Comida

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Después de nuestra... bonita charla el elevador se abrió, detrás de la puerta nos esperaban una gran cantidad de agentes de la paz que nos escoltados de manera rápida entre las calles del capitolio que estaba alzadas en fiesta, hasta la estación del tren. Me despedí casi entre lágrimas de mi estilista, prometió que ella me apoyaría en mi gira de la victoria y que contaría los días para volver a vernos. No le creí del todo, pero dejé que hiciera promesas.

Entramos con cuidado, me senté en uno de los lujosos sillones de la sala de estar del tren, pasé mis manos por mi cara ignorando las ganas de llorar que sentía. Veo a Syrus pasar en silencio a mi costado, se sienta en la mesa a unos metros y puedo sentir su mirada en mí.

- ¿Quieres cenar? - suelta después de unos segundos, suelto un bufido antes de levantarme.

Me inclino quietándome los zapatos y lanzándolos por toda la sala antes de sentarme, veo a los empleados dejar sobre la mesa diversos platillos y entre más se completa la mesa más incómoda me siento, yo siento mi pecho arder.

- Tenemos panes dulces si gusta - comunica uno de los chefs, levanto la vista para notar que era el mismo que sirvió el calamar de las semanas atrás. Intento quedarme quiera, notando que quizás ahora él sería parte de mi equipo de viaje.

Me río sintiéndome ridícula y recordando que ahora estaré casi siempre rodeada de esta gente, mi mentor me mira y casi me manda callar, creyendo que me burlaba del hombre pelirrojo frente a mí.

- Muchas gracias, lo pensaremos - comunica el castaño frente a mí, muerdo mi labio esperando a que se marche.

Comienzo a servirme en silencio, tomo los cubiertos y antes de poder tomar un bocado siento liquido caer por mi mejilla, por inercia suelto los cubiertos y me limpio con cuidado. Pero siento que escurre más, miro el techo buscando alguna fuga, toco mis mejillas y noto por fin que estoy llorando, intento cubrirme un poco, pero la ausencia de cámaras y personas me da la confianza de llorar en paz, los sollozos apagan el silencio y casi puedo sentir a Syrus negando con la cabeza.

Pero para mi sorpresa escucho la silla hacerse para atrás y cuando me atrevo a sacar mi cara de detrás de mis manos, el castaño está caminando hasta a mi. Me sobre salto ante su cercanía, se agacha un poco y esconde mi cara en su pecho, pasa su mano por mis hombros dándome soporte. No me muevo al sentir lo cálido y familiar que se siente su forma casi protectora de abrazarme.

- Lo siento tanto, Sara - eso me hace llorar con más fuerza, recordando la forma en que Axel me consuela, muero por verlo. Necesito y quiero por primera vez que me miren con empatía o pena, no importa. Solo quiero que alguien pueda decirme que está bien y que me consuele - Saca lo que tengas que sacar, chef.

Pero no quiero que Syrus lo haga.

Lo empujo levantándome con brusquedad, tiro la comida sin querer en el proceso y puedo sentir algunas migajas en mis pies. Lo miro antes de tomar un par de cubiertos y lanzárselos con fuerza, lo veo esquivar hasta que tomo uno de los cuchillos en mi mano. Esta vez me agarra con fuerza quitándomelo y desarmándome, empujándome un poco contra la mesa entonces entiendo que aquello era la peor escena que puedes ver.

Lo pateo hasta que me suelta y me alejo hasta la puerta, me giró cuando habla.

- ¿Eso te hizo sentir mejor? - lo miro casi como si pudieras hacer que se muriera solo con mi mirada, entonces noto la preocupación impregnada en su rostro.

Lo ignoro antes de correr hasta las habitaciones del tren, cuento las puertas hasta que doy con la que podría jurar que fue la habitación de Reus cuando estuvimos aquí. Entró dejarme caer en la cama sintiendo el vestido azul alzarse y mi cara húmeda por el llanto, me quito los restos de lágrimas de las mejillas casi con asco. Y siento que sin querer me rasguño un poco la mejilla en el proceso.

LightningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora