Lightning

Hastor

Durante el resto de la gira me sentía menos... tensa, pero para mi desgracia las bienvenidas comenzaron a ser más extravagantes después de que todos se enteraron que en el cuatro me invitaron a una comida con los de la alcaldía y algunos vencedores. Todos los alcaldes quisieran estar a la "altura", me bajo del tren mirando el gran capitolio y a la gente que grita, sonrío fingiendo que estoy feliz por regresar.

No sé en que momento estoy terminando de arreglarme para ir a la gran fiesta donde se cierra por fin la gran gira, lo único que me ponía realmente nerviosa era que tendría que cruzar por lo menos mirada con el presidente. Pero después de eso, podría regresar a casa.

- Vas a entrar, sonreír y saluda a quienes de saluden. Intenta hacer algo amable, ya sabes. Levantar algo que se caiga, servirle a alguien comida. Lo que sea - habla mi mentor acomodando mi vestido con cuidado. Cornalius aparece corriendo hacia mi casi con dramatismo, alzando las manos como si no creyera que me está viendo.

- preciosa, te ves preciosa - habla dando vueltas alrededor de mí. Yo lo miro conteniendo la risa, Syrus lo detiene de golpe.

- Deja de hacer eso, tu traje se arruga - regaña mi mentor al hombre, luego la señal de corta en la televisión y un mi equipo de preparación entra por el pasillo. Mantes me toma de la muñeca para guiarme hacia la salida.

Syrus va detrás de mi, repitiéndome que debo hacer una y otra vez. Parece algo... nervioso a pesar de que lo disimula con su ceño fruncido y su habilidad para sonar brusco, cuando estamos por subir al auto que nos llevará a la mansión presidencial me detiene. Tomándome de los hombros para que lo mire.

- Te recuerdo... que todo lo que veas o vean puede afectarte a muchos niéveles, solo sonríe y mantente cerca de Cornalius - asiento con lentitud mirándolo con duda, cuando usa ese tono siento que me va a caer a regaños, pero esta vez no lo hace.

Unos minutos después estamos caminando por la calle para entrar al inmenso jardín que está decorado con colores bastante... florales. Puedo ver representaciones de las plantas de la arena, claro que estas eran más llamativas y menos letales. Camino con Cornaluis junto a mí, él toma mi brazo cuando entramos a la zona principal. Somos recibidos entre aplausos y gritos, sonrió intentando seguir las indicaciones de Syrus. Saludo con amabilidad, entre más nos adentramos a las puertas de la mansión siento como algunas personas cuelgan collares en sí cuello, toman mis manos y colocan anillos. Regalos, escucho a mi acompañante informarme. Agradezco sin soltar el paso, para cuando llegamos a la entrada mis manos están llenas de joyas que para mi sorpresa combinaban perfectamente con mi atuendo.

Tomo aire entrando por fin al gran edificio blanco, la mayoría parece ignorarse aquí y eso me da... alivio. Claro que me saludan o se acercan a presentarse, pero nadie parecía interesado en tocarme.

- Señorita Sara - esa voz me hace para, me gira con cuidado mirando al señor Carlan. Este acompañado de un adolecente que me mira con pena, mi atención se centra en el hombre que me ayudo a llevar y hacer un funeral para Reus, al que le debo un favor.

- Señor Carlan, es un gusto verlo de nuevo - expreso con falsa sinceridad, él parece creerlo. Pasa la mano por la espalda del chico a su lado y lo acerca con velocidad hacia mi.

- Sara, quiero presentarte a mi hijo Hastor - mi vista cae en el chico, me mira con algo de nervios antes de estirar su mano para saludarme. Acepto el saludo con algo de dudas - Es mi segundo hijo y mi heredero varón.

Asiento sin entender porque yo necesitaba saber esto, supuse que estaba alardeando. Así que me limite a asentir con intereses y mirar al chico, suelta mi mano mientras mira alrededor.

- Creí que... te agradaría conocerlo - Susurra acercándose un poco más a mi y por la mirada que me dedico sé que espera que interactúe más con su hijo, lo mira y el asiente confirmando su clara indicación - Cómo son casi de la edad, creí que sería buena compañía para ti.