Capítulo 39: Cupido, lista para salvar el día

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Malik

22 de noviembre

Ojeé la hora en mi celular, aun voy a tiempo a clases. —Mal—llamó mi madre, quien anda en pijama todavía—, jovencita, ¿por qué aún estás en casa? —cuestionó al ver a mi hermana salir de la cocina con un paquete de galletas de sal en la boca, en su mano derecha carga un paquete de queso y en la izquierda un bote de zumo de naranja.

Entreabrió los labios con espanto y el paquete se fue al piso. —Estoy castigada, ¿verdad?

—La cagaste—susurré, le dije a la tonta que podía estar en total soltura dentro de media hora y no me hizo caso.

—Jovencito, la cuota a la alcancía.

—Mierda.

—El doble a la alcancía—continuó mi madre y me cubrí los labios, para no decir algo más.

Por cada mala palabra, se deben ingresar cien dólares y ahora debo echar 200 dólares por andar de bocaza. Saqué mi billetera y dejé los billetes en manos de mi madre, quien lo guardará en la alcancía que está cerca de su despacho.

—Kalea Alice Wright, dime el motivo por el cual no estás en la secundaria.

—Hoy es libre.

—¿Sí? Que yo recuerde no se celebra nada.

—¿El cumpleaños de mi futuro esposo no cuenta como día nacional?

—Carter no es presidente—agregué de mala gana al cruzarme de brazos—, me rehúso a que lo mires, él no es para ti—señalé.

—Mamá, mira a tu hijo, regálalo por ahí.

—¿Regalarlo? Él ya está para ponerse el moño solito y quedarse con Burbuja—se cruzó de brazos y ahora ambas están frente a mí, mirándome con desaprobación.

—Por qué me ven así…

—Si estuviera en un acantilado junto a Burbuja y sólo puedes salvar a una de caer, ¿a quién salvarías? —indagó mi madre.

—Si las dos estuviéramos de paseo y nos ataja una camioneta, pero, solo puedes elegir a una por petición de los encapuchados, ¿a quién elegirías? —continuó mi hermana.

—No puedo creer lo que escucho…—esas dos no me dejarán tranquilo hasta que dé una respuesta—prefiero lanzarme yo al acantilado y desearía que me secuestren para no tener que responder esas preguntas—me escabullí a la entrada principal y ambas me atajaron, evitando mi escape—, no voy a elegir entre mi hermana, mi mamá y mi futura esposa.

—¡Oh por Dios!, ¡se quiere casar! —vocearon.

—Mamá, le lavaron el cerebro—susurró al inclinarse a nuestra madre.

—Yo necesito conocer a esa jovencita, se está robando a mi único varoncito—se llevó una mano a la frente y dramatizó al igual que mi hermana.

—Charlotte no has pensado en ser actriz en lugar de dirigir y tú, mini copia, ¿no has pensado en estudiar actuación en lugar de diseño de moda? Arrasarían la industria del entretenimiento con esas películas y dramatizaciones que se arman.

—Tráela mañana, es acción de gracias, ah y Callum también viene—informó mi madre—, de hecho, llegará en la noche al aeropuerto.

—Ya que reunimos a la familia, ¿qué tal invitar a mi futuro esposo? —intervino Kalea.

—El rubio oxigenado te ve como su hermana, ya olvídate de él—rezongué al saltar con fastidio—, si algún día te hace caso, juro que lo espanto—advertí.

Los pasillos tienen oídos/ Operación: CupidoWhere stories live. Discover now