Planta de energía

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Observe la sopa con algo de impaciencia, tenía que haber hervido hace treinta segundos y simplemente no lo había hecho.
Si me retrasaba los trabajadores se quejarían de mi con los agentes o mejor aún, me electrocutarían con alguno de sus guantes retenedores de energía.

- La ronda termina en dos minutos, sirvan ya - escuche a la encargada de piso gritar, subí el fuego a la temperatura más alta. Para después correr por el pasillo y sacar todas las charolas que debía servir.

Un minutos después ya estaba sirviendo la sopa, puré y verduras en las 43 charolas, las coloque de dos en dos sobre la banda elástica y las deje salir al comedor.

Escuche los gritos que provenían de afuera, estaban pelando por la comida cómo usualmente lo hacen.

Me quité el delantal unos segundos después de que el reloj sonara, ya no estaba en mi turbo, lo colge antes de tomar algunos vegetales que seguían en la barra. En un movimiento rápido los dejé caer en mi bolsa que estaba en el piso, la tome mirando que nadie hubiera mirara ese "robo" y me posicione en la fila que estaba formándose en la zona de salida.

- Buenas tardes, señora Harris - hable sonriéndole a la anciana frente a mi, ella fue quién me dio el trabajo y enseño a cocinar. Así que yo era lo más amable que podía, tenía unos 70 años y nunca hablaba mucho, su pelo blanco con mechones rojos daban a entender que estuvo en la zona de aseo, probablemente lanzando tomates podridos por el tubo de basura.

- Quítate de mi lugar - Marce me tomo del hombro y me empujo para posicionarse.

Guarde silencio esperando a que la supervisora apareciera con nuestro pago, que constaba de diez monedas y alguna telera. Bueno... la mitad de una telera, se supone que deben darnos cinco bolsas de distintas semillas, algún aceite vegetal y una diminuta bolsa de carne seca. Pero desde hace un año solo llegaban a nosotras las semillas y a veces una moneda extra para que no nos quejáramos.

Intente rezar a los cielos que hoy fuera ese "a veces", mañana era la cosecha. Por lo que nosotros no tendríamos que venir a trabajar, por eso podría ir mañana a mi "comedero".

Y por comedero me refiero a una habitación con una ventana donde entrego comida, no era grande ni fino cómo los demás lugares donde llegaba la gente del capitolio. Pero la gente sabía que tenía buena mano, sobre todo para cocinar animales que son difíciles de tratar.
Quizás con algo de suerte alguno me pida algo, así podría pagar lo que debo de la tela del estúpido vestido de la cosecha y darle dinero a Axel.

- H14 - levante la vista y camine rápidamente hasta ella, hice la reverencia usual antes de extender las manos.

Dejo caer las bolsas y doce monedas de oro, la mire con esperanza. Ella negó mirándome y me hizo un gesto para que me fuera, agradecí rápidamente.

- Es tu regalo, suerte en la cosecha - sonreí antes de girarme, supongo que ser de las únicas menores de dieciocho años tenía beneficios.

El camino de regreso a casa fue tranquilo, mire a los niños correr por la calle, a los agentes de la paz sentados fuera de las plantas de energía y a los adultos rezar. Si, está era la usual calma antes de la tormenta, mire la pequeña casa frente a mi.

Me gustaba mi casa, era de cuatro habitaciones. Lo cual es bastante para una casa de esta zona, incluso teníamos un baño en la parte de adentro.
Teníamos la cocina, el baño, la habitación de Axel y la mía. Claro que la mía se había convertido en un almacén de cosas y la de Axel tenía plantas en las paredes, hoyos en el piso y a dos gatos que se la pasaban allí.

- Corazón - mire al chico pelinegro salir para recibirme, me quito el abrigo y lo colgó en una de vieja percha- Me fue de maravilla hoy, conseguí una moneda extra y algo de queso.

LightningWhere stories live. Discover now