ¡Yo no era oscuridad! Como mis compañeros, yo era luz…

***

Estar atrapado en mi propio mundo inconsciente era algo que nunca había experimentado. De manera usual era algo que le sucedía a los Soldados de Luz en entrenamiento, en sus intentos de construir barreras para proteger sus pensamientos se veían atrapados en su propio laberinto mental, sacarlos de su inconsciente era sencillo, bastaba con ser tocado por su compañero para traerlos de vuelta. Yo, lamentablemente no podía usar el mismo método. Gabriella ya no estaba conmigo, había regresado a Roma.

Continué mi recorrido a través de mi mundo interno, no buscaba nada en especial, sólo recuerdos. Recuerdos de mi luna. Al menos de esa manera aún podíamos compartir el mismo espacio. Gabriella era lo único de mi anterior vida que aún me permitía conservar, había escondido nuestras memorias en algún lugar de este mundo. Las había dejado rezagadas en algún rincón de este oscuro mundo.

-¿No estás aquí por tu voluntad, cierto?

Uno de mis yo, un James de quince años me miraba inquisitivo.

-Así es, ¿recuerdas el sitio donde guardamos los recuerdos de Gabs?

-No tengo idea-respondió indignado-, nos obligaste a olvidar todo de ella.

-De ella no-lo hice desvanecer con un movimientos de manos-, a ella no la podemos olvidar así de fácil.

Detuve mi andar y miré a la distancia, no había recorrido ni la tercera  parte de lo que era necesario recorrer para llegar al final de mi propio mundo. A diferencia de las demás personas, yo, al igual que los usuarios de la Luz y Oscuridad, tenía bien definido los límites en mi interior. Las personas por su propia naturaleza podían tener un mundo interior limitado o ilimitado. Lo ideal era tener uno limitado puesto que de esa manera se aseguraba un total control de los dones que poseíamos, era algo que todo Soldado de Luz ambicionaba, dibujar límites a su mundo interno y controlar la totalidad de su don de Luz.

Pero en mi mundo ya no había lugar para la Luz. Ahora mi mundo era completa Oscuridad. Entre ellos y yo teníamos un pacto. Y yo estaba obligado a cumplirlo. En el momento en el que había empuñado mi arma contra mi compañera el Zeitgeist había abandonado mi cuerpo, y la Luz había sido expulsada de mi alma. En ese momento yo me había vuelto un recipiente más de la Oscuridad. La Orden de los Soldados Oscuros me recibió con la misma solemnidad con la que se recibía a un Soldado Oscuro, me trataron como uno y nombraron General en consecuencia a mis habilidades, me impusieron cargas que yo recibí dispuesto y día a día aprendía más y más de ellos. Hasta que sin darme cuenta terminé siendo uno de ellos, por completo, un Soldado Oscuro.

IN THE LIGHT OF YOUR HALOWhere stories live. Discover now