XLIII

572 15 2
                                    


Brid


Hoy tenía la disposición de enfrentar el día con entusiasmo. Me pregunté a que se debía esta sensación positiva. Y lo primero que me vino a mi mente fue la imagen del beso con Noam ayer. ¡Ah! No me cabía en la cabeza que, en el momento presente, mi estabilidad emocional dependiera de un chico. Esa clase de dependencias eran lo peor que me podía pasar. Además, aún no olvidaba la manera en la que Noam me había mentido. Cada vez que me acordaba de su mentira, las ganas de darle la oportunidad de hablar conmigo se esfumaban.

     Al ser sábado, mi papá saldría de trabajar a mediodía. Bajé de mi habitación alrededor de esa hora y me lo encontré llegando a casa. Como era de esperar, me miró con preocupación, pensando que me acababa de levantar, pero estaba equivocado.

     —¿Te acabas de levantar? —me preguntó.

     —No, para nada —le respondí, haciendo un gesto con las manos para que no se preocupara. Sin querer, imité el gesto que me hacía Noam cuando me veía enojada. Hasta algunas de sus maneras se había pegado en mí—. Me levanté a las diez.

     —Si quieres, hoy puedes descansar. No hay necesidad de que te esfuerces tanto. Noam y yo haremos todo.

     —No, no quiero quedarme sentada sin hacer nada. —Recordé cuando le dije algo similar a Noam el día que fuimos a pescar—. Hoy me siento con más energía que ayer. Te aseguro que estoy como nueva. No hay de qué preocuparse.

     Admito que lo de «estar como nueva» fue más falso que Judas

     —Me gusta esa actitud. —Mi papá dibujó una sonrisa.—. Una pregunta, ¿Noam te enseñó a pintar mejor?

     —Sí —asentí—, aprendí solo con mirar sus movimientos.

     —Bueno, sabiendo eso, ahora aportarás mucho más.

     Mi papá se encaminó hacia la cocina, preparó un sándwich para él y otro para mí. Yo no tenía ni una pizca de hambre, pero acepté comerlo con gratitud para no rechazar su gentil ofrecimiento.

     —Oye —me dijo él, sentándose en el desayunador—, ¿aún no pasa nada entre tú y Noam?

     —¿A qué viene esa pregunta? —Lo miré, levantando una ceja.

     —Es solo una mera pregunta. —Se rio él—. Es que yo los "shippeo" a ustedes dos. ¿Has escuchado el término "shippear" que usan los jóvenes de ahora?

     ¿Mi papá quería que Noam y yo estuviéramos juntos? De forma genuina, lo acompañé en su risa. De veras, me hizo gracia el comentario de mi papá.

     —¿Desde cuándo andas tan actualizado con las palabras que se usan ahora?

     —Uso las redes sociales —explicó él—. Con el tiempo, he ido aprendiendo ese tipo de términos.

     —Pues mira, por lo que veo, usas las redes sociales más que yo.

     —Pero no respondiste a mi pregunta —insistió él—. Dime si, aunque sea, hay una posibilidad de que mi "ship" se haga realidad.

     —De momento, solo somos amigos, papá. Nada más que eso.

     No debí haber dicho «de momento», ya que implicaba que, en el futuro, las cosas podrían cambiar. Bueno, quizá, en el fondo, sí deseaba eso, que nuestra relación fuera más que una simple amistad.

     —Llévenlo con calma —me aconsejó él—. No hay prisa.

     —Mejor hablemos de otra cosa —le pedí, sin querer profundizar más.



Noam llegó más temprano que ayer, un poco antes de las dos de la tarde. Mi corazón, rendido ante la emoción, se aceleró al verlo entrar a la casa. La sensación de tener mariposas en el estómago también se hizo presente. Y, cuando me saludó, traté de evitar mi sonrojo, pero fue inevitable. Cumplía todos los síntomas para un diagnóstico inequívoco: estaba enamorada.

     Luego de que Noam sacara las latas de pintura fuera, se acercó a mí y me preguntó:

     —¿Todo bien?

     —¿Todo bien qué?

     —Ya sabes...

     —No, no sé.

     —Sobre lo que pasó ayer —me dijo él, y se rio un tanto.

     —Olvidémoslo y ya.

     —¿En serio vas a olvidar el beso? Yo no creo poder olvidarlo. Ha sido el mejor que he dado hasta la fecha.

     —¿El mejor? —Me reí con sarcasmo—. Tienes tu listón muy bajo, por lo que parece.

     —¿Acaso tú has dado mejores? —me preguntó.

     No. Este también había sido mi mejor beso. Deseaba decírselo, pero no era capaz. El problema es que, justo cuando quería abrirme sentimentalmente con Noam, recordaba que me había mentido.

     —Mejor dejemos el tema, Noam.

     —Bueno, como quieras. Pero quiero aclarar que no solo decía por el beso en sí, sino por la persona a la que se lo di. Tú eres la persona más especial para mí, Brid. No lo olvides.

     Me derretí de amor por dentro. Mis mejillas se volvieron a encender. Nadie me había dicho algo tan lindo en mi vida. Sin embargo, repitiendo la tonta acción de ayer, me quedé sin palabras, sin saber cómo responder a su dulce confesión. ¡¿Por qué me bloqueaba de esta manera?! En cualquier caso, a él no le importó mi silencio; tan solo me dedicó una sonrisa y se alistó para pintar.

Más de allá que de acá ©Where stories live. Discover now