Capítulo 37: Desde mis ojos

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Había pasado mucho tiempo, desde que James había podido ver a Esmeralda, y debía asegurarse de que todo estuviera bien o, al menos, que la situación con ella seguía siendo estable.

Estaba en su computadora, mientras consideraba ir a visitarla, compilando el programa que había creado, cuando le salió una extraña notificación. Una ventana de advertencia apareció en la pantalla, indicando que se necesitaría de una tarjeta de memoria RAM de mayor capacidad para un mejor desempeño del programa. Lo extraño de esa advertencia, era que, entre el texto que sí se entendía, habían símbolos que no parecían significar nada, pero cuya presencia en el mensaje lo hacía sospechoso.

James decidió ir por una tarjeta de memoria RAM en otro momento, ahora iría a ver a Esmeralda. Apagó la máquina y se alistó en segundos.

Cuando llegó al edificio, el chico se esmeró en no ser notado. Lo más conveniente era que nadie supiera que estaba por la zona, en especial por los motivos que lo traían al lugar.

Al llegar al pasillo, donde se ubicaba la habitación de Esmeralda, James encontró la puerta entreabierta, con las luces apagadas, lo cual le pareció sospechoso. No le tomó mucho esfuerzo detectar la presencia que había adentro, y descubrir que se trataba de la chica. Gracias a su visión de rayos de longitud corta, pudo ver, a través de las paredes, a Esmeralda moviendo algunas cosas, para luego quedarse quieta, al parecer, porque se había dado cuenta de que alguien se estaba acercando, y esconderse detrás de la puerta, esperando para atacar.

—Soy yo, James —dijo el chico, mientras se acercaba a la puerta.

—Entra rápido, no hagas ruido —El susurro de Esmeralda apenas era audible para James quien, una vez que entró, escuchó la puerta cerrarse muy lentamente detrás de él.

Las luces se encendieron, y James pudo ver al fin lo que ocurría. Una gran cantidad de ropa y algunas armas pequeñas, yacían en la cama de Esmeralda, junto a una enorme maleta de viaje. En el suelo, se veía otra maleta, de la mitad del tamaño y con pequeñas ruedas, llena de dinero bien acomodado en el interior.

—Te vas a ir —Afirmó James.

—Me voy a ir —dijo Esmeralda, en un suspiro.

—Supongo... que esperaste demasiado.

—Digamos que nunca he esperado a nadie, bajo ninguna circunstancia, así que, deberías sentirte honrado de que haya esperado tanto tiempo.

—Sí, lo entiendo. Deduzco que éste es el momento donde nos despedimos.

—No tendría que ser así, si decides venir conmigo.

—Sabes mi respuesta.

—Sí, y ya no voy a rogar más, pero tampoco pienso esperar. Éste momento no es para decir adiós, sino para que decidas si te despides, o me acompañas. Nadie te obliga a quedarte, nadie te reclamará ni se molestará contigo por no quedarte. Pero me harías muy feliz si eliges venir a mi lado. Creo que... —Cada palabra que decía Esmeralda, le tomaba un gran esfuerzo —Podríamos ser felices...

—Todo esto, es porque quieres conocer el mundo.

—¡Todo esto es... ! —Un atisbo de furia y frustración se hizo presente en la chica, quien cerró los puños con fuerza y apretó la mandíbula, mientras se acercaba a James para golpearlo, por ser tan estúpido, pero ella lo miró, y el enojo se transformó en tristeza, la cual se mostró en su mirada, que daba señales de lágrimas por caer —Porque te estás convirtiendo en mi mundo.

Unos eternos instantes de silencio llenaron la habitación, y el aire se sentía pesado. Las mejillas de Esmeralda estaban ruborizadas, dejando ver con más claridad las pequeñas escamas de ofidio que tenía en su piel, mientras ella luchaba silenciosamente con el nudo que sentía en la garganta y las lágrimas que insistían en brotar de sus ojos.

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