TOMA 20 UN POCO SOBRE JAMES

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¿Conoces el sentimiento, cierto? De las lágrimas acumulándose sin poder liberarse, siendo obligadas a ser contenidas. Así me sentí tras abrir los ojos y encontrarla a mi lado. Como había sido hace algún tiempo. Su cabello lucía ligeramente despeinado pero igual de brillante que siempre, probablemente había venido corriendo a mi habitación. Su blanca tez lucía pálida, ¿estaba preocupada por mí? Claro que lo estaba. Sus claras orbes me lo decían al tiempo que me examinaban exhaustivamente. Gabriella no había cambiado en nada, parecía haber olvidado el pecado imperdonable que había cometido. No podía permitir que ella lo olvidara, no podía permitir que ella me perdonara, tenía que hacerle saber que el que me encontrara ahí en estos momentos era algo que había sucedido en contra de mis deseos. No podía permitir, de ninguna manera, que ella lo interpretara como un regreso de mi parte. Yo no podía volver a su lado, bajo ninguna circunstancia.

-Hola-me saludó con lágrimas cayendo por su rostro.

-Hola-desvié la mirada y sacudí las pestañas para deshacerme de mi visión acuosa.

-Estarás bien ahora. Despierto puedes curar de tus heridas y todo estará bien.

-Gabriella-su expresión cambió a una de completa sorpresa, yo no solía llamarla por su nombre completo-, no voy a quedarme aquí.

-¿Por qué no? Nadie está en contra. Yo me encargaré de que nadie esté en contra. Puedo hablar con…

-Gabriella-la interrumpí-, detente. Yo no me voy a quedar aquí.

-¿Por qué?-insistió.

Porque lo que tengo que hacer aún no ha sido completado. Porque quedarme aquí sería peligroso para todos. Porque no es así como está escrito. Porque tú eres demasiado importante como para ponerte en riesgo.

-Quiero que te quedes-susurró-. Yo realmente quiero que te quedes, James.

-No.

Las solitarias lágrimas se volvieron un sollozo que inundó mi habitación. Gabs lloraba desconsoladamente como la niña que había conocido años atrás, cubría su rostro con ambas manos y su cuerpo se contraía tratando de contenerse. Quería consolarla, quería tomarla en brazos y contarle todo, pero en cambio solo podía observarla con compasión. Qué destino tan torcido cargábamos en nuestros hombros.

¿Realmente teníamos que habernos conocido? ¿Realmente teníamos que haber nacido destinados el uno para el otro? Si sólo hubiéramos nacido sin ser elegidos, si sólo fuéramos chicos normales tal vez nos hubiéramos topado un día por causalidad, tal vez hubiéramos terminado siendo amigos y luego algo más. ¿Sería mejor de esa manera? Por primera vez en mi vida me estaba cuestionando el haber nacido como un Soldado de Luz. Y esa revelación dolía tanto como el hecho de tener a mi luna tan cerca y no poder tocarla. No hay nada tan triste como la luz que reniega de su naturaleza.

-Gabriella…

-Llamaré a InHa-aún cubría su rostro-, le diré que has despertado y dejaré que se encarguen de ti.

-Está bien.

Antes de salir de la habitación me dirigió una mirada desolada.

-Ya no duele-tocó su costado con ambas manos-, el lugar donde me heriste no duele más. Solo aquí-ahora sus manos estaban sobre su corazón-, el dolor de aquí nunca se ha ido.

Y con ello abandonó la habitación.

***

-Ha pasado tanto tiempo-InHa en su papel de hermano protector no había tardado en llegar.

-Me iré de inmediato-ignoré su comentario mientras me ponía de pie. El corte que tenía en el pecho aún quemaba pero era algo que podía soportar.

IN THE LIGHT OF YOUR HALOWhere stories live. Discover now