TOMA 27. EL PRÍNCIPE OSCURO Y LAS MAZMORRAS

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TOMA 27. EL PRÍNCIPE OSCURO Y LAS MAZMORRAS

PARTE I

-C'est déguealasse!

Maximilien lanzó el plato de comida hacia el otro lado de la celda. Sabía que era delicado con la comida pero debía comenzar a comer si quería continuar viviendo, debía hacerlo si no quería terminar igual de escuálido e inconsciente que el resto de los prisioneros que albergaba el sótano.

-Etes vous blessé?

Me dedicó una mirada de disgusto en forma de respuesta y acto seguido se arrastró hasta el otro extremo, aquel que no estaba cubierto de la comida que había lanzado segundos atrás.

-¡Estoy tratando de ayudarte!-vociferé-Realmente estoy tratando de ayudarte Maximilien.

Mi antiguo compañero, ignorándome por completo, se recostó y fingió dormir. Hoy, al igual que ayer, se había negado a hablar conmigo y junto con ello había rechazado todo el alimento que le había ofrecido, salvo el agua, el agua era lo único que bebía.

Me incorporé y salí de aquellas mazmorras molesto. Realmente odiaba a Anger y a su manera de hacer las cosas, ¿realmente tenía que tomar un prisionero? Debía estar agradecido de que seguir con vida, a este punto en vidas pasadas él ya hubiera sido rostizado por los usuarios de Piety. Pero en esta época nada parecía funcionar como debía, absolutamente nada. Los hilos del destino parecían tener vida propia, se movían a su antojo, de un lado a otro, se entrelazaban, se rompían, se enmendaban de nuevo, se separaban para luego volver a enredarse. Nada sucedía como se suponía que debiera suceder y todo lo había originado ella, RiAhn Lee.

Crucé el gran salón a grandes zancadas y me interné en los pasillos de la Orden Oscura, el Gran Maestro me había mandado a llamar, probablemente para reprenderme por alimentar a un prisionero, alguno de los guardias debía de haberme chivado. Me encargaría de averiguar quién y hacerle pagar después, ahora sólo debía concentrarme en permanecer firme mientras solicitaba al Gran Maestro la liberación de Maximilien. Él no podía permanecer aquí. En ningún lugar estaba escrito que la batalla se iniciara con un Soldado de Luz menos, y aunque últimamente nadie podía explicar el por qué de las cosas, yo debía tratar de mantener las cosas en el borde, sin dejarlas caer.

La sala principal de la Orden estaba desolada, como siempre. Ninguno de los miembros, ni siquiera los Pecadores se atrevían a acercarse al lugar favorito del Gran Maestro, en realidad nadie que apreciara lo suficiente su vida se atrevía, este era su lugar.

-James-me llamó desde el trono que ocupaba-, ¿sabes por qué estás aquí?

-No.

Una ráfaga de viento se precipitó hacia mí, espere pacientemente el golpe, como un pequeño cuchillo afilado el viento me provocó un pequeño corte en la mejilla izquierda. Estaba acostumbrado a esto, el Gran Maestro disfrutaba de la violencia. Ignoré el hilo de sangre que caía de la poco profunda herida.

-No seas insolente conmigo.

Clavé mi mirada en el suelo en señal de sumisión, eso era mucho mejor que murmurar una disculpa.

-Me han dejado saber que pasas mucho tiempo en las mazmorras últimamente, ¿hay algo ahí de tu interés?

Pude percibir la burla en sus palabras. Él sabía absolutamente todo y aun así jugaba conmigo fingiendo que no. Debía ser cuidadoso con mi respuesta pero lo suficientemente despreocupado como para no dejarle ver a través de mí.

-El usuario de Piety llegó a las mazmorras dos días atrás.

-Oh-exclamó con disgusto-, creí haberle ordenado a Anger que se ocupara de él.

IN THE LIGHT OF YOUR HALOWhere stories live. Discover now