Capítulo 9: Los que se quieren, siempre hallan una manera

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Su mirada y la mía chocaron, ah, ah, ¿por qué sus labios están entreabiertos? ¡por qué sus ojos miran mi boca!

El rostro de Malik Sallow se hace cada vez más cercano y mi pobre corazón, comenzó a palpitar con velocidad al verlo ladear la cabeza, sus brazos flexionados se encuentran sosteniendo su peso y en el momento que sus ojos comenzaron a cerrarse, sentí un extraño revoltijo en mi abdomen.

Su mano izquierda se posó en mi mejilla, recargando su peso en el otro brazo. Su pulgar se posicionó en mis labios, separándolos entre sí y en su rostro apareció una muy disimulada sonrisa, que fue desapareciendo en cuanto sus labios se fueron acercando a los míos…

Mi rodilla derecha se levantó como si de un reflejo se tratase y terminó siendo estampada en la entrepierna de mi compañero de clases, quien se tumbó a mi lado, quejándose del dolor, hasta el punto de casi llorar.

—¡Maldita sea, Xia!

Me levanté con rapidez y alisé mi falda, debería utilizar jeans un poco más seguido. —¿Qué pretendías hacer? —cuestioné, de seguro con mi rostro del tono más rojo que puede ponerse el cuerpo humano.

—Nada, ¡estás loca! —continuó rodando por el suelo, con sus manos en su entrepierna mientras murmura algo.

—Ni siquiera fue tan fuerte, no exageres—sólo terminé de pronunciar esas palabras cuando el chico paró de golpe su drama y me miró desde su tendida posición.

—Ven para apretarte los limones y entonces me dices si te duele o no—estiró sus manos y con sus dedos simuló apretujar algo.

—¿Qué limones?

—Esos que tienes por pecho—sus dedos continuaron simulando presionar algo y sus ojotes se mantienen en mi cuerpo—, creo que me sobrará espacio, no importa, acomodaré las manos para que encajen en esos…

—Me caes muy mal, ¡idiota!

—El sentimiento es mutuo… ¿¡A dónde vas!?

—Me largo de aquí, no quiero pasar un segundo más cerca de ti, luego lo idiota se me pega.

—¡Xia!, ¿¡No me ayudarás!?

Regresé sobre mis pasos y me detuve a unos cuantos pasos de él. —Con qué.

—¿Me ayudas a sanarlo? —preguntó y lo miré sin captar… sus manos se desviaron hacia su paquete y realicé una mueca al entender.

—¡Eres un marrano!

—¿¡Entonces no me ayudarás!? —preguntó entre risas.

—¡Púdrete!

Me marché del pasillo, dejándolo atrás e ingresé al aula, donde me situé al lado izquierdo de Yarah, quedando junto a la ventana, así evito que cierta persona se me acerque. Daehyun llegó y tomó asiento al lado derecho de mi compañera y le dio una miradita burlona, a lo que esta respondió poniendo los ojos en blanco.

Malik, el que faltaba, tomó lugar al lado de Daehyun, sin apartar la mirada de mí con esa sonrisa burlesca que no entiendo porqué, pero me enoja cada que lo veo, siento que constantemente me amenaza con: diré tu secreto si no me tratas bien.

—Y a ti, ¿qué te pasó? —preguntó.

—Me duelen las bolas—soltó.

De la garganta de Daehyun provino una suave y baja risa ante la respuesta de su nuevo amigo. —Como que Scarlette no aprecia… oh, oh, esa mirada me dice que la causante fue otra.

Me incliné al frente, dejando caer mis codos en la mesa para recargar mi peso en estos y miré de reojo hacia ese par. Malik sonrió con picardía y Daehyun comenzó a pullarle el costado, logrando que este se retorciera, intentando con todas sus fuerzas no soltar una escandalosa carcajada.

Los pasillos tienen oídos/ Operación: CupidoWhere stories live. Discover now