Capítulo 43: Sin Piedad

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—Ya no habrá más interrupciones —dijo Abbatarion —, así que puedo disfrutar de hacer esto durante todo el tiempo que tu cuerpo resista...

La mirada perdida de James era muy distinta a la habitual. Ya no parecía observar la infinita vastedad de la realidad, sino sólo limitarse a percibir la inconmensurable pérdida humana que estaba ocurriendo en ese momento.

La pérdida de su amiga. La pérdida de Esmeralda. Su Esmeralda.

Su mirada intentaba ignorar el resto de eventos y enfocarse en ella, que se encontraba a la distancia. Por un momento, dejó de preocuparse por todo lo demás, incluso, por la distancia entre él y Abbatarion, que se reducía con cada paso que daba el segundo.

Un movimiento. Un ligero movimiento.

Otro más. Y un latido muy débil.

Casi imperceptible.

Seguía viva, Esmeralda seguía viva.

Y él no iba a permitir que eso cambiara.

Había una promesa que cumplir...

La niebla negra que cubría el suelo se extendía por cada rincón, siguiéndole el paso a Abbatarion.

—No intentes nada... o será peor... —Abbatarion seguía acercándose, emitiendo pequeñas chispas y rayos rojos por encima de la bruma que lo rodeaba —Deja que me encargue de tod-

Una luz, blanquecina y fulgurante, se expandió en un instante, barriendo con toda la niebla negra y emitiendo un intenso flujo de energía que arremolinaba todo a su paso. Aquella luz no permitía ver de dónde provenía, hasta que su intensidad se redujo un poco.

La luz era pura.

La luz era imponente.

Y la luz, era James.

—¿Pero qué... ? —Una segunda onda de luz, del mismo origen, empujó a Abbatarion unos cuantos pasos hacia atrás, ahogando sus palabras.

La energía resplandeciente emanaba de James, quien estaba apoyado del pie sano. Sus ojos cerrados, su calma devuelta, y un poder que volvía el aire muy pesado.

Sus cabellos parecían flotar bajo agua invisible, y de pies a cabeza toda la suciedad de su cuerpo se desprendía lentamente hasta desaparecer.

Un aro de luz verde subió desde sus pies hasta la coronilla, muy despacio, curando todas sus heridas, en especial el tobillo, y dejando su aspecto reconstituido. Otros seis aros, con el resto de colores del arcoiris, siguieron al primero, para luego desaparecer.

Entonces, James abrió los ojos.

Los siete colores brillaban en su iris, como si diminutas partículas de luz albergaran la superficie del tejido. Empezaron a girar, los colores, en torno a su pupila, cada vez a más velocidad, hasta brillar de un blanco centelleante.

Una esfera traslúcida de energía blanca rodeaba al chico.

—¿Así que... decidiste jugar en serio, eh? —Aunque trataba de mostrarse confiado, Abbatarion dejaba escapar por instantes pizcas de preocupación —Supongo que necesitabas un poco de motivación, pero eso no cambia nada. Solo harás un poco más entretenida mi victoria.

Los párpados de James parecían agrietarse ligeramente, y de la grietas se veía más energía blanca e intensa.

—Te excediste, Abbatarion, y por eso haré que esto te duela... y que te duela mucho. Prepárate.

—Veremos, muchacho, veremos...

En menos de lo que dura un electrón en dar una vuelta al núcleo de su átomo, Abbatarion ya había dado el primer golpe. Usando su espada, dió una estocada, apuntando al pecho de James.

SoulSilver: Alma Virtual ©Where stories live. Discover now