Capítulo 14: Ingreso al "bajo mundo"

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El interior del edificio era oscuro, iluminado por algunos focos sucios que, en ocasiones, titilaban y echaban chispas, debido a los cables pelados que quedaban expuestos en el techo. El lugar estaba inundado por música, algo parecido a la salsa, y aunque era insoportable, lo superaba el contorneo vulgar y lujurioso que podía observarse entre la multitud que bailaba en la gran habitación principal de doble altura. Delincuentes y prostitutas podían encontrarse en los alrededores, entre humo de cigarrillo, cerveza y juegos de azar.

—¡Ven!¡Sigueme! —La voz de Miguel era casi inaudible entre el bullicio.

James siguió al chico, esquivando a las personas, mientras que, dentro de su mente, las presencias evaluaban la situación.

"El lugar está habitado por vixelianas"

"Mezclas dedicadas a satisfacer deseos carnales"

"Si no fuera necesario que sigan aquí, su final estaría en nuestras manos en estos momentos"

"No nos apresuremos, a pesar de que debemos eliminarlas, su presencia será necesaria hasta que nuestro plan concluya"

"Cuando están en grupos grandes, crean un campo de "inaudibilidad", para poder realizar su trabajo sin ser oídas, por eso desde afuera el ruido no es escuchado por las personas"

"Concentrémonos en los procesos ya establecidos, su destino está decidido, y llegará en cuanto hayamos terminado nuestro trabajo"

Hay habitaciones, en los cuatro pisos del edificio, llenos de prostitutas, "vixelianas" según James, haciendo su trabajo con los delincuentes, de maneras muy desagradables y asquerosas. Pero eso no le interesa a James, sino la actividad en los otros pisos, los que están bajo el nivel del suelo. Mientras él y Miguel bajan las escaleras, el ruido del salón principal se va aminorando, tal como suponía James. El chico puede observar que hay seis pisos bajo tierra, y un séptimo piso que da la apariencia de ser en realidad un pésimo intento de excavación para construir un piso de verdad. Todo eso lo observa gracias a la estrecha escalera de caracol por la que sigue a Miguel. En el sexto piso llegan a una gran habitación, después de pasar por las de los pisos anteriores, donde la mayoría de puertas estaban cerradas, pero podía encontrarse una o dos que tenían en su interior a hombres con grandes cantidades de drogas, las cuales es preferible no mencionar ni detallar, ya sea empaquetándola, escondiéndola o consumiéndola. La habitación en la que entran resulta ser una oficina, la única del lugar al parecer, donde encuentran a un tipo sentado en su escritorio, acompañado de los dos típicos matones de guardaespaldas y a un escuálido tipo contando el dinero frente al del escritorio que, para despejar las dudas, es el jefe de todo el lugar y, por consiguiente, de la banda. Todo parece encajar en el absurdo cliché de criminales y mafia organizada, excepto por la joven escondida en la segunda altura de la habitación, que usa la oscuridad para no ser vista, pero que es detectada por James al instante.

—¿Qué crees que haces aquí, sabandija? —Le dice el jefe a Miguel, con una sonrisa socarrona acompañando sus palabras.

—Señor, este niño pasó la prueba, y pensé que querría verlo señor... —Las palabras de Miguel parecen enredarse entre sí mientras habla.

—¿No te he dicho que cuando una de estas mierdas entra, la mandes con Gustavo? Además, este mocoso no parece poder trabajar con nosotros, idiota.

—Lo sé señor, pero este chico es diferente, asesinó a los otros nueve chicos en segundos, y me insistió en querer verlo personalmente...

—Cualquiera puede asesinar con un "fierro" como éste —El jefe, cuyo nombre era Ricardo según lo que pudo averiguar James en su mente, balanceaba un arma en su mano, haciéndole gestos de burla a Miguel.

SoulSilver: Alma Virtual ©Where stories live. Discover now