TOMA #4 PARTE III LO QUE SOY, LO QUE ÉL ES, LO QUE SOMOS

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TOMA #4 LO QUE SOY, LO QUE ÉL ES, LO QUE SOMOS

PARTE III

-Entonces, ¿Tu nombre es SiWon?

-Así es.

-Y, ¿Dices que tú y yo ya nos hemos visto?

-En vidas pasadas, así es.

-Tú, ¿Eres como ellos?

-Sí. Tú también lo eres RiAhn, al igual que los demás, estás hecha con la misma sustancia divina del Creador.

-¿Cuál es tu don?

-No lo sé.

Nos encontrábamos en una de las habitaciones del apartamento del pelinegro. Después de salir de la Orden él me había ayudado a subir a su auto y conducido a este lugar, no nos habíamos dirigido la palabra durante el trayecto más que para que él me diera un poco de su información personal, no hablamos nada del tema de la Orden, en parte porque todo era demasiado confuso como para preguntar y porque existía en mi interior el sentimiento de confianza absoluta por este chico. Choi SiWon, como me había dicho se llamaba, tenía 27 años y tenía una carrera como actor, no sabía nada de su familia y como los demás miembros de la Orden había sido criado en la Sede. Su apartamento era demasiado grande para una sola persona, la decoración era mínima pero lo poco que adornaba el sitio lo hacía parecer el hogar de alguien rico, tal vez tenía una carrera más que exitosa. Recorrí el sitio con la mirada, seguro a Spring le gustaría, pero al igual que antes se negaba a dirigirme palabra alguna, solamente observaba todo desde un rincón de mi mente, se empezaba a comportar como una verdadera consciencia y eso estaba comenzando a preocuparme.

Fijé mi mirada en SiWon y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al notar su mirada sobre mí, me miró fijamente a los ojos para luego dirigirme una sonrisa tranquilizadora. Todo en él me resultaba familiar, si decidía creerle esa reacción sería por las cientos de veces que habíamos compartido el mismo destino en el pasado, pero si me negaba a creerle ¿A qué podría atribuir las sensaciones que él desataba en mí? A la locura, probablemente. Tal vez sí me había vuelto loca. Su sola presencia me producía una embriagadora sensación de paz, me hacía sentir segura y completa. Un tipo de sensación que jamás había experimentado con anterioridad, y sin embargo aquí estaba yo siendo presa de todo esto, de una historia surrealista en la que yo había nacido para llevar a cabo una misión junto con alguien más que sería capaz de compartir sus dones conmigo, y esa persona era el mismo chico pelinegro que me miraba fijamente como si compartiera mis mismas dudas, como si él también pensara que yo no era real, como yo pensaba que él, la Orden, y todo lo que estaba viviendo tampoco lo era.

-¿En qué piensas?-preguntó.

-¿No puedes saberlo?

Si los Soldados de Luz tenían dones, leer la mente debía ser uno ¿cierto? Bueno, probablemente lo sería.

-No RiAhn, no puedo saberlo.

-¿Por qué?

-Porque tú y yo aún no hemos sido unidos en esta vida, no hemos hecho el juramento-se dejo caer a mi lado en la cama y tomo mis manos-sólo puedo compartir parte de tus sentimientos. Me hace feliz que sientas calma junto a mí.

-¿Se supone que así me debo sentir?

-Sí-respondió paciente-se supone que cuando estas con tu compañero logras un estado de calma absoluta, francamente me encontraba asustado de que no fuera así-soltó el último comentario con una risa nerviosa.

-¿Asustado?

-Muy asustado, tenía miedo de que no te sintieras así conmigo, ya que hemos estado separados toda la vida. He visto a los demás SOL crecer junto con sus compañeros, he visto cómo comparten sus dones y la manera en que se tratan mutuamente. El lazo se hace fuerte con el paso de los años hasta que llegan a un punto en el que se vuelven uno solo. Los SOL entrenan juntos, es fácil distinguirlos en la Orden, siempre andan en parejas. Yo, no tuve algo así. Al principio pensé que me había equivocado, que había nacido en una época que no me correspondía y que por eso me encontraba destinado a no encontrarte jamás, el Consejo insistía en el hecho de que tú debías existir en este mundo, si yo había nacido en este mundo en esta época entonces tú también debías haberlo hecho. Pero durante ese tiempo yo entrené por mi cuenta y fui etiquetado como un miembro inactivo, sin compañero no podía participar en las misiones y por eso me fue permitido llevar una vida fuera de la Sede de la Orden. Un SOL no puede hacer el juramento de unión con cualquiera, debe ser con su igual, y mientras no hagas ese juramento no puedes usar ningún don. Así que no, no puedo saber qué estas pensando y tampoco sé cuál es mi don.

