Capítulo 31: Hablando a la pared

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James empezó la semana de clases con el cuerpo adolorido. Aunque apenas se notaba, tenía cuidado hasta al momento de caminar. Era muy conveniente que nadie lo notara la mayor parte del tiempo, o sería motivo suficiente para que su presencia dejara de funcionar de la manera en que lo hacía.

Pearl lo encontró en el árbol donde siempre se reunían, respirando con dificultad. Ella sí pudo notar las sutiles señales que demostraban la paliza que el chico había recibido.

—¿Te golpearon? —Preguntó la chica, para cerciorarse.

—Algo así...

—¿Qué te sucedió? —Pearl se sentó a su lado.

—Larga historia, no es buen momento para hablar de eso...

—Contigo nunca es buen momento para nada.

—Llevas algún tiempo queriendo hablar sobre el baile, podría ser ahora.

—No, olvídalo —dijo ella, algo desanimada —, estaba pensando en el reportaje de ayer, ¿lo viste? Fue horrible...

—Oh sí, lo vi...

—¿Fue cerca de tu casa, cierto?

—Muy cerca, sí...

—No se que clase de monstruos podrían hacer tanta destrucción, las cámaras dejaron de transmitir, felizmente.

—Bueno... tienes razón en cuanto a las cámaras.

—Ten cuidado, por favor, pudiste estar cerca y salir herido... no estés saliendo de tu casa cuando es de noche.

—Lo intentaré.

—Promete que me harás caso, no quiero que te metas en líos.

—Lo siento, no puedo prometer eso...

—¿Por qué?

—Solo... no te preocupes —El chico se puso de pie con mucho cuidado —, yo estaré bien, sé cuidarme.

—¿A dónde vas... ?

—Tengo asuntos que atender... nos vemos luego, Pearl.

—Sí... hasta luego.

James se fue, y la chica sólo pudo observarlo, pensando en qué problemas podría tener su amigo. Sin tener idea siquiera de todos los problemas que el chico debía resolver.

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El edificio de la banda estaba muy tranquilo, y eso significaba sólo una cosa, Miguel estaba ausente otra vez. Era extraño pero, sólo mientras él estimulaba a los demás miembros, se armaba el desorden. Seguían las fiestas y las desagradables actividades que realizaban antes, pero se reservaban aún para la noche. Aún era muy temprano.

Esmeralda pensó que ese podría ser su siguiente movimiento, así que se dispuso a investigar. No lo había visto irse, así que supuso que podría estar en su dormitorio. Para su suerte, acertó. Se acercó sigilosamente, cuidando de no hacer el mínimo ruido, pero lo que escuchó, llamó su completa atención. Miguel estaba ahí, se escuchaba su voz. ¿Había alguien más? Parecía que le estuviera respondiendo a otra persona, pero sólo escuchaba la voz del chico. Eso era raro. No se entendía muy bien lo que decía y, cuando trató de acercarse un poco más, la puerta se abrió de repente, y Miguel salió, muy serio y sudando demasiado, al extremo que su cabello estaba empapado.

—¿Qué quieres? —dijo él.

—Nada, sólo se me hacía raro que no estuvieras armando desorden, y tuve la esperanza de que hubieras muerto ahogado en tu propia saliva mientras dormías.

SoulSilver: Alma Virtual ©Kde žijí příběhy. Začni objevovat