Capítulo 24: La persecución

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James medía con exactitud milimétrica cada parte de la réplica de la espada angelical, la cual le permitiría debilitar al ángel caído. Estaba en su habitación, creando un buen estuche con correa para envainar la espada, sin que ésta sea notada fácilmente. Estaba a la mitad de la labor cuando su alarma sonó. Debía atender a Purrsuit. Subió a la azotea, encontrando en ella varios desperdicios desagradables. Pequeños esqueletos de roedores, cubiertos por su propia piel seca, así como también huesos de ave regados por doquier. Además, estaban las manchas de sangre en el piso y los "regalitos" del dragón, los cuales se habían vuelto mucho más grandes. Todo el desorden generado por Purrsuit, que en un principio era mínimo, debido a su tamaño, se había incrementado conforme el pequeño dragón crecía. James sabía que ya no podía seguir pretendiendo que su mascota se alimentara de pequeños animales, en cualquier momento su hambre ya no se saciaría con aperitivos de esa índole. El chico debía pensar en cómo permitir que Purrsuit salga más allá del techo de su barrio, o las mascotas de los vecinos pagarían las consecuencias. Pero debía encontrar una manera en que el dragón no sea descubierto, o eso significaría el final de su custodia, así que debía entrenarlo y pronto.

Ya Purrsuit había aprendido algunos trucos y era tan obediente e inteligente, que no tenía nada que envidiar a ningún can con pedigrí. Incluso, podía detectar el olor de James desde antes que él subiera, y podía saber si estaba sólo o acompañado también, así que en cuanto el chico abrió la puerta, su mascota se hizo visible. Su tamaño había incrementado, llegando a ser incluso un poco más grande que un pastor alemán, sin contar con el largo de su cola. Aún era joven, por lo que buscaba jugar con su dueño cada vez que lo veía. Sus movimientos eran rápidos, como los de una iguana, pero con toques felinos. A veces, intentaba frotarse contra el cuerpo del chico.

James le pidió que se mantenga invisible, y empezaron a pasar por los techos de los vecinos, el chico trepando y el dragón volando pequeños trechos. Ya que James podía ver el calor del cuerpo de Purrsuit, no era problema alguno que éste fuese invisible, y eso ayudó mucho a poder pasear por los parques con su mascota. Llegaron a zonas alejadas, donde se acumulaba la basura a montones, y donde se podían encontrar aves carroñeras por montones.

Luego de un par de horas, Purrsuit ya sabía a qué lugares debía ir si necesitaba cazar. Pero, mientras terminaba de comer, su comportamiento cambió. Empezó a gruñir y estremecerse, como si algo le doliera. James trataba de calmarlo, pero el dragón extendía sus alas y hacía difícil el poder acercarse. Entonces, sin previo aviso, Purrsuit se lanzó sobre James con una de sus patas brillando, quemó la camiseta del chico hasta llegar a su piel, y se escuchó el siseo que se produce cuando la piel se chamusca. El muchacho empujó al dragón a un lado e intentó levantarse, hizo un ligero gesto de dolor y se revisó el pecho. Lo que encontró, indudablemente lo sorprendió. La quemadura producida por la pata del dragón, posible sólo porque Purrsuit era un ser místico y de una naturaleza mágica, así como también muy poderosa, tenía la forma de una cabeza de dragón. Cada dedo, incluyendo la garra que le correspondía, representaba un cuerno, y la almohadilla principal, mostraba el rostro de un dragón viendo de frente, con ojos grandes y hocico prominente. La herida sanó en segundos, gracias a la habilidad de James para curarse rápido, pero la cicatriz no se borraba. Es más, por momentos emitía un ligero destello blanco y mágico.

El entrenamiento había terminado. Purrsuit necesitaba regresar al techo, y James, una camiseta nueva.

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Al atardecer, James decidió salir. Había tenido días sin poder descansar de misiones en las que casi moría y de problemas que no hacían más que aumentar. Se alejó del Callao, llegando cerca a una universidad muy conocida por la avenida Universitaria. Necesitaba reflexionar un poco acerca de todo, en sólo unos meses se había hecho responsable de asuntos que no hacían más que alejarlo de su misión real.

SoulSilver: Alma Virtual ©Where stories live. Discover now