SiWon soltó mis manos y se puso de pie justo frente a mí, yo permanecía en mi posición original, sentada en la orilla de la cama.

-Debes descansar-sugirió-mañana podemos terminar de saciar tu curiosidad, por lo pronto preferiría que tuvieras una apropiada jornada de descanso.

Vaya, este chico sonaba como un padre preocupado, debía ser así por la diferencia de edad entre él y yo. Asentí en forma de respuesta a sus palabras y me recosté en la cama.

-Mi habitación está justo al otro lado, está es tu habitación RiAhn, en los cajones debe haber todo lo que puedas necesitar-sonaba contento consigo mismo.

-¿Has preparado todo esto por…?

-Para que pudieras utilizarlo cuando te encontrara-contestó sonriente.

Me emocionaba verlo sonreír. Me obligaba a devolverle la sonrisa, mismo que hacía sin percatarme. Él y yo, nacidos para estar juntos. Se trataba de algo demasiado solemne, era mejor creer que simplemente nos habíamos encontrado.

SiWon se dirigió a la puerta de la habitación dispuesto a dejarme descansar, me habría gustado que se quedara a mi lado pero repetir la misma posición en la que habíamos dormido anteriormente no debía resultarle agradable, el dormido en una silla a mi lado. No, no era buena idea.

-Buenas noches SiWon-susurré antes de que él saliera por completo de la habitación.

-Descansa RiAhn, que la luz no te abandone ni en sueños.

Salió de la habitación y me quede de nuevo sola con mis pensamientos y los extraños acontecimientos del último par de días.

RiAhn. RiAhn. ¡RIAHN!

Alguien me llamaba desesperadamente, moví la cabeza de un lado a otro para obligarme a despertar, abrí los ojos y todo era oscuridad en mi habitación.

-¿SiWon?

No. Soy yo, tu persona favorita Spring.

Oh vaya, mi consciencia me llamaba a altas horas de la madrugada, una hora adecuada había elegido para demostrarme que se le había pasado el enojo conmigo.

YAH. Déjame explicar. RiAhn, algo realmente misterioso sucedió mientras estuvimos en esa Orden de raros.

Orden de la luz, Spring.

Lo que sea, RiAhn, yo realmente no podía hablar contigo. Lo intentaba, realmente lo intentaba pero algo me lo impedía.

Sin rencores, entiendo que estábamos en estado de shock por todo.

No, no es eso. Yo realmente no podía hablarte, pensé que estaba desapareciendo.

No puedes desaparecer si yo no quiero que lo hagas.

Hay algo extraño en ese sitio, hace que tú y yo no podamos hablar. No me gusta, no hay que volver ahí jamás.

Mi amada y molesta chica consciencia favorita agitaba las manos de arriba abajo mostrado su negativa a entrar a la Orden de nuevo. Vaya que la había extrañado. La observé fijamente hasta que decidió dejar de armar drama y me dirigió una sospechosa media sonrisa que sólo podía significar problemas.

Así que, nacimos para SiWon eh. Es demasiado guapo ese hombre, que la diferencia de edad no te desanime RiAhn, podemos con ello. ¿Dices que está durmiendo al otro lado? Hagámosle una visita.

Retiro lo dicho, no la había extrañado en lo absoluto. Era una consciencia inútil, prefería tener a un hámster en una bola de ejercicio que a la rubia de los vestidos veraniegos. Tenía que estar bromeando. Nos acababan de revelar que pertenecíamos desde nacimiento a una Orden religiosa que usa la fuerza de la Luz para luchar contra otra Orden nada religiosa que usaba la fuerza de la oscuridad. Nos habían dicho que algún loco había ocultado nuestro nacimiento y traicionado con esto a la Orden. Nos dijeron también que poseíamos dones derivados de nuestra condición semi divina y aún así Spring se encontraba hablando del cuerpo del chico que dormía alado de nuestra habitación, estaba mencionando ideas locas sobre saltarle encima. No, esto era el colmo. Cerré los ojos con fuerza. Decidí dejarla hablando sola con sus libros sobre la diferencia de edad en las parejas que había sacado de no sé dónde. Dormiría lo que quedaba de la noche, ya mañana le metería en la cabeza que teníamos problemas mayores que la diferencia de edad entre él y yo. Vaya, meterle una idea en la cabeza a Spring que era mi consciencia. Sonaba mal. Muy mal. Tal vez mi cordura estaba desapareciendo.

IN THE LIGHT OF YOUR HALOWhere stories live. Discover now