XX

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Noam


Tomé una siesta por la tarde y, cuando desperté, mi celular estaba lleno de notificaciones. Me apresuré a ver a quién le urgía comunicarse conmigo. Pero no era nada importante; solo eran mensajes de unos amigos de la universidad, pidiéndome que los acompañara a una fiesta esta noche. Por supuesto, rechacé su propuesta. Se mostraron sorprendidos de, una vez más, les dijera que no. Diría que, por encima de sorprenderse, se enojaron por mi negación, lo cual me importó poco.

     A fin de cuentas, creo que el término «amigos» no era el adecuado para ellos, pues solo me llamaban para ir a fiestas y nunca me preguntaban cómo estaba, aunque sea. La única verdadera amiga con la que contaba, bajo cualquier situación, era Ángela.

     Esta noche, Brid llegó con unos minutos de antelación. No quería hacerme falsas ilusiones, pero pensé que estaba ansiosa por verme.

     —Hoy llegas más temprano de lo habitual —le dije, saludándola.

     —¿Me estabas vigilando?

     Prefiero decir que estaba atento, mirando desde la ventana de mi habitación, a si llegaba.

     —No, no, no. —Hice una mueca de negación graciosa—. No pienses esas cosas de mí.

     —En fin... —dijo ella—, ¿tienes algo interesante que contarme hoy?

     ¿Algo interesante? No tenía nada en mente.

     —¿De qué te gustaría hablar? —le pregunté.

     —Hoy no tengo ganas de hablar de algo en específico.

     Necesitaba pensar en algo. Y lo hice.

     —¿Qué te parece si jugamos al juego de aquella vez? El que llamaste «elige tu manera de morir».

     —Pues no me parece una mala idea. —Me miró, conforme con mi propuesta.

     —¿Quién empieza?

     —Yo —dijo ella, alzando ligeramente la mano.

     —Adelante.

     —Te advierto que, esta vez, mis opciones pueden ser... angustiosas.

     —Estoy preparado —aseguré.

     —A ver. —Se quedó pensando unos segundos—. ¿Qué prefieres? ¿Morir atrapado en un ascensor que cae o en un accidente de avión?

     —Opciones más que aterradoras. —Me tomé la cara y suspiré—. ¿Hace falta recordarte que tienes un talento nato para esto?

     —No, no hace falta. Yo lo sé. —Hizo un gesto arrogante de broma—. Ahora responde qué prefieres.

     —Creo que el nivel de angustia en ambas opciones es similar, pero me quedó con morir en el elevador que cae. El avión tardaría más en caer.

     —¿Y si es desde el último piso de un edificio altísimo?

     —Mmmm.

     —Así cambia la cosa, ¿verdad?

     —Sí —admití—, pero no lo suficiente como para hacerme cambiar de opinión. La caída del avión siempre será más alta.

     —¿Le tienes miedo a las alturas?

     —Mucho, ¿y tú?

     —La verdad no.

     —¿Y tú cuál elegirías?

Más de allá que de acá ©Where stories live. Discover now