Ocho

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- Gracias de nuevo a todos aquellos que se esforzaron por seguir los juegos, gracias por esta aquí... espero que sus tributos encuentren paz después de su gran esfuerzo en la arena - escucho los aplausos, doy una ligera reverencia para el público y me dejo guiar por mi mentor hasta en interior del edificio de justicia del distrito nueve.

Me dejo caer en el primer sillón que veo, cubro mi rostro con mis manos para que no se noten las lágrimas que amenazan en salir por mis ojos. Siento a Syrus levantar mis pies para sentarse, los coloca en sus piernas y se recarga en el sillón con la cabeza echada para atrás.

- Lo hiciste bien - suelta después de unos segundos.

- Solo leí lo que escribiste - quito el brazo de mi cara para notar que tiene los ojos cerrados y su mano sigue en mi pierna, evitando que me caiga.

- Entonces yo lo hice bien - me río ligeramente y noto como abre los ojos cuando lo escucha, sonríe.

- Si, lo hiciste - cierro los ojos, puedo escuchar su respiración calmada - cinco minutos, Syrus.

- ¿Vas a dormir? - su tono sale ligeramente emocionado - adelante.

- Gracias - suelto antes de volver a colocar mi brazo en mis ojos y me permito dormir, aunque sea unos minutos.

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Me levanto de golpe, Mantes me detiene con cuidado y me mira. Giró para notar que estamos de nuevo en el tren, la pelirosa me tranquiliza antes de hablar.

- Hey hey - la miro aun con algo de pánico- Despertaste justo para la cena.

- ¿como? - suelto viéndola levantarse.

- Syrus te cargo y luego yo te puse pijama - asiento procesando esa información, me aparto el pelo de la cara intentando apartar un poco a mi estilista, siento que me está ahogando.

Me levanto y camino en silencio hasta el baño, yo no dormía tanto. Esto no era normal, se podía ver el sol saliendo por las ventanas, nunca, nunca en mi vida había dormido toda la noche y desde meses no dormía más de seis horas. Ignore esa idea mientras me lavaba la cara con brusquedad y me ataba el pelo con un listón que (en realidad) debía estar sostenido algo de mi vestido, pero que importa Mantes tiene otros cuarenta listos para ser usados por mí.

- Llegamos en veinte minutos o menos -levanto la vista y veo a través del espejo a mi mentor.

-¿Que me dieron? - solté sin más, su cara se desencajo levemente.

-¿De qué hablas?

- Me dieron algo para dormir - el niega, pero yo no me lo creo - bueno, ¿veinte minutos?

Asiente antes de salir a paso pesado, me miro en el espejo unos segundos notando que sigo teniendo el mismo aspecto de siempre. Suspiro casi con pesar antes de dar la vuelta y salir para alistarme para el distrito ocho. Casi media hora después estoy parada frente a la puerta principal del edificio de justicia lista para dar mi discurso y salir corriendo de allí, me acomodo los lentes haciéndome una nota mental de que debía conseguir de nuevo de los adheribles cuando pasara por el capitolio. Trueno mi cuello cuando comienzan con la cuenta regresiva y sonrió levemente cuando por fin se abre las puertas, mi vista pasa a la pantalla del lado izquierdo y me quedo absurdamente congelada viendo a Marc en ella. Me quedo tan quieta que puedo sentir cada retazo de tela moverse con el ligero viento que ofrece el clima de aquí, me muevo hasta que escucho a Syrus decirle a los de producción que no se me acercaran, camino sin quitar la vista de mi compañero.

Intento controlar mi expresión, pero ya era tarde mi reacción debía estar en todas las cámaras del lugar. Miro el micrófono frente a mi y me obligo a mantener la vista en el suelo unos segundos, el suelo se mueve, pero yo intento convencerme de que esta en mi cabeza aquel movimiento.

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